miércoles, 17 de septiembre de 2025

Los niños gazatíes en el altar de los sacrificios

     


        Una Comisión de la ONU, creada hace unos meses, con el encargo de redactar un informe sobre las acciones de Israel en la guerra de la Franja de Gaza ha sido contundente y acusa a Israel de cometer crímenes contra civiles a los que tenía la obligación de proteger y de imponer "condiciones inhumanas que causan la muerte de palestinos, incluyendo la privación de alimentos, agua y medicinas".

        El Informe detalla las acciones reprobables llevadas a cabo por Israel, tanto dentro de la Franja de Gaza como en las diferentes cárceles de Israel, y le acusa de no respetar el derecho internacional para los casos de guerra.

    Por lo tanto nada que añadir. Sólo cabe condenar una política de guerra que no busca la legítima defensa, sino la eliminación del adversario, por motivos raciales, étnicos, religiosos, etc.

    En estas campañas de solidaridad hacia los gazatíes que hemos visto en España con motivo de la Vuelta Ciclista y que han sido clamorosas, ruidosas y, en varios casos, violentas (el ministro las calificó de pacíficas, aunque tuvo que admitir que había 22 agentes heridos), es preciso matizar porque, de lo contrario, podemos caer en el eslogan fácil y en la pancarta simplona, en el megáfono que canturrea consignas. Y en la masa que sigue al abanderado, sin saber a quien sigue.

    Lo primero que hay que decir, en honor a la verdad, es que los dos millones de habitantes de la Franja de Gaza ya eran rehenes de los terroristas de Hamás, mucho antes de que el ejército israelí lanzara su ofensiva destructora, por cierto después de atentado llevado a cabo por palestinos de Hamás contra Israel y en el que murieron casi mil cuatrocientas personas y otras 252 fueron secuestradas.

    Sí, los dos millones de gazatíes que vivían en la Franja de Gaza ya eran prisioneros de los terroristas y lo eran desde que nacían. Y los niños, en la escuela, en la calle y en el campo de fútbol eran adoctrinados en el odio y la venganza. Y esos dos millones de palestinos malvivían en una situación de economía precaria. No vivían así los dirigentes de Hamás, ni mucho menos, que utilizaban muchos dineros procedentes de donaciones, no para aliviar la vida cotidiana de los palestinos, sino en beneficio personal y en la adquisición y contrabando de armas, porque Hamás tenía y tiene conexiones con los terroristas de medio mundo.

    El territorio de Palestina está dividido entra la Franja de Gaza (las regiones bíblicas de Judea y Samaria), controlada por Hamás, y Cisjordania, esta última región está políticamente en manos de Fatah, que a su vez controla a la Autoridad Nacional de Palestina, partidaria del diálogo con Israel y la que goza de un mayor reconocimiento internacional, por su enfoque moderado y su renuncia a las violencia. En 2007 ambas facciones políticas dirimieron sus diferencias a tiros y a sangre. Israel se benefició de estas disensiones internas. En este momento Fatah y Hamás son dos formas de ver y pensar Palestina prácticamente irreconciliables.

    Hamás es terrorismo duro y puro. Y ha creado en la Franja de Gaza un sistema de vida en el que se mezcla la precariedad económica con la ignorancia y el adoctrinamiento sin pausa en el odio. Y por supuesto, la venta al exterior de un "relato de víctimas de Israel" que funciona muy bien entre ciertos partidos europeos, especialmente en España, que aún arrastran una idea romántica del terrorismo.  Defender al pueblo gazatí ante los desmanes de Israel no es óbice para condenar las prácticas nada democráticas de Hamás en la Franja de Gaza, donde los derechos individuales son burlados con frecuencia, y las libertades, como la de opinión, prensa o asociación son inexistentes. Además, las mujeres son apenas unos "vientres de reproducción", y los niños y jóvenes son considerados como "materia prima para amasar futuros terroristas". 

    El atentado del 7 de octubre de 2023 contra Israel fue un golpe de efecto sin duda grande. Un atentado pensado y premeditado, aún a sabiendas de que la respuesta de Israel sería demoledora y desproporcionada. ¿Qué buscaba, entonces, Hamás? Buscaba niños muertos, civiles muertos, mujeres muertas, edificios arrasados, penurias y hambruna. ¿Y eso por qué? Para mostrar al mundo la "inocencia de los palestinos y el carácter asesino de los israelíes". ¿Lo ha conseguido? En parte sí, como lo demuestra la simpatía suscitada últimamente por la causa palestina. ¿Pero se puede entender como una victoria política el sacrificio de miles de personas?

    Y podríamos hacernos más preguntas ¿Quién en su sano juicio comete un atentado que sabe que va provocar una terrible venganza por parte del Gobierno de Israel? ¿Qué padre arriesga la vida de sus hijos y de su mujer y de su madre en una guerra que de antemano sabe perdida? ¿Por qué los niños gazatíes no han sido protegidos en los casi quinientos kilómetros de túneles excavados en la Franja para uso y servicio de los terroristas de Hamás? Si de verdad a los terroristas de Hamás les importaban sus hijos, les importaban sus mujeres o les importaban sus ciudadanos, ¿les hubieran expuesto a una muerte segura al enfrentarse a un gigante militar como es Israel? 

    Palestina no es Hamás, por supuesto, pero habrá que reconocer que el propio pueblo de Palestina tiene un enemigo muy serio en los terroristas de Hamás. Palestina no es Hamás, claro está. Y eso nos obliga a condenar lo condenable, a sentir compasión por los gazatíes que han perdido la vida, la casa, la tierra y la paz. Tampoco el pueblo de Israel es Netanyahu. Aunque muchos, en esta ola que huele a antisemitismo, quieran eliminar la presencia de israelitas en los festivales de música, las competiciones deportivas, los escenarios y los foros internacionales. Si de alguno dependiese, arrojaría de nuevo a los israelíes al campo de concentración. A veces creo que esta simpatía y admiración de algunos partidos europeos (y sobre todo, españoles) por todo lo musulmán no es ni mucho menos verdadera, sino un disfraz para disimular su odio al cristianismo y, de paso, al judaísmo.

            Los niños gazatíes no sólo son las víctimas inocentes de las fuerzas militares de Israel, son también las víctimas del terrorismo de Hamás. Unos terroristas a los que importa un bledo sacrificar una generación entera de niños y de jóvenes. Unos terroristas que han hecho del terror y de la violencia su oficio y su beneficio, su trabajo y su siniestra vocación. Un terrorismo, el de Hamás, que ha recibido a lo largo de los últimos años cuantiosas donaciones por parte de muchas organizaciones europeas. Todo hay que decirlo.

        Los niños gazatíes se han llevado y se llevarán la peor parte de esta guerra. Sin compasión, han sido tratados por las fuerzas de Israel y su afán aniquilador. Y sin compasión han sido tratados por los propios palestinos, envenenados por los delirios terroristas de Hamás. 

        El genocidio contra los niños gazatíes no sólo lo está cometiendo el Gobierno de Israel, sino también los propios dirigentes de Hamás, dispuestos a sacrificarlos, como corderos degollados, en el altar de su ideología.

        La ONU ha condenado claramente el genocidio llevado a cabo por el ejército de Israel sobre la Franja de Gaza, reducida ahora a pura ruina y pura miseria. Pero no nos olvidemos que la Franja de Gaza no era, ni mucho menos, un paraíso gobernado por los angelitos de Hamás. 

  









     


    


En recuerdo de Pedro Casaldáliga

 

        A un lugar del inmenso estado brasileño de Mato Grosso, en Brasil, llegó en 1968 Pedro Casaldáliga. Muy pronto fue nombrado obispo de la nueva diócesis de San Félix de Araguaia. Vestido con unas sandalias de campesino, con una rama de árbol por báculo, con un sombrero de paja por mitra y con el alma apasionada de un seguidor del Evangelio, muy pronto el nombre de Pedro atravesó fronteras y se convirtió en la imagen de la lucha por los indígenas, impotentes para hacer valer sus ancestrales pequeñas parcelas ante los terratenientes de la Amazonía que querían todo y más.

        Cuando llegó a esa inmensa región, allí no había ni Estado, ni escuelas, ni ambulatorios. Tuvo que enterrar, sin féretro y a veces sin nombre, a campesinos que aparecían muertos por los bosques.
            Había nacido en el municipio catalán de Balsareny en 1928. A los 9 años ingresó en el seminario claretiano de Vic. Recordaría, en una ocasión, que en la casa familiar “muchas veces tuve que silenciar —ante los milicianos, ebrios de vino y de preguntas— el paradero de las monjas de la primera escuela o el escondite de los desertores, o el paso de cualquier cura o fraile con el nombre cambiado o indumentaria sospechosa”.
            Creía, como Gabriel Celaya, que la poesía es un arma cargada de futuro. Y pronto, sus poemas y sus escritos se clavaron en las carnes y en los huesos de hombres y mujeres que vivían o trabajaban en las fronteras del cristianismo
            Con sus escritos, pasados a máquina en una vieja Lexicon 80, anunció y denunció. Anunció la buena nueva para los pobres. Y denunció la opresión que esos mismos pobres sufrían. Denunció, por ejemplo, que en Brasil existía el trabajo de esclavos, que cualquier conato de insubordinación era castigado con la muerte, y que los caciques terratenientes exigían a sus sicarios las orejas de los campesinos como prueba de que los habían hecho desaparecer.
            Sobrevivió a emboscadas y tiroteos. Se convirtió en el hombre más peligroso de Araguaia. Peligroso, claro, para los que se creían dueños y señores de vidas y haciendas. Para los indefensos y desprotegidos, Pedro (como le gustaba que le llamasen: ni obispo, ni monseñor, ni padre) fue fortaleza y castillo donde podían encontrar refugio. Él fue escudo y baluarte para los pobres, como reza el salmo.
            En los años 80 estuvo en el punto de mira del Vaticano, muy estricto con cualquier lectura marxixta del evangelio. Por aquellas tierras, hablaban de teología de la liberación. Pedro, el obispo rojo, fue llamado a capítulo para que se explicase. Y sin embargo, unos años antes, en 1972, un Papa lo había defendido con una frase lapidaria: “Quien toque a Pedro, toca a Pablo”. Un aviso a terratenientes y sicarios a sueldo: quien se atreviese a tocar un pelo de Pedro de Araguaia, tendría que vérselas con Pablo VI de Roma.
            Su ‘palacio episcopal’ era una casa, idéntica al resto de casas de la aldea. Y la capilla estaba abierta a los árboles, a las flores, al trajín de la vida y a los afanes de los hombres, también a los perros sin dueño y a los altivos gallos. Pero esa misma capilla estaba sostenida por la memoria martirial de América. Dos reliquias especiales: un poco de sangre de monseñor Romero y un pedacito de cráneo de Ellacuría, ambos asesinados.
            A los 75 años dejó de ser obispo pero se quedó como sacerdote de a pie, dando testimonio de entrega hasta el final: “Nunca se abandona”. Muchos jóvenes y muchos profesionales fueron llegando a Araguaia para ofrecerse como trabajadores en ese pequeño reino cristiano.
            Luego, llegaría la vejez, la merma de facultades y el párkinson. Devotos y fieles de muchas partes de Brasil acudían a él para implorar su bendición o darle las gracias por sus palabras y sus obras.
            A pesar de la incomprensión de la propia Iglesia, o al menos de parte de ella, él permaneció 'fiel en la rebeldía y rebelde en la fidelidad" a la Iglesia. De palabra y de obra. Su amor a la Iglesia nunca fue cuestionado.
            Pedro Casaldáliga murió el 8 de agosto de 2020. Su cuerpo fue velado por los pobres. Fue enterrado descalzo y con el evangelio sobre sus pies. Fue un incansable obispo-poeta, y un luchador en primera línea por la dignidad y los derechos de los indígenas y de los más pobres.
                Cuando se recuerda a Pedro, uno se acuerda siempre de este breve poema-oración:
                       "Al final del camino mi dirán:
                        -¿Has vivido? ¿Has amado?
                        Y yo, sin decir nada,
                        Abriré el corazón lleno de nombres".
                Este poema resume una vida, una forma de concebir el evangelio y la manera en que cualquier creyente se presentará ante Dios. Al final del camino, nos preguntarán si hemos vivido, si hemos amado, y el cristiano tendrá que abrir su corazón y mostrar los ‘nombres’. Los nombres nos juzgarán, nos condenarán o nos salvarán.
                Una mañana de domingo, en Nnebukwu, mi amigo misionero, Andrés García, presidía una misa llena de color africano, de cantos y de bailes. Era la forma nigeriana de expresar la alegría y la esperanza de ser creyentes. Cuando llegó la homilía, fue al fondo de la iglesia y tomó de la mano a una viejecita, la hizo subir hasta el altar y, ante todos los fieles, le dijo lo siguiente: “Mírame a los ojos, apréndete bien mi rostro y mi nombre, porque cuando llegue el final de mi vida, tú hablarás a Dios de mí”. Me impresionó. Y desde entonces así concibo la manera en que nos habremos de presentar ante Dios.
                Y así será sin duda. Al final del camino, los ‘nombres’ que hemos amado, servido, protegido, cuidado y alentado… aquellos seres humanos a los que dimos un trozo de pan o un minuto de alegría darán testimonio en nuestro favor. Pero incluso el arbolillo que regamos en el estío y el perrillo al que pusimos un cuenco de agua ‘hablarán’ también de nosotros. Nada se pierde del amor dado. Y todo cuenta. El corazón está hecho de nombres.
















viernes, 12 de septiembre de 2025

Simone Weil: en el umbral de la Iglesia


        Estuvo desde muy joven al lado de los crucificados. Pero solo más tarde supo que su amor por los aplastados de este mundo le venía directamente del Gran Crucificado. Simone Weil (París, 1909-Ashford, 1943) es una de las figuras femeninas más interesantes del siglo XX. Y también una de las más grandes místicas cristianas. Y sin embargo, durante toda su vida rehusó recibir el bautismo, como solidaridad con todos aquellos que no tenían cabida en la Iglesia. Fue una cristiana de verdad y de corazón. Una cristiana sin iglesia.

        Simone Weil procedía de una familia judía que “no respetaba el sabath”. Profesora de filosofía en un liceo. Afiliada al partido comunista francés. Miembro de las brigadas internacionales que participaron en la Guerra Civil Española. Trabajadora, por decisión propia, en la embrutecedora cadena de montaje de Renault en París. Participante en la resistencia francesa durante la ocupación nazi. Escritora lúcida, pensadora profunda. …                 Tuvo el valor de descender al mundo de la esclavitud y de la pobreza, donde la fuerza aplasta la debilidad, sin contemplaciones y sin miramientos. Para el gran escritor y premio Nobel, Albert Camus, Simone Weil fue “el único gran espíritu de nuestro tiempo”.

    Descubrió a Cristo en tres momentos. Y desde entonces, supo y escribió que el cristianismo es una religión de esclavos y que los aplastados no podían dejar de identificarse con el Gran Crucificado.

        Momento 1. Simone había dejado la fábrica y sentía sobre sí la marca de la esclavitud (idéntica al hierro con que son marcadas las reses y los esclavos). Se dirigió a la aldea portuguesa de Póvoa de Varzim. “Entré en esta pequeña aldea portuguesa en un estado físico miserable. De noche, sola, bajo la luna, en el día de la fiesta patronal. Las mujeres de los pescadores giraban en torno a los barcos en procesión, llevando cirios y entonando cánticos muy antiguos y de una tristeza punzante… De pronto, tuve la certeza de que el cristianismo es, por excelencia, la religión de los esclavos, que los esclavos no pueden no adherirse a ella, y yo entre ellos”.

        Momento 2. En 1937 viaja por Italia. Le encanta la belleza del país. Pero “cuando vi Asís, todo el resto de Italia se me borró”: “Estando sola en la capilla románica del siglo XII de Santa María de los Ángeles, incomparable maravilla donde San Francisco rezó muchas veces, algo más fuerte que yo me obligó, por primera vez en mi vida, a ponerme de rodillas”.

    Momento 3. Abadía benedictina de Solesmes-Francia. Simone sufre migrañas insoportables que, en ese espacio, se unen a la belleza del canto gregoriano. Es Semana Santa y la pasión de Cristo se rememora una vez más: “Es evidente que en el curso de estos oficios, el pensamiento de la pasión de Cristo entró en mi de una vez para siempre”. En esta Semana Santa lee el poema Love, de George Herbert. La poesía habla del banquete que prepara Amor y al que invita al pecador a compartir su mesa. Este se niega alegando indignidad. El Amor le responde que él ha asumido sus faltas y sus culpas para poder servirle ese banquete. El invitado se sienta; el Amor le sirve y él come: “Con frecuencia, recitaba con atención este poema y me adhería con toda mi alma a la ternura que encierra. Creía recitarlo solo como un bello poema, pero tenía la virtud de una plegaria. En uno de los recitados, Cristo en persona bajó y me tomó”.

        Murió sola en el sanatorio de Ashford (Inglaterra) donde había ingresado consumida y débil, en parte por su negativa a comer más de lo que establecían las cartillas de racionamiento para los obreros en tiempo de guerra. Era el 24 de agosto de 1943. Siete personas asistieron a su entierro. El sacerdote que tenía que rezar el responso perdió el tren y no llegó a tiempo. Su amigo Schumann, de rodillas, rezó la oración de los muertos. Unos días antes de morir, pidió a su amiga y enfermera que la bautizase. Esta tomó agua del grifo y la derramó sobre la cabeza de Simone Weil.










jueves, 11 de septiembre de 2025

Un colegio para niños de papá


    Que el ser humano es pura contradicción lo observamos cada día. Si estamos atentos lo observamos también en nosotros mismos. Lo que pensamos hoy, ya no lo pensamos mañana. Las cosas que ayer deseamos con ahínco, hoy nos resultan indiferentes. El ser humano es cambiante. No sólo "la donna è mobile", que diría Giuseppe Verdi. También el hombre es voluble. Y es especialmente contradictorio entre lo que dice y lo que hace, lo que predica y lo que actúa. Pero cuando estas contradicciones las vemos en los políticos aún nos asombran un poquito más. Y este es el caso de la noticia aparecida en estos días que daba cuenta de la elección del ex político Pablo Iglesias de un colegio privado para sus hijos. Y comprendo perfectamente que un padre quiera lo mejor para sus hijos. Y por supuesto que todo progenitor tiene el derecho constitucional de elegir para sus hijos el tipo de educación que cree más conveniente.

    Pero molesta un poco que el político en cuestión haya dado la turra durante años, por activa y por pasiva, a favor de la escuela pública y haya demonizado a todos los padres que llevaban a sus hijos a una escuela privada. Decía sentir desprecio por los señoritos y pijos que matriculaban a sus hijos en colegios privados porque así se distanciaban del resto.

    Y si tiramos de hemoroteca nos encontramos con algunas perlas: "Los colegios privados son un mecanismo de segregación social, donde las familias con más recursos se separan del resto". "El  colegio privado no está pensado para que vaya todo el mundo, está pensada para una minoría que se lo puede permitir".

    Y también ironizó en una entrevista con que "mamá y mamá quisieran llevar al niño a un colegio superespecial para que no conviva con niños gitanos o con hijos de emigrantes marroquíes o ecuatorianos o hijos de gente obrera en general. Llevan a sus niños al privado porque no quieren que se mezclen con los niños de la clase obrera".

    Cuando fue diputado y vicepresidente del Gobierno despotricó contra la escuela privada y contra la escuela concertada, y propició o secundó campañas a favor de la escuela pública. 

    Se ve que ahora ha cambiado de parecer. Se ve que la escuela pública -que nadie puede desmentir que va de mal en peor, precisamente por la injerencia y la desidia continuas de los sucesivos gobiernos- ahora le parece insufrible para sus pequeños, a los que quiere ofrecer una escuela bilingüe, eco, de excursiones a la nieve, talleres ultramodernos. Una escuela para dar en los morros a los paletos, los obreros, los marroquíes y los ecuatorianos. 

    Sólo nos cabe el consuelo de la filosofía: "hay que saber que el ser humano es contradictorio por naturaleza". Y también el consuelo de Natalia Ginzburg: "Cuando a un hombre se le mira de cerca, siempre da un poco de pena".  


La Vuelta de España y Gaza

     


    ¿Son los ciclistas israelíes los culpables del asedio y hambruna de Gaza? Las convocatorias de estas manifas durante la Vuelta dicen que el objetivo es que el equipo israelí de ciclismo sea expulsado de la carrera ciclista. Una de las proclamas y eslóganes de las manifestaciones que tienen lugar a lo largo de la Vuelta Ciclista a España dice así: "Hamás no es Palestina". Y con toda razón. Y así lo he dejado escrito en este blog en varias ocasiones. No se puede identificar al grupo terrorista con los ciudadanos del pueblo palestino. Pero a renglón seguido habría que decir que el Gobierno de Netanyahu tampoco es Israel. Porque, de lo contrario, no estamos buscando la verdad, sino otro tipo de intereses, no sé si oscuros o no. 

    No creo que los corredores ciclistas con nacionalidad israelí sean los responsables de la intolerable situación que se está viviendo en Gaza. Los boicots deportivos en el fondo no son un castigo a los países, sino a los profesionales del deporte que se han pasado años de duro entrenamiento y largos sacrificios para competir en unos Juegos Olímpicos o en una carrera ciclista de primer rango. Y esto es así desde Berlín, Moscú o Los Ángeles. 

    Creo que castigar a los profesionales del deporte o a los profesionales de la música, la danza o el arte no es la mejor forma de solucionar las cosas. Los deportistas o artistas, independientemente de su nacionalidad o de sus ideas, tienen derecho a expresar su talento y su valía. Pero esta cultura de cancelación reinante lo mismo suprime un concierto de un director de orquesta ruso que una compañía de danza israelí. Es decir, en lugar de castigar a los gobiernos, castigamos a los ciudadanos. 

    No creo mucho en las manifestaciones espontáneas de la gente y menos en este país donde ni siquiera los trabajadores se manifiestan por la subida de los salarios o los precios desorbitados de las viviendas. Cuando las manifestaciones coinciden en el tiempo con las decisiones y posturas de un gobierno, como mínimo hay que sospechar de la sinceridad de las mismas. Ya sabemos que el poder busca siempre los aplausos  del pueblo a sus leyes y decretos. Confundir los intereses del Gobierno con los intereses de la nación es algo habitual en las dictaduras, pero últimamente vemos que también en las democracias. Las relaciones diplomáticas sirven para que los ciudadanos de un país que viven en otro puedan sentirse seguros, protegidos y puedan desarrollar sus actividades libremente. Las embajadas de Israel y de España dan protección a los ciudadanos de uno y otro país. Tristemente, observamos que el síndrome de Luis XIV -aquel que dijo "El Estado soy yo"- sigue vivo y de actualidad también en estos palacetes de ministros y ministras. 

    Lo que sí sabemos es que la Vuelta está saliendo la mar de cara al erario público (algo que pagamos entre todos), por las medidas excepcionales de seguridad que se están necesitando en cada ciudad y pueblo por donde la carrera pasa. Y también es verdad que las caídas provocadas a los ciclistas por algunos de los manifestantes no debería ser un asunto menor. Y, si no, que se lo pregunten al ciclista Javier Romo que se ha visto obligado a abandonar la Vuelta, como consecuencia de la caída producida por un manifestante.

    La desgarradora crisis humanitaria sufrida por el pueblo palestino es Gaza no puede obviar algunas preguntas: ¿Quién está detrás de estas manifestaciones? ¿Por qué se dan ahora justo en este momento en el que el Gobierno de España tensa las relaciones con el Gobierno de Israel? ¿Es justo condenar a los ciudadanos de un país por las decisiones de su gobierno? ¿Cómo se justifica ese odio a unos ciclistas que nada tienen que ver con el genocidio, simplemente por la nacionalidad de su pasaporte?

    Desde el primer momento de la guerra, Cáritas abrió una cuenta a favor de la Franja de Gaza. Y desde el primer momento la iglesia de Gaza acogió a cristianos y musulmanes, sin hacer ninguna distinción, ofreciéndoles comida, consuelo, albergue y un espacio seguro. Por eso la parroquia de Gaza fue bombardeada, precisamente por se un lugar de fraternidad y acogida universal. Pero el bombardeo y los muertos que provocó no logró cerrar este espacio de acogida, un espacio sostenido económicamente por Cáritas. Es de esperar que, además de manifestaciones ruidosas -a veces con la presencia de radicales- los simpatizantes de Gaza también aporten, no sólo sus voces y sus banderas durante la Vuelta, sino también su ayuda concreta al pueblo gazatí.

    








    

    

lunes, 8 de septiembre de 2025

Danos un poco de Quijote cada día...

    


 

    Han pasado apenas dos horas desde que he abandonado el Palacio Butrón, mi lugar de trabajo de los últimos tres años. Mi jubilación acaba de empezar. La alarma de las 06:20 h ha sido desactivada. Uno de los pocos propósitos: dedicar un poco de tiempo a la relectura de los libros que más me han gustado, impresionado o marcado. Empecemos por el principio y empecemos bien. Y claro, debería elegir la Biblia. Pero la Biblia es un libro para tener siempre debajo de la almohada, siempre a mano, como el cuerpo de la persona amada. Siempre cerca para sentirse querido, acariciado, interrogado, cuestionado e incluso herido, juzgado o avergonzado. La Biblia no es un libro. Es el Otro. Y el Otro no es un alguien para releer, sino para convivir, confrontarse y medirse. Por lo tanto, descartada la Biblia como relectura, elijo el Quijote. No podría ser otro. ¿No es acaso El Quijote otro evangelio? Podría serlo. O debería serlo. 

    Todos los libros empiezan en un lugar de la Mancha, al menos desde que Cervantes escribiera 'vale' al final del último capítulo. Siempre habrá molinos de viento. Siempre habrá gigantes, cueros de vino, ejércitos de ovejas y carneros. Siempre habrá Marcelas y Grisóstomos. Siempre habrá duques que usen a los quijotes como pasatiempo. Siempre habrá galeotes que susciten compasión. Siempre tendremos días para hacer quijotadas y días para hacer sanchopanzadas. Siempre habrá ínsulas baratarias y corregidores tan sabios como Salomón. Siempre habrá Dulcineas que se truequen en aldeanas y aldeanas en Dulcineas. Todo está en El Quijote. Y todos los hombres y mujeres de buena voluntad pueden reconocerse en sus páginas. Reír y llorar con ellas. Y hacerse preguntas. Como la Biblia, es un libro que casi está en todas las casas, aunque muy pocos lo hayan leído. Poco importa. ¿O sí? ¿Seríamos de otra manera en esta Mancha nuestra, más altruistas, más compasivos, más locosensatos si hubiéramos leído y masticado El Quijote? Puede que sí. 

    Siempre habrá quijotes que lean y relean El Quijote. Tampoco esto importa mucho, bien es verdad. Porque el ingenioso hidalgo Don Quijote y su leal escudero Sancho Panza son más reales que cuantos encumbrados hombres hayan existido en este solar patrio a lo largo de toda su Historia. Más reales y verdaderos que los monarcas, los escritores, los conquistadores, los generales, los cardenales, los pintores de España. Es suficiente darse un garbeo por plazas, tabernas, museos, bibliotecas y paisajes... para comprender que Don Quijote y Sancho Panza son más de carne y hueso que todos nosotros, más incluso que su propio padre, creador y criador, don Miguel de Cervantes. 

    Danos, Señor, un poco de don Quijote cada día...

domingo, 24 de agosto de 2025

Lali: celebrar la vida, ahora y siempre


Una invitación especial de 50 cumpleaños.

De un tiempo a acá, se ha puesto muy de moda la celebración de los 50 años o, como canta Tontxu, 50 vueltas al sol. Lali Maestro López envió hace unas semanas la invitación para la fiesta, y más de uno se quedó algo perplejo cuando leyó que la tarde de celebración empezaría con una misa en la iglesia de San Antonio, de Palencia.

            El asombro duró poco, porque el viernes, 22 de agosto, a la hora acordada, en seguida se creó en la iglesia un ambiente de gratitud, respeto, celebración y cercanía litúrgica (empezando por el altar que se había puesto a ras de suelo y no en lo alto del presbiterio), que, incluso los que al principio pudieron mostrarse algo reticentes a este tipo de celebración religiosa, se sintieron, no sólo cómodos, sino también envueltos en una cálida sensación de bienestar  y serenidad.

            Ya en el cartel de convocatoria de la fiesta de 50 años, la anfitriona había dejado claro el objetivo de la misma: “Celebramos la vida y el camino recorrido juntos”.

Y fueron suficientes las palabras de César al inicio de la eucaristía, para que todos nos sintiésemos transportados a esa casa común de la fe en la que cabemos todos: Todos sois alegría, luz, compañía y fuerza. Nos sentimos profundamente bendecidos por todo lo vivido, por el amor compartido, por vuestro cariño, por vuestras manos que sostienen, palabras que alientan y abrazos que sanan”.

 

Dos celebrantes en la misa.

En la mesa del altar hubo dos celebrantes: Pedro, el cura de San Antonio, que presidió la Eucaristía, creando calidez y cercanía, reconociendo y valorando el trabajo de Lali en la familia de sangre, en la familia guaneliana, en la parroquia, en la escuela, destacando sus virtudes y valores, y llevando a cabo una especia de encuesta a mano alzada entre los asistentes.

Las lecturas de la misa reforzaron el hilo conductor de la celebración.En la primera lectura: “Que compartas tu pan con el hambriento, que recibas en tu casa al pobre sin techo, que vistas al que ves desnudo y que no te desentiendas de tu hermano.

Y aún un tono más alto en el Evangelio: “Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría sea plena. Este es mi mandamiento: que os améis los unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando”.

Pero también pudimos ver a otro celebrante en el altar: Dani. Dani es un adolescente con síndrome de Lowe. Lo vimos, con mirada incierta y movimientos torpes, colocarse al lado del cura durante buena parte de la misa, repitiendo, a veces, los gestos litúrgicos del sacerdote. Dani es hijo de Trini y Pedro, pero también es hijo de toda la “tribu de los Crespo” y de sus respectivas familias. Todos ellos, pequeños o grandes, padres, abuelos, tíos, hermana, primos, lo cuidan, le dedican tiempo, pensamiento y afecto. Y lo educan con el lenguaje del corazón, que es el único lenguaje comprensible para todos, como escribió Luis Guanella.


 Un ofertorio que podría escribir la biografía de Lali:

            Si miramos detenidamente las cosas presentadas durante el ofertorio, podrían servir para escribir la vida de Lali hasta su 50 cumpleaños. ¿No era la esculturilla de Don Guanella y los tres huérfanos el símbolo de unos valores guanelianos vividos en cientos de reuniones, misas, cantos, en el Centro Juvenil o en los campamentos de Salcedillo? ¿No eran las pulseras de Puentes y de San Antonio la señal de un voluntariado entendido como gratitud, donación de tiempo y energías, pensamiento y afecto hacia los pobres, sean de la nación que sean? ¿No era el cestillo con las hortalizas una manifestación de la vida sencilla y cotidiana, como es el cuidado del huerto, y también de una casa abierta a la familia y a los amigos en el pueblo de Castromocho? ¿No era  el rosario una metáfora de una confianza, de un crecimiento en la fe, de una profundización en la vida del espíritu compartido con otros fieles? ¿No era el libro Cosas que soy y siempre seré (de Aida Acitores y Laura R. Lázaro) la más viva imagen de un trabajo vocacional de maestra, vivido sin mirar al reloj, y con una empatía grande por los alumnos necesitados de una atención especial? ¿No eran el cáliz y la patena una alegoría del sentido de  pertenencia a una iglesia universal que se esfuerza, no obstante las imperfecciones, por seguir a Jesús?


 Dos discursos con alma, corazón y vida

Con su juventud -a pocos meses de cumplir 18 años- y con su sencilla naturalidad, Rodri se puso delante del micrófono para ofrecernos un discurso emotivo, no exento de toques de humor irreverentes: “Eres la que se acuerda de todo, incluso de lo que yo intento olvidar, como “ayuda sin que te lo tenga que pedir”, “friega ya los platos”, “esa toalla no se dobla sola”.  Y también: “Gracias por todo. Te quiero. Y aunque a veces no haga lo que me pides… te escucho, más de lo que crees”.

Rodri se centró en el verbo “estar”. La madre es la que “está”. La madre es una presencia, y nunca una ausencia: “Estás en los momentos importantes, al salir de la habitación tras estar estudiando, en los paseos tranquilos, en las conversaciones después de comer, tras la puerta del baño para que salga ya de la ducha y apague la música... Siempre estás”. Y terminó diciendo: “Y gracias por ser tú. Gracias por transmitirme la fe y el amor por la familia, ese gran tesoro que tanto quiero”.

El segundo discurso, el más esperado, correspondió a la protagonista del día. Antes de entrar a la iglesia había asegurado que ya “venía llorada de casa y que no quería emocionarse” como una quinceañera, ni hacer pucheros. Pero el inesperado discurso de Rodri cambió el guión, rompió los diques de los ojos y entrecortó su voz, más de lo deseado. Antes de ceñirse al discurso preparado, dijo algo así; “veo vuestras caras, cada uno de vuestros rostros, y me convenzo de que soy la suma de lo que me habéis dado”.

 Y ya con el papel en la mano: Gracias a Dios, por mis padres que me cuidan y por el resto de mi familia. Gracias por los amigos… por los niños, por enseñarme y recordarme día a día lo que realmente es esencial. Gracias por la salud y el trabajo, por Puentes Ongd, por la parroquia San Antonio que me acoge y me impulsa a servir y por tantas y tantas asociaciones que luchan por la investigación, la conciencia social y la promoción de la persona. Gracias a Don Guanella por enseñarme a educar desde el corazón. Gracias a Pedro y Antonio por la cercanía y alegría.

 

Gracias por lo que soy,

por lo que tengo,

por lo vivido,

por la salud,

por las enseñanzas,

por los dones recibidos,

por lo que está por venir.

Gracias.

Y gracias a todos

por ser parte de este camino.

Y en un rato brindaremos por ello”.

 El canto final de la misa fue como un agradecimiento por parte de Lali a los 70 invitados congregados en la iglesia. “Gracias a ti, a ti, a ti / Gracias a ti, a ti, a ti”. Gracias a los niños sentados en el primer banco y a los adultos, a la familia y a las amistades, a los llegados de cerca y a los venidos de lejos, a los conocidos desde hace décadas y a los incorporados recientemente, a los compañeros de trabajo o de voluntariado, a los que se ve cada día y a aquellos que se ve cada mucho tiempo, a los que han prestado su hombro para llorar y aquellos a los que se ha servido de pañuelo de lágrimas. Desde el presbiterio, unos ojos miran y un dedo apunta a cada uno: un nombre, un rostro único, una mochila de alegrías y penas, visibles o invisibles. “Gracias a ti, a ti, a ti / Gracias a ti, a ti, a ti”.


 Alegría: una copa, un pincho y una olla solidaria

            No hay encuentro sin un café. No hay festejo sin un pincho. No hay celebración sin una copa. A veces, se dice, casi como un reproche, que todo se celebra comiendo y bebiendo. Y sin embargo es bueno que todo se celebre compartiendo comida y bebida, porque esto es también una eucaristía de fraternidad. La comida y la bebida alegran el corazón del  ser humano. Y son la máxima expresión de la hospitalidad, la acogida y la celebración. En el Bar Level para eventos, tuvo lugar la segunda parte de la celebración. Y de nuevo, todos pudimos comprobar que la comida no sólo era comida, sino comida amorosamente presentada, creativamente expuesta, primorosamente ofrecida. Nada más llegar al bar se formaron los primeros corrillos. Presentaciones de aquellos que no conocíamos. Saludos efusivos a los conocidos de toda la vida. Charletas con unos y con otros, copa o pincho en la mano. Abrazos y achuchones, palmadas en la espalda o un par de besos Conversaciones ligeras o reflexiones en voz alta. Puesta al día desde el último encuentro. Los más pequeños que corren por la sala o dan buena cuenta de las gominolas.

             Encima de la barra del bar, estaba depositada una olla de barro: La olla de la solidaridad. Desde el primer momento, Lali había pedido a todos sus invitados que no quería regalos por su 50 cumpleaños, y que colocaría una hucha solidaria para quien deseara dejar un donativo. Y como Lali tenía el ‘corazón partío’ entre varias causas solidarias, al final se decidió, salomónicamente, por estas tres: La Parroquia de San Antonio, donde desde hace años concretiza su compromiso cristiano, colaborando y animando la comunidad parroquial. La Asociación fibrosis quística, que lucha contra una enfermedad crónica que requiere muchos cuidados y rutinas diarias para evitar complicaciones. El rostro visible de esta enfermedad es Candela, una niña de su colegio. Y Puentes, la ongd guaneliana, de la que Lali es socia fundadora, y a la que ha dedicado tiempo y afanes, formando parte de la Junta Directiva, primero como vocal y, actualmente, como vicepresidenta.



 Un camino recorrido juntos en hermandad

A mitad de la velada y antes de que los más pequeños pasasen bandejas de dulces, Lali abrió su álbum personal de fotos, mostrando en un audiovisual diferentes  capítulos de su vida. En la pantalla se sucedían imágenes de la infancia y juventud, estudios, pertenencia al movimiento guaneliano, noviazgo y boda con César, vida doméstica con Rodri, voluntariado en San Antonio y en Puentes, trabajo y compañeros, viajes, celebraciones familiares y encuentros de amistad…

Entonces se escuchó fuerte la canción Hermandad del grupo Love os Lesbian.

             ¿Qué tal, sisters y hermanos?

Es tiempo de agradecer

Que en tiempos tan solitarios

En lealtades aún podamos creer

 Fue la canción más tarareada y coreografiada de la noche. La palabra ‘hermandad’ muy bien podría resumir el espíritu de la celebración de los 50 años y el espíritu de Lali: la vida se compone de los diferentes grupos o personas que nos forman y conforman: la familia de Lali y la familia de César, los amigos procedentes del ámbito guaneliano, los socios y amigos de Puentes, los compañeros de trabajo en los colegios de Villalón (Valladolid) y Padre Claret (Palencia), los alumnos y alumnas con sus familias, los fieles de la Parroquia de San Antonio, los amigos de encuentros y viajes compartidos con  Los de Antaño, las amistades hechas en el camino de la vida… 

Y casi todo está por hacer
Y un rayo cabrón de honestidad
Me lleva a la verdad
Que os queda a mi lado muchos años
Viva la hermandad

A esas horas, animados por una alegría sincera, por una copa alzada en brindis, por una confidencia echa al oído, por unos recuerdos desempolvados, por unos pies bailones,  ya se podía brindar de prisa y beber despacio por la hermandad.

            A las siete y media de la tarde, en la iglesia, se nos recordó que se trataba de la vida misma, de agradecerla y celebrarla. Pasada la media noche, era el momento de escenificarlo con los brazos alzados apuntando al cielo, las manos en el hombro del más cercano, las voces algo roncas y la música que giraba y giraba…

                         Que os queda a mi lado muchos años

Viva la hermandad
Después de grabarlo en nuestra piel
No nos cuesta de entender
Brindemos deprisa, bebamos despacio
Por nuestra hermandad
Por nuestra hermandad
Por nuestra hermandad





























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