domingo, 5 de enero de 2025

La estanpita del Corazón de Jesús

 


Algunos de mis contactos de whatsapp han colgado en los últimos días una imagen del Corazón de Jesús en su estado. El hecho de que una televisión pública (pagada por todos) hiciera burla de una imagen devocional ha suscitado en muchos creyentes el deseo de mostrar en sus redes sociales el respeto que esta imagen les merece. No vale la pena gastar un minuto en condenar conductas poco respetuosas. Probablemente ni siquiera la presentadora en cuestión era consciente de ello; tal vez esto hay que achacarlo al  ‘todo vale y todo da lo mismo’ de la sociedad actual. 

Sí que merece la pena (no hay mal que por bien no venga), en cambio, escribir unas líneas sobre la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, que se extendió por todo el orbe católico, y que modeló la espiritualidad de toda una época, introduciendo ternura, dulzura, misericordia y compasión en los corazones de muchos creyentes, precisamente porque el corazón de Jesús había sido ‘descubierto’ como un corazón tierno, dulce, misericordioso y compasivo.

Desde que el mundo es mundo, el hombre ha sentido que su corazón es el cofre donde se guardan los sentimientos: la alegría, la ira, la venganza, la paz, el dolor y el amor. Es verdad que las emociones se generan en el cerebro, pero todo el cuerpo las siente, especialmente el corazón. De esta manera, nos sale del corazón hacer una obra buena. Tenemos el corazón en un puño cuando andamos inquietos e inseguros. Rompemos el corazón a alguien cuando dejamos de amarle. No tenemos corazón cuando nos mostramos insensibles. Cuando somos sinceros decimos que hablamos con el corazón en la mano. De una persona a la que pueden sus sentimientos decimos que es todo corazón. Tocamos el corazón de alguien cuando le conmovemos. Se nos encoge el corazón por la tristeza o el miedo. Abrimos el corazón a alguien cuando le confiamos o confesamos algo muy personal. Y cuando una persona es muy buena decimos que no le cabe el corazón en el pecho. 

Los primeros cristianos guardaban memoria de la pasión de Jesús sufrida en el Calvario y del acto final de esta tortura que no fue otro sino el momento en que un soldado (la tradición dice que llamado Longinos) atravesó con su lanza el corazón de Jesús, certificando así su muerte, pero también su entrega total, hasta la última gota de su sangre, por todos a los que había amado y amaría en el mundo.

Pero en la larga tradición del cristianismo, fueron muchos los que pusieron su empeño en mostrar la omnipotencia y la omniscencia de Dios. Un Dios justiciero, sentado en su trono como un rey a la espera del Juicio Final inapelable. Un Dios terrible e implacable que guardaría memoria de cada uno de nuestras malas obras, palabras y pensamientos.

El 27 de diciembre de 1673, a la monja salesa, Margarita Alacoque, en el monasterio de Paray-le-Monial el Señor se le apareció por primera vez y le permitió que reposase su cabeza sobre su pecho. Y le mostró la primera representación del Corazón de Jesús: “un corazón como un trono en llamas, esplendoroso como el sol, con la llaga, rodeado de una corona de espinas y coronado con una cruz”.

Independientemente de estas apariciones misteriosas y de esta imágenes pías, lo que es más importante y lo que Margarita y todos los santos y teólogos se ocuparon de transmitir y difundir en adelante es que Dios tenía un corazón que sufría y se encogía, se rompía con el sufrimiento de los hombres, y rebosaba de gozo con los gozos de sus hijos. Dios no tenía un corazón de piedra, sino un corazón de carne, como el de cualquier humano, abierto al perdón y a la compasión. Todos podían acercarse a su corazón y encontrar descanso en su pecho. Él aliviaría el dolor de los agobiados por la vida.

Era un cambio de paradigma en la forma de ver a Dios: el corazón de Jesús latía al unísono con cada corazón humano. Y cada creyente o no creyente podía reposar su cabeza en el pecho misericordioso de Jesús. Era una espiritualidad que apelaba al sentimiento, a la afectividad, a la relación íntima y amorosa con Jesús. El corazón de Jesús bien podía comprender nuestro corazón tan voluble y tan variable que oscila entre la compasión y la rabia, la dicha y la amargura, la traición y el perdón, el amor y el desamor, la ternura y la insensibilidad, la dulzura y el aspereza.

Por ello, las gentes sencillas, las gentes que lloraban por el hijo al que no podían saciar su hambre, o por el hijo que iba a la guerra. Las gentes sencillas que trabajaban de sol a sol, o que eran víctimas de los señores injustos de cada momento, que no podían pagar las medicinas o tener más que una choza como vivienda, sintieron que podían reposar su cabeza sobre el pecho de Jesús. Jesús no era solo un Rey, un Creador, Señor Omnipotente de la vida y de la muerte. Era el padre amoroso, el hermano para siempre, el compañero compasivo del camino. La devoción al Corazón de Jesús arraigó en los creyentes con mucha fuerza y ahí ha permanecido hasta el día de hoy.

Después de Santa Margarita Alacoque, otros muchos difundieron esta devoción. Los jesuitas con su potente capacidad de transmisión hicieron lo suyo. Ya en 1883, de forma solemne, aceptaron la “suave carga de Jesucristo de practicar, promover y propagar la devoción a su divinísimo Corazón”. Por otro lado, las apariciones en Valladolid al P. Bernardo Hoyos y su labor constante por difundir el mensaje del Corazón de Jesús contribuyeron mucho a esta devoción en España.  Este es el motivo por el que la catedral de Valladolid esté coronada con la imagen del Corazón de Jesús. En el Cerro de los Ángeles, en el corazón geográfico de España, se levantó el templo dedicado al Corazón de Jesús. En 1919 el Rey Alfonso XIII consagró España a su Corazón.

En todos los países surgieron grandes templos dedicados al Corazón de Jesús. El Sacre Coeur de París, en el barrio de Montmartre, dominando toda la urbe, puede servir de ejemplo. Las esculturas del corazón de Jesús (multiplicadas por las copias realizadas en escayola)  inundaron cada templo que reservó un altar para esta devoción. Se levantaron columnas y monumentos coronados con esta misma imagen en muchas plazas. En las puertas de las casas se clavaba una placa y la plegaria “En vos confío”. La imagen del corazón de Jesús fue entronizada en muchos hogares. Y la jaculatoria “Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío” fue una súplica constante en millones de bocas.  Y las estampitas de papel estaban en todas las casas, en los libros, en los bolsillos, en las carteras, en las mesillas de noche, en las paredes y en los escaparates de las tiendas. El almanaque del Corazón de Jesús es aún hoy en día un clásico en las papelerías de España. La Iglesia estableció el mes de junio como mes del Corazón de Jesús y fijó su festividad el primer viernes que sigue al segundo domingo después de Pentecostés.

Estas estampitas han llegado hasta nuestros días prácticamente invariables. Y son más que un trozo de papel barato. Seguirán ahí, cuando nosotros hayamos desaparecido, porque siempre habrá hombres y mujeres con el corazón roto por la vida, con el corazón en un puño por la inquietud, encogido por el miedo y la tristeza que ‘mirarán al que traspasaron’ con la poca o mucha fe que les quede, y que buscarán la paz y la serenidad en un Dios compasivo. Una paz y una compasión que no les dio el mundo, ni su prójimo. Y hartos de las palabras mentirosas y de los actos traicioneros de otros hombres que les arruinaron la vida, seguirán pasando sus dedos amorosos sobre la estampita del Corazón de Jesús.



El Sacre Coeur de Paris domina la ciudad

Monumento al Sagrado Corazón en el Cerro de los Ángeles-Madrid

El Corazón de Jesús corona la torre de la Catedral en Valladolid


Placas del Corazón de Jesús en las puertas 

Corazón de Jesús entronizado en un hogar cualquiera


Imágenes en escayola de Olot, muy populares en parroquias españolas















2 comentarios:

  1. Querido Juan, a mí no me ha ofendido en ninguna medida. Esto ya es como lo de los musulmanes y la imagen de Mahoma y el atentado que causó tantas muertes en el tebeo de Paris. Nos rasgamos las vestiduras por una imagen y miramos hacia otro lado por causas muyo más condenables como la pederastia en la iglesia y otros estamentos, o aquella época de niños "raptados " para dar. En alquiler. Y no hay que buscar tres pies al gato, porque tiene cuatro. No todo es catolicismo y no por ser público ,no se va a poder mostrar otras ideas contrarias a la religión católica. Un abrazo.

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    1. Te agradezco, Anónimo, tu comentario que aporta matices importantes para la reflexión. Creo que en mi artículo no he querido dar mayor importancia al hecho ocurrido en el programa televisivo, sino aprovechar la ocasión para hablar de una devoción muy arraigada en el corazón de muchos creyentes y por ello altamente sensibles a las burlas. Pero te doy la razón cuando dices que "miramos a otro lado" en casos verdaderamente dramáticos, muchísimo más graves sin duda que la estampita. Gracias por tu aportación serena.

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