jueves, 30 de mayo de 2019

El Olvido de sí, de Pablo D'Ors



¿Es la historia de Carlos de Foucauld la historia de un fracaso o la historia de un éxito?

El indisciplinado vizconde de Foucauld, el gordo jovenzuelo que hace de la glotonería un estilo de vida, el putañero disipado que busca en los burdeles una forma de reafirmación y de dominio, el conzienzudo explorador de Marruecos, el mundano joven que una tarde queda anonado ante la lectura que su prima Marie de Blondie hace de las páginas de Bossuet, el titubeante ateo que pide consejo al abate Huvelin y que obedece sin rechistar su orden de arrodillarse y confesarse, el ferviente converso que no cesará nunca de buscar, el trapense que aprende el orden, la disciplina y el ayuno, el buscador de silencios en Argelia o Marruecos, el hombre que se hace amigo de los tuaregs y cuyo diccionario tamachek-francés hoy sigue siendo válido y útil, el hombre con deseos de fundar una congregación que no llegó a tener ni un solo seguidor, el buscador de absolutos, el amigo de los musulmanes, el que murió a manos de un grupo de forajidos…. Todos ellos son uno y el mismo, todos ellos son Charles de Foucauld. El putero, glotón y ateo que más tarde será el gran ayunador, el gran converso, el gran místico...


De la mano de Pablo d’Ors, en su libro El olvido de sí, conocemos la trayectoria de un hombre sin par, a caballo entre el siglo XIX y el XX. Él es el fundador sin discípulos en vida… Y sin embargo su existencia ha inspirado a muchísimos hombres y mujeres que hoy forman la amplia Familia de Foucauld. La biografía de d’Ors es una preciosidad. Uno se olvida de que es un libro y piensa que verdaderamente son las memorias del místico del desierto. Algunos momentos estelares están espléndidamente narrados,  como cuando se arrodilla por primera vez, obedeciendo el mandato de su consejero espiritual, en una iglesia, o cuando después de días de fiebre, se despierta mientras un adolescente enjuga su sudor, Ouksen, el mismo adolescente que tantas veces se había reído de él.

El libro constituye una honda reflexión sobre lo que es éxito y lo que es fracaso, sobre el sentido de agradecimiento en medio de las adversidades, sobre el hacerse hermano universal de todos los hombres, sobre el diálogo con los musulmanes, sobre el ayuno y la oración, métodos infalibles para encontrarnos con el Otro y con los otros. 

miércoles, 22 de mayo de 2019

21 lecciones para el siglo XXI, de Yuval Noah Harari




Tercer libro del escritor israelí en pocos meses. Después de Sapiens (un viaje al pasado), de Homo Deus (un viaje al futuro) Yuval Noah Harari nos presenta 21 lecciones sobre nuestro candente presente. El relato fascista dejó de tener vigencia con la Segunda Guerra Mundial. El relato comunista cayó en 1989. Desde entonces parecía que el relato liberal era el único relato posible para entender el mundo. Pero la última crisis económica le puede estar tambaleando. La elección de Trump y el Brexit son solo las puntas del iceberg de una revuelta sin parangón desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Hay una vuelta a los nacionalismos exaltados, a los populismos simplones, así como un deterioro progresivo de la propia idea de democracia, de globalización y de las mismas utopías y sueños.

Los grandes desafíos a los que el hombre actual debe hacer frente son la disrupción tecnológica y el cambio climático.  ¿Existe un peligro real de que surja una nueva élite mundial que se adueña de las tecnologías y que considere al resto de los mortales como infrahumanos, una subespecie? ¿Podemos estar pasando de la esclavitud de épocas pasadas a la insignificancia e irrelevancia de una subclase formada, sobre todo, por los desempleados que cada vez serán más? ¿Puede el hombre actual hacer frente a la apabullante información mucha de la cual es fake news? Acabará la inteligencia artificial, la infotecnología y la biotecnología con la democracia liberal e incluso con el libre albedrío de todo ser humano? A la hora de tomar importantes decisiones, ¿confiaremos más en la tecnología que en nuestras propias capacidades cognitivas? ¿Oscila el mundo entre un laicismo dogmático, un talibanismo religioso y una indiferencia espiritual? ¿Cuál es el papel de las religiones en este mundo?

¿Por qué el terrorismo internacional provoca tanto miedo, aún cuando el número de víctimas no sea elevado? ¿Cómo podemos protegernos de las guerras nucleares? ¿La época de la postverdad ha llegado para quedarse? ¿Pasará la soberanía del mañana de unos ciudadanos ignorantes a unos algoritmos inteligentes? ¿Podemos seguir contando con valores como la verdad, la compasión, la igualdad y la justicia? ¿Es necesaria la humildad para que cada ser humano y cada nación dejen de creer que son el centro del mundo, el centro de un relato cósmico? ¿Quién posea nuestros datos, dominará nuestra mente y nuestro corazón?

Muchas preguntas y pocas soluciones. Estamos viviendo una época apasionante, probablemente el tránsito hacia una nueva era de la humanidad. Tenemos instituciones viejas (¿la democracia entre ellas?) que probablemente no respondan a las nuevas necesidades y a los nuevos comportamientos.

Un libro para leer con lápiz y para detenerse muy a menudo. Muchas preguntas, muy pocas certezas. Y por ello, se entiende perfectamente la zozobra y el estrés en el que todos estamos instalados. Por primera vez el hombre moderno experimenta que está en constante cambio, que lo que aprendió ayer no le vale para hoy. Probablemente nuestro cerebro de recolector-agricultor no está ni mucho menos preparado para un constante y enloquecido cambio ni para tantas dudas y tan pocas certezas.

miércoles, 15 de mayo de 2019

Enmudecerán las campanas



El hecho de que en un pequeño pueblo castellano ya no se celebre la Vigilia Pascual, por lo visto por la escasez de curas, y que en cambio ese vacío sea llenado por las múltiples actividades festivas (por ejemplo discomovida), dice a las claras por donde va el mundo en este momento, y por donde van las gentes de estos pueblos.

Cada vez las iglesias estarán más vacías, y cada vez los hombres y mujeres de estas tierras sentirán menos nostalgia de Dios. La campana ya no sonará por ellos ni para ellos. Enmudecerán las campanas y las iglesias serán solo ‘patrimonio artístico’. Y enmudecerán los santos de madera que antaño consolaron a los campesinos. Y las candelas devotas no arderán ya ante una piedad o un crucificado. Así es ya casi, y así será en adelante.

Dios se retirará del mundo. Aunque unos pocos –poquísimos- seguirán pronunciado e invocando su nombre, quizás en el propio hogar, al lado de algunos de esos poquísimos que se nieguen a creer que Dios ha muerto. Ellos serán la levadura en la masa. Y quizás, pasados los años, alguien de la masa se vuelva a preguntar porque esos pocos hombres siguen adorando un Dios escondido y mudo. Y quizás, estos hombres de la masa, después de haber adorado a todos los dioses de la tierra y después de haber probado que son solamente ídolos, decidan unirse a las sencillas plegarias de los pocos cristianos que queden en el mundo. Entonces el padrenuestro resonará de nuevo en algunas casas, en algunas calles, en algunos templos. Pero antes de todo esto, Cristo será reducido al sinsentido y a la irrisión. Un Cristo tan pobre y tan triste que necesitará el consuelo de los ángeles. También el de los pocos hombres y mujeres que se nieguen a firmar el acta de defunción de Dios.

A destacar

Una temporada en el infierno

            En una estación de París, desciende un joven de 16 años, cuerpo atlético, pelo alborotado y ojos azules. Se llama Arthur Rimbaud...

Lo más visto: