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martes, 21 de enero de 2025

El café de Qúshtumar, de Naguib Mahfuz

 


Primero en las calles o en el chumberal, y luego ya definitivamente en el café de Qúshtumar, situado en el barrio cariota de Alabasía, cuatro amigos comparten durante décadas un café y una larga conversación. Se conocen desde la infancia y su amistad se prolongará hasta el final de sus días. Cambia Egipto, cambian los dirigentes y los gobiernos. Cambian los amores, las mujeres, los trabajos y su estatus económico. Cambian sus gustos y sus preferencias políticas, pero permanecen fieles y leales a la amistad, que es siempre otra clase de amor, tal vez la más pura. Táher, Sádiq, Ismael y Hamada pasan de la infancia a la adolescencia, de la juventud a la madurez y de esta a la senectud. La vida les mima o les maltrata. Y en los amigos encuentran el desahogo, el consuelo, las ganas de vivir, el consejo y el abrazo, cuando todo se desploma a su alrededor. Pierden la fe en Dios y en la política, en el sexo o en el dinero, pero nunca la fe en la amistad. Por ello, el autor Naguib Mahfuz, el más conocido escritor egipcio, puede escribir al acabar la novela: “La verdad es que nos hemos convertido en augustos esqueletos, y el más infeliz de nosotros será el que siga viviendo después de que los demás hayan partido...”

 

domingo, 19 de enero de 2025

La Biblioteca Humana

 


    En el año 2000, empezó en Dinamarca una experiencia que luego se ha ido extendiendo por muchos países (a España llegó en 2021): Las Bibliotecas Humanas.

     En una Biblioteca Humana (Menneskebiblioteket, en danés) en lugar de tomar prestado un libro, tomas prestada una persona. En lugar de leer un libro lees una persona. La cosa puede funcionar más o menos así: un lector se acerca al mostrador y pide el catálogo humano. Cada persona tiene una etiqueta: parado, transgénero, refugiado, musulmán, monja, extranjero.. El lector elige una persona y durante un tiempo puede conversar con ella. El objetivo es ayudar a borrar prejuicios. Esta biblioteca humana tiene un lema “No juzgues un libro por su portada”. Está comprobado que nos bastan tres segundos para catalogar a una persona a la que acabamos de conocer: el color de su piel, su acento, su belleza o falta de ella, su ropa, etc. son determinantes para catalogar y etiquetar. Casi siempre este primer juicio es erróneo.

    Treinta minutos pueden hacernos descubrir muchas más cosas de una persona: ¡caben tantos yoes en un yo! Porque el extranjero, además de pertenecer a otra etnia o a otra religión, puede ser también un buen cirujano, un perseguido político, un padre de familia, un lector. Porque la monja, además de rezar, puede hacer un excelente trabajo en el barrio obrero, cuidar a otras monjas enfermas, reunirse cada jueves a dialogar con no creyentes, pintar en sus ratos libres. Y viceversa: hay manchones, muchas cosas innobles, actos que no nos dejan en buen lugar. Cada libro, como cada ser humano, tiene una única portada, pero muchos capítulos, muchas hojas, muchas líneas y muchas frases…

viernes, 17 de enero de 2025

Complicidad en la oración

   

     Durante el último año G estuvo en mi oración cada mañana, en ese camino desde mi casa, en el barrio de San Isidro, hasta la oficina, en el Palacio Butrón. Ayer supe que G había muerto. El cáncer lo había vencido en singular batalla. Tenía cuarenta y nueve años, mujer e hijos, y padres aún vivos. Nunca llegué a conocer personalmente a G. Pero la oración crea complicidades singulares, y una afinidad afectiva difícil de explicar. 

        Hace unos años L (amiga desde hace décadas) empezó a trabajar en la casa de G. Desde el primer momento se sintió tratada como si fuese un miembro más de de la familia. Y siempre que coincidía con L me hablaba de esa familia, de su trato afectuoso, de la bondad de G y de su mujer M. 

        Hace poco más de un año el cáncer fue diagnosticado. Y el diagnóstico no puso ser peor. Continuos ingresos en Valladolid y Madrid. Continuas altas. Ni en el hospital ni en casa G se permitió nunca una queja, aceptando con estoicismo y buena cara la merma progresiva de sus capacidades físicas.

        Fue una penosa enfermedad. En las últimas semanas los dolores se multiplicaron y la capacidad para respirar disminuyó. Quiso despedirse de todos sus seres queridos antes del final, dándoles las gracias por todo lo que le habían querido, animándoles a continuar con valentía su vida y reconociendo que su existencia había sido breve, pero se sentía un afortunado por los padres y la mujer que la vida había puesto en su camino. Deshecha en lágrimas, L me cuenta estas cosas y me dice que la grandeza de G en su enfermedad y en su despedida ha sido un consuelo para todos lo que le habían amado. Añado: también para los que habían rezado por él. 

jueves, 16 de enero de 2025

La caja de Amazon

     


    El presidente de Estados Unidos se despide de los norteamericanos al acabar su mandato presidencial. Y lo hace con una advertencia: cuidado con los superricos que están entrando directamente a ocupar el poder. Parece una advertencia sensata. Aunque no sé si durante los cuatro años como Presidente, el Sr. Biden ha hecho algo para contrarrestar las inmensas riquezas de los supermillonarios. Se sabe eso sí, si hacemos caso a Oxfam, que el capital de las cinco personas más ricas del mundo creció en esos mismos años un 114%.  

        En el mismo día en que Biden hacía su último discurso, Jeff Bezos lanzaba con éxito un cohete espacial. Y probablemente no es sólo una excentricidad. Él está seguro de que, ante un planeta Tierra agotado, hay que buscar nuevos territorios en el espacio donde encontrar nuevas materias primas. Las ganancias anuales de Bezos equivalen a la suma de los PIB de Croacia, Macedonia y Camboya juntas. Un español medio que no gastase nada de su salario durante 88 años seguidos habría ahorrado una cantidad inferior a lo que él gana en un minuto. Parecen datos escandalosos. Datos que pueden llenarnos de rabia y de indignación. Pero sería una rabia injusta porque a la fortuna del señor Bezos, como a la de otros tantos millonarios, colaboramos todos. Y además lo hacemos muy a gusto y muy contentos. Miles de repartidores llevan a tu casa cada día una caja de Amazon con su  sonrisa-flecha de oreja a oreja. Es la sonrisa de Bezos por tu lealtad y tu colaboración a su empresa.

lunes, 13 de enero de 2025

El Toisón para una Reina

 


    La noticia de la reciente concesión del Toisón de Oro a la reina doña Sofía por parte de Felipe VI, da para más de una reflexión. Hay algunas cosas que llaman la atención: es la quinta vez en los últimos seis siglos que el Toisón recae en una mujer. Segundo: es la primera vez que se otorga a una reina consorte. E independientemente del alto valor simbólico de esta distinción creada en 1429 por el Duque de Borgoña y que hoy en día representa la más alta condecoración de la Corona de España, todos entendemos que el collar del toisón premia a una reina, Sofía de Grecia, que siempre puso por delante la Corona a la mujer y a la esposa. En los últimos años meses han corrido ríos de tinta sobre los devaneos amorosos del rey Juan Carlos y sobre los chantajes de algunas de sus amantes, que le salieron respondonas y poco agradecidas. Impasible a todo esto, como lo ha sido en las últimas décadas, la Reina ha mantenido la dignidad, el papel regio en medio de dimes y diretes. Más importante que su felicidad personal o la tentación de mandar todo a freír espárragos, o de hacerse la víctima, hablar con la prensa y que la compadeciesen, Sofía de Grecia ha sabido ser la mano que cuida la cuna. Y en esa cuna estaba el actual rey Felipe VI. Por él y por el altísimo sentido que tiene de la institución monárquica, la reina Sofía no se ha movido un milímetro de su papel institucional. Esta dignidad regia en medio de tantas indignidades plebeyas ha merecido y merece el aprecio y la estima de tantísimos españoles. El Toisón, en este caso, recae en un noble pecho.

lunes, 6 de enero de 2025

Los cayucos de las mafias


        En medio de la incesante llegada de migrantes a las islas Canarias y cuando faltaban pocas horas para finalizar 2024, la Guardia Civil emitía un comunicado en el que afirmaba haber detenido a siete personas como presuntos autores de la muerte de cuatro migrantes durante la travesía desde Gambia a Canarias en un cayuco con 207 personas a bordo.

        Parece ser que debido a las condiciones durísimas de navegación, uno de los migrantes sufrió un episodio de desorientación lo que provocó desórdenes en el barco. Los patrones de la embarcación mantuvieron un rifirafe con el migrante en cuestión y con aquellos que trataban de defenderle. 

        Para atemorizar a los migrantes y restablecer la autoridad decidieron tomar represalias. Y de esta forma acabaron con la vida de cuatro migrantes, según han confesado los compañeros del infortunado viaje a la Guardia Civil.

        Un episodio trágico que nos acerca una vez más al problema migratorio. Europa se encuentra desde hace tiempo ante un dilema político y moral de difícil solución. Por un lado está la respuesta humanitaria de prestar ayuda y acogida a los que llegan a nuestras costas. Por otro lado, es consciente de que las mafias seguirán con su lucrativo negocio mientras el sistema humanitario siga funcionando. El elevado peaje que deben pagar los migrantes para subir al cayuco, exorbitante para un africano medio, no asegura siquiera el éxito de llegar sano y salvo a buen puerto. Como en tantas historias, de momento parece que la partida la ganan las mafias que operan sin cortapisas en las playas donde zarpan los cayucos.  


sábado, 4 de enero de 2025

Las rosas de Heliogábalo, de Alma-Tadema

 

        Durante unos meses se ha podido disfrutar en Madrid de una selección de obras de arte del coleccionista mejicano Pérez Simón. De entre todas ellas, salí a la calle con el recuerdo de una pintura titulada Las rosas de Heliogábalo. Su autor, el neerlandés Lawrence Alma-Tadema. En 1888, a su taller de Londres llegaron decenas de ramos de rosas francesas que le sirvieron para alumbrar la que todos consideran su obra maestra. Alma-Tadema se sentía horrorizado por la sociedad industrial tan gris de aquel momento y buscó inspiración en el mundo antiguo.

        Las rosas de Heliogábalo hace referencia a un episodio contado en Historia Augusta según el cual en una de las muchas veladas organizadas por el excéntrico emperador Heliogábalo (218-222), este hizo llover sobre los invitados, hermosas mujeres, hermosos hombres, una lluvia de rosas tan inmensa que algunos murieron ahogados. 

        En la pintura, el emperador (tenía 14 años cuando subió al trono y 18 cuando murió asesinado) preside un banquete al lado de un grupo de invitados. Por debajo del estrado, hombres y mujeres asisten atónitos e indolentes a este espectáculo de la lluvia de rosas bajo las cuales al final morirán ahogados. 

        Heliogábalo ha pasado a la historia como un degenerado que consumió su joven vida en medio de todos los vicios y las excentricidades. Cuando se es tan joven y se tiene tanto poder probablemente la tentación de utilizarlo mal es absoluta. El óleo de Alma-Tadema, con su increíble luminosidad, su cromatismo suave, es también un engaño y una burla, y esconde el anuncio de la muerte que puede llegar en medio de un banquete, con el sonido ligero de una doble flauta y miles de pétalos de rosas cayendo sobre las cabezas y ahogando con su perfume embriagador a los ignorantes ciudadanos que se creían honrados por asistir al banquete imperial y en el que, sin embargo, la muerte vino a sepultarlos en medio de un intenso olor a rosas. Con frecuencia los súbditos son solo juguetes en las manos despiadadas de los poderosos que encuentran mayor disfrute en el sufrimiento de sus ciudadanos que en su prosperidad. 

miércoles, 1 de enero de 2025

Unamuno: "primero la verdad que la paz"

        


        Cada 31 de diciembre son muchos los que se acercan ante la escultura en Salamanca de Miguel de Unamuno (obra de Pablo Serrano) para rendirle homenaje en el aniversario de su muerte. Está situada frente a la casa en la que vivió y murió el "rector perpetuo" de la universidad salmantina. 

        Ni en vida ni en muerte Unamuno contentó a nadie. Su divisa fue: "Primero la verdad que la paz". Y en esa España de conmigo o contra mí, era imposible que contentase a nadie. Clamó contra los excesos de la República y clamó contra los excesos del Alzamiento. Y se quedó varado en tierra de nadie. Ese es el destino de los que buscan la verdad. La tercera España que él soñó y que soñó un pequeño grupo de intelectuales no era miel para los labios de tantos asnos. 

     El mensaje de Unamuno sigue de actualidad en este tiempo de polarización y extremismos. Todos intentan apropiarse de don Miguel, vasco universal que encontró su lugar en el mundo en la Salamanca de piedras doradas. Los últimos meses (los que van desde su incidente con Millán de Astray en el paraninfo de la Universidad hasta su muerte), los pasó recluido en su casa, en una trágica soledad, metáfora de la soledad de un pueblo abocado al abismo fratricida. Una losa y unos versos en el cementerio de Salamanca guardan el 'insomnio' eterno de don Miguel: "Méteme, Padre Eterno, en tu pecho / misterioso hogar / dormiré allí, pues vengo deshecho/ del duro bregar”.

         En estos tiempos de posverdad y relativismo, Don Miguel de Unamuro sigue dictando desde su cátedra eterna lecciones muy útiles de convivencia.

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El café de Qúshtumar, de Naguib Mahfuz

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