Mostrando entradas con la etiqueta solidaridad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta solidaridad. Mostrar todas las entradas

viernes, 18 de abril de 2025

"Sed tengo", de Gregorio Fernández

 


Sed tengo es el primero de los grandes pasos que Gregorio Fernández realizó para la Semana Santa de Valladolid. Fue un encargo de la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, integrada por el gremio de los pasamaneros, por entonces muy activos en la ciudad. Gregorio Fernández, con la ayuda de su taller, lo llevó a cabo entre 1612 y 1616. Después de muchas vicisitudes históricas, el paso acabó integrado en las colecciones del Museo Nacional de Escultura, un museo que cada Viernes Santo abandona para participar en la Procesión General de la ciudad del Pisuerga, portado por la Cofradía de las Siete Palabras.

El paso está compuesto por el Cristo clavado en la cruz y cinco sayones: sayón de la escalera o del rótulo, sayón de la esponja de vinagre, soldado vestido con armadura y lanza en mano, sayón descalabrado que lanza el cubilete con los dados y sayón que mira al suelo para ver el resultado de los dados.

         “Tengo sed” fue la quinta de las siete palabras que cristo pronunció desde la cruz (las otras: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Hoy estarás conmigo en el Paraíso. Mujer, ahí tienes a tu hijo. ¿Por qué me has abandonado. Todo está consumado. En tus manos encomiendo mi espíritu). Las ‘Palabras’ constituyen, por tanto, una especie de testamento o resumen de la vida de Jesús de Nazaret. Cada Viernes Santo, la cofradía titular de las Siete Palabras convoca a vallisoletanos y forasteros a acudir a la Plaza Mayor para escuchar a un orador sagrado el Sermón de las Siete Palabras. Este acto, con toda su solemnidad y teatralidad, conserva aún la atmósfera de los grandes autos sacramentales llevados a cabo en la Plaza Mayor con motivo de las fiestas religiosas o de los autos de fe que tuvieron lugar en este mismo escenario contra hombres y mujeres acusados de herejía.

         El paso Sed tengo tiene forma de pirámide, geometría de equilibrio y perfección constructiva. Tiene una altura muy considerable, pues encaramado a la escalera y por encima de la cabeza de Cristo, el escultor coloca un sayón. La teatralidad barroca es la seña de identidad de los pasos de Gregorio Fernández. El pueblo iletrado es capaz de leer estas imágenes y conmoverse hasta las lágrimas, darse golpes de pecho, arrancar improperios contra los sayones o arrodillarse conmovido. Desde todos los ángulos de la plaza o de la calle, los devotos podían comprender el desarrollo de la Pasión de Jesús. En el caso concreto que describo, el paso reúne varios momentos de la Pasión: el grito de Jesús que clavado en la cruz, las manos crispadas por la el dolor y la fiebre, grita: tengo sed. El momento en que un sayón acaba de fijar al madero el rótulo del motivo de la condenación, resumida en el INRI, Jesús, el Nazareno, el Rey de los Judíos. La escena en que echan a suerte la túnica de Jesús, tejida de una sola pieza de arriba abajo. Y finalmente el instante en que un sayón, sirviéndose de una caña a modo de hisopo, acerca una esponja empapada en posca, vinagre con agua, muy utilizada por las legiones romanas,  a los labios de Jesús, mientras que otro sayón-soldado mira, curioso y burlón, al crucificado.

         El Cristo tallado por la magistral gubia de Gregorio Fernández es uno de los más hermosos que salió de sus manos: cuerpo esbelto y delgado, perfección anatómica, huellas de la flagelación en su espalda, marcas de las tres caídas en sus rodillas, rostro hermoso, manos crispadas que indican el momento en que el sufrimiento llega a su límite, expresión de mansedumbre y compasión, ojos entrecerrados, regueros de sangre en la espalda, brazos y piernas.

En cambio, Gregorio Fernández esculpió los sayones con todos los estragos del vicio, la brutalidad y la fealdad. Esto es algo también muy barroco, porque la idea de bondad-belleza y fealdad-maldad ha sido un artificio del que se han servidos muchos artistas. Los fieles debían comprender, al primer vistazo, quiénes son los buenos y quiénes son los malos. Pero lo que verdaderamente reflejan los sayones, no es la vileza ni el crimen, sino la indiferencia ante el mal. Por costumbre, por supervivencia, por obediencia, por instinto a seguir el juego a los que administran justicia y deciden sobre la vida y la muerte de los demás. Los que echan a suerte sus ropas simplemente están ejerciendo su derecho a quedarse con las vestiduras de los condenados. Una especie de salario por su tarea ingrata de conducir a los reos hasta el lugar de la crucifixión. El sayón encaramado a la escalera simplemente obedecía órdenes de clavar el INRI en el madero. Era su oficio. Probablemente no conocía ni el latín ni el griego ni el hebreo, las tres lenguas en las que estaba escrito el cartel. El sayón que le da a beber la posca, le da a beber lo único que tiene a mano, una mezcla de agua y vinagre, y que podía calmar la sed abrasadora que atacaba a todos los crucificados, pero también provocar las náuseas y el vómito. Lo que sí es cierto, como nos dicen los evangelistas, es que todo el mundo, los sayones y soldados incluidos, se reía y hacía mofa de los crucificados. Los condenados eran, en su mayoría, pendencieros y bravucones, ladrones u homicidas, rebeldes contumaces que habían desobedecido las leyes con altanería y chulería, habían atropellado o habían desafiado la autoridad religiosa. Pero en el momento de la crucifixión eran guiñapos de carne destrozada, cuerpos desgarrados por la asfixia, atormentados por la sed o los huesos descoyuntados. Simples piltrafas. Y por ello los sayones podían burlarse de ellos, recordarles sus fechorías y, así, humillarles y vejarles delante de todos. Las masas, ya se saben, son cambiantes y mudables. Bastan cuatro consignas para que cambien de bando y de parecer. Por eso, en el fondo, el populacho acudía gustoso y festivo a estos espectáculos.

         Los sayones son el reflejo, no de nuestra maldad, sino de nuestra capacidad para mimetizarnos con los deseos de los gobernantes y con los eslóganes de la chusma en mayoría. No es la maldad, es la indiferencia la que prevalece. O la obediencia ciega a quien ordena y manda. Hanna Arendt lo resumió muy bien en su famosa expresión: “la banalidad del mal”. El mal puede ser llevado a cabo por personas corrientes y molientes que, en determinadas situaciones de embrutecimiento colectivo, aplauden, gritan, lanzan piedras o bombas. Lo mismo que, en determinadas circunstancias, fríos funcionarios o soldados ejecutan lo que se espera de ellos en esa hora precisa.

         El grito desgarrador de Jesús en la cruz “Tengo sed” será siempre el grito de los hombres y mujeres que sufren en cada momento. Tienen sed los migrantes que en cayucos arriban a nuestras costas, y que esperan desesperadamente que un voluntario acerque a sus labios una botella de agua. Tienen sed de pan, valga la contradicción, los niños desnutridos de tantos países del llamado Tercer Mundo. Tienen sed de paz los soldados que, sin comerlo ni beberlo, tienen que ir al frente a defender decisiones políticas tomadas en impolutos despachos. Tienen sed de compañía los ancianos aparcados que no reciben visitas, ni abrazos, ni un solo gesto de afecto. Tienen sed dignidad los trabajadores a los que un sistema injusto laboral condena a un trabajo de esclavos, incluso en nuestras ciudades opulentas. Tienen sed de respeto tantas mujeres maltratadas en sus propios hogares o víctimas de explotación sexual en burdeles de carretera. Tienen sed de cultura y oportunidades niños y jóvenes de todas las periferias, que desde pequeños se sentirán condenados a una cadena perpetua de subclase.

         “I thirst” estaba escrito por todas las partes en la casa de Madre Teresa de Calcuta, en el Congo. Este grito de Cristo en la cruz fue elegido por la misionera de origen albanés para dar sentido a su vida y trabajo en medio de los pobres más pobres. Tengo sed escrito en inglés lo leí nada más llegar al orfanato de las Misioneras de la Caridad en Kinshasa en 1998. Lo vi escrito en letras grandes en el comedor donde más de dos centenares de niños huérfanos devoraban su plato de fufú y su vaso de agua. Escrita ahí, en este comedor de niños abandonados, tenía todo su sentido y su valor.

         También la Madre Verónica, fundadora de Iesu Communio ha hecho de esta ‘quinta palabra” el centro de su vida. Ella lo escribe siempre en hebreo, la lengua de Jesús. Y suena así: Tsajenà. Y en su caso no se refiere a la sed material, sino a la sed de dignidad de tantos seres humanos. Precisamente ella, nacida María José Berzosa, al emitir sus votos religiosos, quiso llevar el nombre de Verónica, no por la mujer que limpió, según los evangelios apócrifos, el rostro de Jesús en la Calle de la Amargura, sino por la joven maltratada y explotada que conoció en Burdeos. Ella, Véronique, gritaba llorando “nadie me quiere, no tengo a nadie”, que es otra manera de gritar: “Tengo sed”.

         Cada Viernes Santo en la ciudad de Valladolid, el paso Sed Tengo, de Gregorio Fernández, no es solamente una simple evocación de una escena ocurrida en Jerusalén hace dos milenios, sino una fotografía exacta de nuestro mundo. Y tal vez de nuestro corazón.



















 


domingo, 9 de febrero de 2025

La escuela, refugio de muchos alumnos

 

        Muchos maestros pasan más horas con sus alumnos que los padres con sus hijos. Un maestro, si tiene vocación de maestro, si los alumnos le interesan más que las programaciones y los formularios que la administración pide para su cumplimentación, puede darse cuenta de carencias, necesidades, dramas familiares. Y si un maestro tiene empatía, no con los más listos de la clase, sino con los más frágiles y vulnerables, puede hallar el camino para poner algún remedio a esas carencias. Como leemos en la pizarra de esta foto, a veces la escuela es un refugio para el alumno. El maestro tiene esa responsabilidad pero al mismo tiempo ese don y ese inmenso poder de mejorar vidas que nacen a la vida. ¡Cuántos niños encontrarán cada día afecto y consuelo, estímulo y luz en medio de la oscuridad que puedan vivir en casa! Por ello, hay maestros que detectan que el niño llega sin desayunar, o que las condiciones higiénicas en su casa escasean, o que otro alumno le hace la vida imposible, o que sus padres se pasan el día riñendo, o que duerme en casa de la abuela, porque a los padres divorciados, que tienen nueva pareja, el hijo les estorba. Y tristemente, hay maestros que sólo conocen la cifra de la nómina, la nota de los exámenes o cuándo caen las vacaciones.  

domingo, 19 de enero de 2025

La Biblioteca Humana

 


    En el año 2000, empezó en Dinamarca una experiencia que luego se ha ido extendiendo por muchos países (a España llegó en 2021): Las Bibliotecas Humanas.

     En una Biblioteca Humana (Menneskebiblioteket, en danés), en lugar de tomar prestado un libro, tomas prestada una persona. En lugar de leer un libro, lees una persona. La cosa puede funcionar más o menos así: un lector se acerca al mostrador y pide el catálogo humano. Cada persona tiene una etiqueta: parado, transgénero, refugiado, musulmán, monja, extranjero, ex-presidiario... El lector elige una persona y durante un tiempo puede conversar con ella. El objetivo es ayudar a borrar prejuicios. Esta biblioteca humana tiene un lema “No juzgues un libro por su portada”. Está comprobado que nos bastan apenas tres segundos para catalogar a una persona a la que acabamos de conocer: el color de su piel, su acento, su belleza o falta de ella, su ropa, sus primera frase, etc. ¡En tres segundos ya etiquetamos y catalogamos a alguien! Casi siempre este primer juicio es erróneo.

     Treinta minutos de conversación pueden hacernos descubrir muchas más cosas de una persona: ¡caben tantos yoes en un yo! Porque el extranjero, además de tener un pasaporte distinto o pertenecer a otra etnia o a otra religión, puede ser también un buen cirujano, un voluntario en Cruz Roja, un abnegado padre de familia, un lector asiduo. Porque la monja, además de rezar, puede hacer un excelente trabajo en el barrio obrero, cuidar a otras monjas ancianas, reunirse cada jueves a dialogar con no creyentes o pintar buenos cuadros en sus ratos libres. Y viceversa: hay manchones, muchas cosas innobles, que no dejarían en buen lugar a los que se creen o nos creemos "normales y ejemplares". 

        Imaginemos, por un momento, a un sujeto llamado Patrick que es presentado en una 'biblioteca humana' con la etiqueta "alcohólico". Y al día siguiente con la de "científico". Y a la semana, con la etiqueta "activista medioambiental", y más tarde, con la de "refugiado político", 'homosexual', 'católico' o 'africano'. Es la misma persona. El mismo Patrick científico, alcohólico, activista, refugiado, homosexual, católico y africano. Y sin embargo la actitud del 'usuario lector', a la hora de conversar con él, sería muy distinta dependiendo de la 'etiqueta' que cada día cataloga al tal Patrick. 

    Cada libro, como cada ser humano, tiene una única portada, pero muchos capítulos, muchas páginas , muchas líneas y muchas palabras…Por lo tanto, "No juzgues nunca un libro humano por su portada".

jueves, 17 de octubre de 2024

Héctor & Friends: 50 vueltas al sol

 

    Una mañana te levantas de la cama y empiezas a recordar las cosas que hiciste para que alguien se sintiera mejor, pudiera vivir mejor o incluso fuera un poco más feliz gracias a ti.

    Ese día me llegó a mí no hace mucho…

    Tengo grabado lo que me decían mis padres o lo que recuerdo de las viejas historias que me contaron en mi infancia: “la manera de conseguir la felicidad es hacer felices a los demás”, un secreto a voces, tan sencillo como auténtico.

    Ahora que ya voy conociendo lo que es la madurez gracias a mi medio siglo de vida, tengo la certeza de que eso es lo más importante en mi existencia en este momento.

    Colaborar con Puentes desde sus orígenes no ha sido difícil porque es una ONG que conozco bien y a sus integrantes también.

    Este año es importante para mí por hacer 50 vueltas al sol y eso me hacía también repensar en cómo quiero que sean las siguientes, por eso se me ocurrió la idea de organizar un concierto con artistas locales con un fin solidario.

    La respuesta ha sido espectacular: Carmen Sánxez, Golpe Maestro, Mike Terry, Ezequiel, Feli Paita, María Sotelo, Los Flekis, David, Dani Vaeda, Elías Foc, Caballero y las Sonrisas, Julio Zé y María y Zachy se han unido a la fiesta. Lucy Carrera, Javi Frankelo, Cacia y Gonzalo a Secas no han podido por diferentes motivos.

    La solidaridad, el buen rollo y las ganas de hacer música y regalar momentos únicos hacen de este concierto algo mágico.

    Agradecer de corazón a la gente que lo va a hacer posible: al Salón en Llamas por cedernos su local, a los artistas invitados por su arte y a los que asistan porque seguro que gracias a todos podremos generar un impacto positivo en algún alma humana y seremos más felices por ello.

    Por último, dar la gracias a Puentes por su gran trabajo durante estos 25 años de dedicación hacia los más necesitados.

     Héctor Pariente Martínez


    Hace muchas vueltas al sol, coincidía cada domingo con Héctor y Esther, en un voluntariado en la residencia de ancianos Cardenal Marcelo. Ellos eran jovencísimos entonces, pero recuerdo su constancia cada mañana de domingo, su capacidad para poner música a los encuentros con los viejecitos y su talento humano para añadir un poco de dicha a las personas mayores que, en general, tenían muchos motivos para sentirse tristes. Así que esta convocatoria de Héctor para reunir a sus 'friends' y al mismo tiempo hablarles del Territorio Puentes y de las personas que lo habitan es para mí una gran alegría y un motivo de agradecimiento: 

    También cada noche, una ambulancia da vueltas y vueltas por las calles de Kinshasa (Congo), deteniéndose en los lugares donde menores de la calle necesitan un paracetamol, unos antibióticos, unas vendas. O un oído que escuche y unos brazos que abracen. Es precisamente a este proyecto donde irá la solidaridad de este encuentro de Héctor & Friends.  

   Juan Bautista Aguado - Puentes







viernes, 4 de octubre de 2024

Proyecto Caramelos 2024: "campamentos en Amozoc"

 


Juan Vaccari (Sanguinetto, 1913 - Aguilar de Campoo, 1971) fue un religioso guaneliano al que recuerdan entrañablemente los que le conocieron por tierras italianas y españolas, y otros muchos que han podido 'conocerle' a través de sus escritos y de los libros y artículos publicados sobre su figura. 

En Puentes honramos la memoria del hermano Juan con dos iniciativas.

     Premio Hermano Juan: Cada 9 de octubre (fecha de su muerte) Puentes da a conocer el Premio Hermano Juan. Dotado con una pequeña cantidad, exactamente el 1% de los donativos que la Ongd haya recibido el año anterior. Es una cantidad simbólica, pero también expresa la voluntad de compartir algo, aunque sea poco, con otras asociaciones que en nuestro propio entorno luchan de forma desinteresada por los demás.

Proyecto caramelos. Puentes, también cada 9 de octubre, invita a colaborar con un proyecto solidario. En esta ocasión el proyecto elegido es “Campamentos de verano para niños y adolescentes de la parroquia San Luis Guanella, en Amozoc-México”, que los religiosos guanelianos organizan como parte de su misión caritativa en medio de la infancia y juventud necesitadas. Este “Proyecto caramelos” está especialmente dirigido a los antiguos alumnos que estudiaron en Aguilar de Campoo y Palencia y a todas las personas que sienten una especial devoción por la figura del hermano Juan.

Para los antiguos los alumnos esta es una forma de devolver un poco de lo mucho que recibieron en su infancia y adolescencia en Aguilar de Campoo y en Palencia. Los que tuvimos la suerte de convivir con el hermano Juan recordamos su continuo deseo de hacernos la vida más fácil en el internado, mediante juegos, concursos, caminatas por los alrededores, fiestas y pequeñas excursiones. Y así, entre juegos y diversiones, nos inculcó el sentido del esfuerzo y de la superación, e igualmente la belleza de la fe en un Dios Bueno y Providente.

Para los devotos de Juan Vaccari es una forma de imitar y honrar su vida. En los últimos años la figura del hermano Juan se ha difundido mucho. La publicación de sus diarios y los diversos estudios sobre su personalidad han llegado a muchas personas que se han sentido conmovidas por la fe recia y dulce de este buen hombre. Por otro lado, el proceso abierto para su beatificación ha superado la fase diocesana (concluida en Palencia en noviembre de 2022) y ya se encuentra en la Santa Sede.

A unos y a otros, su vida es una enseñanza que puede ayudar a ser mejores cada día, mediante la humildad, la oración continua, la servicialidad hacia todos y la alegría de ser creyentes. No haremos cosas extraordinarias, pero sí podremos hacer bien y en conciencia las pequeñas acciones de cada día.

Por todo ello, desde hace muchos años cada 9 de octubre se recuerda que en su testamento el hermano Juan Vaccari había pedido que "si el día de mi muerte se encontrase algo de dinero en mis bolsillos, deseo que se compren caramelos para los chicos con alguna discapacidad”, que es como decir: deseo que en mi nombre los niños desfavorecidos tengan un poco de alegría y de contento. Este es el motivo por el que a este proyecto solidario (en este año 2024, para los niños y niñas de Amozoc en México) le llamamos “Proyecto Caramelos”.

IBAN: ES46  0030 6018 1700 0105 1272 (B. Santander): “Proyecto Caramelos”

BIZUM: 10009 "Proyecto Caramelos


Imagen del Campamento en Amozoc - verano 2024


Cartel para el Día de los Caramelos en India


Barza d'Ispra: sepulcro del Hermano Juan


Imagen del Campamento 2024




Número especial de Servir 


Caramelos para los "buonifigli"


Niños y adolescentes participantes en el Campamento



Aunque borrosa, la imagen capta el momento en el que el Hno. Juan tira caramelos 
a sus alumnos de Aguilar de Campoo 


Bizum para colaborar con Proyecto Caramelos














miércoles, 4 de septiembre de 2024

¿Por qué hay que ser solidarios?


       Solidaridad, altruismo, generosidad, caridad, filantropía, fraternidad… distintas palabras para hablar del apoyo y adhesión a la causa de otras personas. Cuando definimos a alguien como ‘solidario’ queremos decir que es una persona que hace suya la causa del otro y le muestra su cercanía con una ayuda concreta.

        Hay una solidaridad verdaderamente comprometida: la de los voluntarios. Es una solidaridad de quien pone su tiempo y sus cualidades personales al servicio de personas excluidas o necesitadas. Es la solidaridad de los que atienden los roperos parroquiales, de los que llevan calor y café a los que duermen en la calle, de los que escuchan a quienes llaman al teléfono de la esperanza, de los que colaboran en los almacenes del Banco de Alimentos, de los que animan un campamento para hijos de migrantes o acompañan a ancianos a la consulta del médico. Seguro que podéis añadir muchos más ejemplos.

            Hay otra solidaridad y es la de quienes comparten sus recursos económicos con los más desfavorecidos en España o en otros países empobrecidos del planeta. Los hay que, en tiempos de catástrofes, como por ejemplo una guerra o una hambruna, un terremoto o un ciclón, envían un donativo. Y los hay que, de forma estable y continuada, sostienen proyectos sociales y humanitarios, por ejemplo una investigación contra el cáncer, una escuela o un comedor social en países pobres. Son los miembros de las más variadas asociaciones, ongd’s o fundaciones.

            Ambas formas de solidaridad son necesarias y son muy importantes para la sociedad. Existe también una solidaridad de palabra y de boquilla. Esta solidaridad la vemos todos los días en las redes sociales, Facebook, Instagram, Twitter, etc. Bien podemos decir que es una “solidaridad de postureo”. Si la empatía se limita a un ‘me gusta’ y a un emoticono que nada cuesta, podemos pensar que, más que solidaridad, es el deseo de aparentar que somos mejor de lo que somos. Mostrar continuamente que algo nos apena o dar un ‘like’ en contra de la guerra de Ucrania o de la falta de escuelas en Sudán, y no hacer nada más, resulta, como poco, una actitud sospechosa de hipocresía.

            Probablemente, solo cuando la solidaridad nos cuesta, aunque sea un poco, tiene valor. La solidaridad que cuesta tiempo, energías, disponibilidad y dinero es la que cuenta y la que vale. La solidaridad del “me gusta” y “yo apoyo la causa” tiene valor cuando va acompañada de un segundo movimiento: dar algo de nosotros o dar algo de lo nuestro. “La indignación –repetía el filósofo Stéphane Hessel- sólo puede durar unas horas; luego hay que pasar a la acción”

            Últimamente se han publicado muchos estudios sobre la solidaridad y todos concluyen que ser solidarios nos hace mejores personas. Y lo que es más importante: nos hace un poco más felices. Ser solidarios –aseguran estos estudios- no beneficia solo a los destinatarios que reciben la ayuda, sino a los que dan esa ayuda. Ser solidarios nos ayuda a ponernos en lugar del otro, a ver el mundo desde un ángulo diferente. Otros beneficios de ser personas solidarias son: aumenta la autoestima, refuerza la inteligencia emocional, alivia el estrés, redobla la positividad, desarrolla el sentido de gratitud ante la vida, te enseña a no quejarte continuamente de lo que te sucede y de lo que acontece en el mundo. La solidaridad nos ayuda a salir de nuestro ombligo y a identificarnos  con causas ajenas a nosotros y a nuestro pequeño círculo familiar.

            Un aspecto muy importante de la solidaridad es 0que abre delante de nosotros un horizonte nuevo: el horizonte de la bondad. El mundo no es únicamente una sucesión de injusticias y de catástrofes, de gente mala y egoísta, de violencia y de rencor. La solidaridad abre nuestros ojos a la bondad, la piedad, la generosidad y la luz. En el fragor de la guerra, siempre hay una enfermera que cura las heridas. Junto al hambre, siempre hay quien prepara un puchero y lo reparte. Cuando el terremoto desmorona las casas, siempre hay un vecino que ofrece su hogar. Existen el ébola y la malaria, pero también el voluntario silencioso que acompaña en la enfermedad.  

                Todo esto, ese lado luminoso del mundo, es mucho más fácil de descubrir cuando uno se ha comprometido, cuando uno es solidario con una buena causa. Quien pasa junto a puente donde un vagabundo andrajoso dormita, solo ve a un vagabundo andrajoso. El voluntario que cada noche recorre esos mismos puentes no ve vagabundos andrajosos, ve seres humanos que agradecen un café caliente, una manta sobre sus hombros, y una palabra de saludo y cortesía.

                Las personas solidarias no se pasan el día quejándose de los males del mundo, de los telediarios infames, de los periódicos nauseabundos. Las personas solidarias conocen las miserias del mundo, pero también las mil historias de esperanza y de bondad. También de alegría y gratuidad. Podemos apenarnos por los niños que no van a la escuela, pero también alegrarnos por los niños que, gracias a la ayuda de personas solidarias, están ante su pupitre.  

                Son muchos los que piensan que la solidaridad es un parche insignificante en un bache infinito, una gota de agua en el ardiente desierto. Son muchos los que piensan que no hay que ofrecer solidaridad, sino exigir justicia. Que hay que cambiar las estructuras de poder y las relaciones internacionales. Y tienen razón, claro que sí. Pero hasta que las leyes sean justas, hasta que las estructuras internacionales sean de verdadero progreso y equidad, todavía queda mucho, muchísimo. A ese territorio de pobreza, a ese vacío de justicia, es al que se dirige la solidaridad. El niño que no estudia porque su gobierno no paga la escuela de su pueblo, no podemos decirle que espere hasta que el derecho a la educación le alcance. Solamente podemos decirle, si aún somos humanos: “cuenta conmigo, yo me hago responsable de tu educación”.











miércoles, 14 de agosto de 2024

La escuela: una llama que no se apaga nunca

 

Como ya sucedió el curso escolar anterior, muchas escuelas de amplios territorios de la R. D. del Congo no abrirán al inicio del curso escolar. Hace unos días,  el misionero Blaise Mukampiel me decía por teléfono que, de momento, no habían podido regresar a Bateke, de donde fueron expulsados por la violencia extrema hace ahora año y medio y donde aún no se dan las condiciones para regresar. La guerra en El Congo es una guerra olvidada, o quizás sería mejor decir escondida. La guerra llegó a la meseta de Bateke en mayo de 2023. Y con ella, la destrucción de muchas escuelas o su apropiación por parte de la guerrilla o del ejército para transformarlas en refugios para los soldados o los guerrilleros. Y en esas seguimos aún. Pero en este mundo nuestro, sólo se habla de la guerra de Rusia-Ucrania o de la guerra de Israel-Palestina. Es lo que hay.

                A sólo 130 km de Bateke está Kinshasa, la capital de la R. D. del Congo. Y en esta ciudad, gracias a Dios y por ahora, las escuelas abrirán los primeros días de septiembre. Este es el motivo por el que, un año más, pido vuestro apoyo al programa de alfabetización y escolarización de menores de la calle en la ciudad de Kinshasa. 

            En un reciente estudio del pasado mes de julio, la Ong jesuita Entreculturas, experta en educación, decía: "Más  de 460 millones de niños, niñas y adolescentes viven en zonas de conflicto. Unos conflictos que han provocado que una quinta parte de los niños y niñas del mundo, el mayor número de la historia, se encuentren hoy en situaciones de emergencia, haciendo que peligre su vida, su derecho al aprendizaje y sus oportunidades de futuro”. 

“En estos contextos, incluso en las guerras más cruentas, la escuela significa mucho para la infancia. Es el lugar donde pueden recuperar, aunque sea por unas horas, la normalidad, el juego y el aprendizaje”. Y en el informe se hace un llamamiento: “fortalecer las escuelas para que sean un entorno protector y protegido, para que niños y niñas puedan permanecer en el sistema educativo. Una seguridad que va más allá de lo educativo y que engloba otros derechos humanos que están estrechamente relacionados, como el derecho a la sanidad o a una buena alimentación”.

La escuela no es un edificio. Ni unos materiales. Ni unas herramientas.  La escuela son los maestros que transmiten conocimientos y valores. La escuela son los compañeros con los que establecemos vínculos, a veces de por vida. La escuela es, en muchas ocasiones, una ocasión única para el aseo personal, la comida a mediodía, el uniforme que nos permite sentirnos iguales al resto de compañeros. La escuela es una pequeña luz que se enciende en la cabecita de un niño y que no se apagará nunca jamás.

Centenares de niñas y niños, rescatados de la calle y sus mil peligros, empezarán el día con un paseo hasta la escuela, vestidos y aseados, con su mochila, su cuaderno y su lapicero. Allí les esperará un maestro que encenderá en sus mentes esa pequeña llama de conocimiento. Una llama más importante y más necesaria que la llama olímpica que cada cuatro años abandona la ciudad de Olimpia para presidir los Juegos en una gran ciudad del mundo.

    ¿Deseas colaborar con un mes de escuela? 15 euros.

    ¿Deseas colaborar con un año de escuela? 150 euros.
















lunes, 5 de agosto de 2024

Concierto Benéfico: Bienvenidos al Paraíso


  

El Ayuntamiento de Valladolid, con motivo de la celebración del Día del Cooperante, ha organizado un Concierto Benéfico que tendrá lugar el próximo 15 de septiembre, a las 19:30 horas, en la Sala Sinfónica del Centro Cultural Miguel Delibes (Valladolid).

            Fue la Coordinadora de Ongd de Castilla y León (COODECYL) la que propuso que el Concierto de 2024 fuese a beneficio de Puentes Ongd que desde hace más de dos décadas colabora con OSEPER (Obra de Acompañamiento, Educación y Protección de los Niños de la Calle), creada por los misioneros guanelianos (Siervos de la Caridad).

Una serie de acontecimientos dramáticos (Guerra del Congo, genocidio congoleño, surgimiento de guerrillas en torno a las minas de coltán) provocaron en torno a 1998 un fenómeno nuevo y desconocido en la R. D. del Congo, corazón del África Negra: los niños de la calle.

Las razones de este dramático fenómeno son muchas: niños huérfanos como consecuencia de la guerra o de la hecatombe del Sida, niños soldados forzados y abandonados a su suerte, desmoronamiento de los valores familiares y tribales, la desestructuración de la sociedad, la pobreza extrema que condujo a un sálvese quien pueda, etc.

La acción globalizadora de OSEPER alcanza a todos y cada uno de los aspectos de los menores de la calle en la ciudad de Kinshasa (R.D. del Congo): localización de los niños en torno a los mercados tradicionales, punto de agua potable, refugio nocturno, ambulatorio móvil por las calles de la ciudad, casas de acogida para niños y niñas, programas de alfabetización, enseñanza reglada en diversas escuelas, módulos de formación profesional, asistencia sanitaria que incluye detección del sida, reunificación familiar donde es posible, inserción laboral, acompañamiento y sanación de experiencias traumáticas, ocio y tiempo libre, formación en valores, promoción de una cultura de acogida a los niños y niñas de la calle en medio de las instituciones políticas y sociales del Congo, etc.

Dentro de este amplio programa de actividades, PUENTES ONGD, desde la modestia de sus recursos, colabora anualmente en dos proyectos concretos: Uno: Escolarización y alfabetización de los menores en la calle. Y Dos: asistencia sanitaria a través de la ambulancia que recorre cada noche la ciudad para ir al encuentro de niños enfermos o heridos.

El programa educativo con el que colabora Puentes incluye las “Veladas de danza y dramatización”. En las distintas casas de acogida, los momentos de canto, danza y dramatización están muy presentes. El canto y la danza son consustanciales al alma africana. Se canta y baila para expresar la alegría y gratitud por tantos motivos, para manifestar alabanza y honrar a Dios o a los antepasados. Para recordar las penas, los trabajos y el sufrimiento. La cultura eminentemente oral del Congo facilita este tipo de expresiones. A medida que los menores ganan confianza y superan el shock, pueden hablar de sus experiencias traumáticas, de la historia de su familia o de su tribu, de su orfandad o de la acusación de ‘niños brujos” a la que un día les condenó todo su entorno.

Para una pequeña Ongd como Puentes, este concierto es un bonito regalo en este año en que celebramos el 25 Aniversario de su fundación. Una pequeña Ongd que ha hecho del voluntariado y de la gratuidad las columnas de la filosofía de su proyecto. Tender puentes, en lugar de levantar muros, en un mundo tan polarizado y hostil, es una manera diferente de ser y estar en esta sociedad.

Recibimos, por tanto, este regalo con inmensa gratitud. No es sólo una oportunidad de un ingreso extraordinario, es también una oportunidad para hablar de una realidad dramática, pero donde, de hecho, caben la esperanza y la alegría: los niños y niñas de la calle de Kinshasa.

La Sala Sinfónica del Centro Cultural Miguel Delibes ofrecerá su imponente escenario para celebrar el Día del Cooperante 2024. Y será un lujo la presencia en ese escenario de IPHARADISI ‘Bienvenidos al Paraíso’, el grupo de música coral que descubre para nosotros la música tradicional africana, con su color y su ritmo, su sabor y su belleza. Canciones en Suajili, Venda, Sesoto, Zulú o Xhosa, interpretadas por cerca de 100 voces y acompañadas por instrumentos como el saxofón, contrabajo y piano, sin olvidar la percusión africana. IPHARADISI, nos invita a hacer un viaje musical por el alma del África Negra. Y también a dejarnos empapar por las notas musicales y las historias que suceden más allá de nuestro jardín y de nuestro cerrado mundo.

Ya se pueden sacar las entradas on line al precio popular de 10€. Os esperamos el próximo 15 de septiembre. Y os agradecemos la difusión de este Concierto.

https://www.centroculturalmigueldelibes.com/evento/concierto-benefico-dia-del-cooperante/

Ojalá que “Bienvenidos al Paraíso” no sea sólo la música de fondo del Concierto Benéfico, sino también un saludo, un desiderátum, una invitación para todos los que llegan a la vida, independientemente del país al que llegan, para todos los que habitan esta Tierra y para todos los que han atravesado mil noches oscuras de maltrato, hambre, violencia o incultura.

¡Bienvenidos a la música!

¡Bienvenidos a la solidaridad!

¡Bienvenidos al Paraíso!



















martes, 14 de noviembre de 2023

El Cartel Conmemorativo

 

Cuando en la reunión de la Junta Directiva del pasado mes de agosto se pensó en un cartel conmemorativo para celebrar los 25 años de Puentes, rápidamente nos pusimos de acuerdo en que la persona indicada para realizarlo era José Manuel García, ‘Josete’. Le llamé por teléfono y, aunque se encontraba en Estados Unidos, aceptó el encargo a la primera.

Arandino de nacimiento, muy pronto el gusanillo del dibujo y del diseño fue ganando espacio en sus aficiones y en su formación académica. Diseñador gráfico & ilustrador, o Freelance Graphic Designer, por entendernos en inglés, ha colaborado en multitud de proyectos muy bien acogidos. Y es también escritor y autor de varios cuentos, como La costurera de corazones, El hijo del hombre del saco o el Circo de Igor. 

Ha pasado largas temporadas en Nueva York, aunque actualmente reside en Madrid, donde se desarrolla profesionalmente. En 2007, Puentes convocó un concurso para elegir el logo corporativo y fue precisamente ‘Josete’ quien lo ganó. Desde entonces, cualquier colaboración que le hemos solicitado la ha realizado con espíritu solidario y “por amor al arte”. La revista Servir (padres guanelianos) contó durante muchos años con sus ilustraciones. Me gusta recordar que hace algunos años donó a Puentes varias cajas de camisetas con diseños suyos que se vendieron pronto y bien..


Y aquí tenemos el cartel de ‘Josete’: Sobre un fondo suave, un blanquiazul desvaído, podemos apreciar tres franjas. En la franja superior, aparecen dos leyendas. En lo más alto “1998 – Puentes Ongd – 2023”, fecha de la fundación, nombre de la asociación y fecha actual.  Y una segunda leyenda: “25 Años de una corriente solidaria”. Aunque el nombre ‘Puentes’ llegó en 2007, la corriente solidaria, esa voluntad de hacer algo por los demás, había aparecido antes, ya en 1998, primero con el nombre ‘Ghana Solidaridad’ y luego bajo la denominación de ‘Misiones Guanelianas’.

El segundo elemento ocupa la franja central y es una representación del Mundo. Curiosamente, Josete acudió a la inteligencia artificial para crearlo. La Bola del Mundo aparece agitada por el caos: una masa informe de agua, donde las corrientes del bien y del mal chocan entre sí enfurecidas. Y los continentes y las islas parecen “tierras a la deriva”. Y sin embargo, este mundo caótico tiene su contrapunto de alegría y esperanza en los tres árboles que crecen frondosos como bellos frutos de la Tierra.

Y bien podríamos decir que este Mundo es un desafío y un planeta fértil para quien busca el bien, pero también una desolación y una tristeza, porque por mucho que nos empeñemos en cambiar el Mundo, la Historia sigue con sus avances, retrocesos, empujones y parones, en un vaivén inquietante y misterioso. “Nosotros – lo decimos mucho en Puentes- no vamos a cambiar el Mundo, con mayúscula, pero sí el mundo, con minúscula, de personas concretas, con su nombre, su rostro y su historia”. Y estas tres cosas (nombre, rostro e historia) están representadas en los tres árboles. “Cambiar el mundo de una persona concreta” es el objetivo y la razón de la lucha de la Ongd. El diseñador ha querido coronar este Mundo con el logo de Puentes, en color plateado, para simbolizar las bodas de plata que hoy conmemoramos.

Y llegamos a la tercera parte del cartel. Frente a los colores tenues, pálidos de toda la parte superior y central, en esta franja inferior encontramos una explosión de vida y diversidad. Son los rostros de los que en un momento u otro del cuarto de siglo de Puentes, han sido  sostenidos por la generosidad de nuestros donantes. Ellos y ellas han sido y son la razón de ser de Puentes. Niños de la calle, jóvenes con discapacidad, mujeres adultas, madres solteras, enfermos, africanos y latinos, niños, jóvenes, adultos y mayores. Se llaman Kwame, Kwasi, Jean de Dieu, Chibiken, Keke, María, Guadalupe, Flor, Francisco, Belinda o Iliana. Y tienen a sus espaldas una historia de desdicha, pero también de superación y esperanza. Han comenzado a leer y a escribir, han llegado a estudios superiores, han encontrado un hogar cálido para su discapacidad, han aprendido un oficio, han hallado medicinas y curas en el ambulatorio, han trabajado en la cooperativa cafetera, en el vivero o en el gallinero. Se han formado en dignidad y derechos humanos, han sido comprendidos en su pobreza y animados en su trabajo, en su igualdad de mujeres. Han mejorado su vivienda, su calzado ortopédico, o han podido llevar gafas y pasar por el dentista. Y sobre todo se han sentido valorados, apreciados, reconocidos en su dignidad de seres humanos, a pesar de los pesares.

Este cartel representa todo esto. Y mucho más que no se ve, “porque lo esencial, como nos enseñó El Principito, siempre es invisible a los ojos”.

En este lado del puente, contemplando el cartel, voluntarios y donantes solo podemos sentirnos agradecidos por haber tenido la oportunidad de construir un puente, apenas un puentecillo, apenas una corriente de solidaridad. Una vez más, comprobamos que, al dar algo, nos mejoramos y ganamos en estatura moral. Y, al entregar nuestro tiempo o nuestro talento por los demás, nos enriquecemos, de manera misteriosa, pero cierta.

Feliz Aniversario. Gracias, amigos y constructores de puentes, por estos 25 Años.













A destacar

Rafa Nadal: más que 14 Roland Garros

       Pocos discuten a Rafa Nadal su valía como deportista de élite en las canchas de tenis. El mejor tenista de la historia en tierra bati...

Lo más visto: