David Lafoz Gimeno, un agricultor zaragozano de
27 años, ha tirado la toalla. No sólo la toalla de su lucha por defender su
oficio de agricultor, su tierra, su trabajo, o por ir en contra de la agenda
2030, sino la toalla de la vida y del vivir.
Este joven agricultor probablemente sabía algo del
campo. Tal vez un poco más que los políticos, los asesores, los expertos que en cómodas salas de
reuniones de Nueva York, Bruselas o Madrid dicen lo que tiene que ser o dejar
de ser la agricultura y la ganadería. Gente que no ha pisado nunca un establo,
que no ha pasado una noche en vela para facilitar el parto de una vaca, que no
ha vareado un olivo, que no conoce la picazón del tamo en el cuello sudoroso, o
que no distingue el olor inconfundible de la fermentación del mosto…redactan
normas, leyes y decretos, con admirables buenas intenciones, pero sin tener en
cuenta a los millones de agricultores y ganaderos que cada día trabajan
duramente para abastecer los supermercados y los frigoríficos.
David ha tirado la toalla, ha dejado el
arado, el tractor, la pala y la cosechadora y ha decidido irse, como él mismo ha
escrito… "Lo siento
por despedirme de esta manera tan cobarde, pero no aguanto más presión, no
aguanto estar discutiendo todos los días con gente, no aguanto más inspecciones
de Hacienda ni de trabajo, no aguanto trabajar 18 horas para vivir".
En las inmediaciones de la iglesia donde se ha
celebrado su funeral unos dos mil compañeros de lucha han querido acompañarlo.
Junto al templo estaba su tractor con el que un aró, sembró y cosechó, con el
que recorrió caminos parcelarios y carreteras para llamar la atención sobre la
causa del campo, que él creía importante para ganarse su pan. Fue con este
tractor, el Case, con el que se plantó en el puente de acceso a la Aljafería,
sede de las Cortes de Aragón, durante las protestas del año 2024.
Con razón o sin ella, creyó en la causa del campo, en
la causa de la agricultura y la ganadería. En medio de tantos ecologistas y
animalistas de salón, de tantos discursos buenistas sobre el bosque, las nubes,
las mascotas, los árboles y el universo, hay también muchos que trabajan las
tierras, se suben al tractor, ordeñan las vacas… Conocen la belleza de los
campos en la sementera y en la cosecha, pero también la dureza de los horarios,
la frustración de las malas cosechas y las exigencias enloquecidas de los formularios
e impresos de la Administración.
Frente a tanto activista de pancarta y megáfono, hay
agricultores y ganaderos a los que las protestas les han salido caras. Parece
que David, por su actitud reivindicativa y sus protestas, fue hostigado desde
varios frentes por los que detentan el poder y no admiten la mínima disidencia.
En estos días se ha recordado que David Lafoz utilizó
su tractor y su pala para quitar el barro en las localidades devastadas que
dejó la Dana. Otros -no es necesario
poner nombres- huyeron cobardemente de la Dana y su barro. O nunca hicieron
acto de presencia.
Recuerdo que en los días calientes de las protestas agrícolas
de 2024 se celebró la gala de los Goya en
Valladolid, concretamente el 10 de febrero. Por temor a que los agricultores
pudiesen deslucir la gala, el Ministerio del Interior desplegó efectivos de la
policía nacional y de la guardia civil por todos los pueblos de la provincia,
desde primeras horas de la mañana, para impedir que los agricultores sacasen de
sus naves y corrales los tractores. No había convocada ninguna protesta para
ese día, pero por si acaso. Y cuando los agricultores intentaban razonar
diciendo que sólo querían ir a arar o sembrar a sus fincas, se les dijo que había
órdenes estrictas para no permitírselo. Los ministros pudieron llegar
tranquilos y sonrientes con su esmoquin y sus vestidos largos a la Gala. Y el
presidente Sánchez hizo en avión el cortísimo trayecto entre Madrid y
Valladolid. Ninguno de los hombres o mujeres del cine -normalmente muy reivindicativos- hizo
mención alguna a los trabajadores del trigo y del viñedo, de los olivos y los
establos.
David Lafoz Gimeno. Ni un héroe. Ni un maldito.
Solamente un muñeco roto. Uno más de esta maquinaria que hace girar, a veces
con demasiada crueldad, el mundo. Entre los engranajes de esta maquinaria, algunos
hombres quedan triturados y como hechos papilla.
Joder, amigo. La piel de gallina. Pocos conozco que tengan como tú el don de la palabra.
ResponderEliminar