La historia
es incompleta siempre. En este gallinero de ruidos y rumores y mentiras en el
que se ha convertido nuestro mundo, es muy difícil ver dónde está la verdad; es
más, a veces resulta una tarea inútil.
Todos hemos
comprobado, a partir de los atentados de París, la solidaridad mundial con la
bandera francesa. Hasta aquí nada que objetar. Por motivos personales –viví un
año en París, me gusta la lengua francesa, y su literatura- me sentí golpeado
por la brutal carnicería. Es verdad que muchos atentados –de corte yihadista-
han golpeado al Planeta (uno de los primeros y el que más muertos causó en
Europa fue el ocurrido en Madrid en 2004). En Siria, los ataques han sido
continuos, pero también en Túnez, Beirut, Mali, Kenia, y otros puntos de la
Tierra.
No hemos de
olvidar, sin embargo, la doble cara de Francia. Ahora enarbola la bandera de su
liberté, egalité, fraternité, pero hay que recordar que las tropas francesas
han estado presentes, con contundentes y mortíferos resultados, en muchos de
los fregados africanos: Malí, Costa de Márfil, Republica Centroafricana, etc. Y
también en estos países insignificantes sin duda creían que la libertad, la
igualdad y la fraternidad eran bien hermosas y bien bonitas.
Creo
recordar el feroz ‘no a la guerra’ de Irak
que Francia sostuvo, porque ella no podía aspirar a ningún trozo de la
tarta que allí pensaba repartirse. Y recuerdo perfectamente como la izquierda
europea, sobre todo la española, aplaudía está oposición francesa. Siempre nos
quedará París, decían. Luego, cuando las tropas francesas aterrizaban en otros
países africanos no precisamente para hacer carreteras, sino para defender por
la fuerza sus intereses comerciales, nadie dijo nada. Total eran cosas que
pasaban en África, y además USA, la bestia negra de todos los antisistema, no
había metido baza.
No soy tan
‘buenista’ como para creer que Europa debe permanecer de brazos cruzados,
ofreciendo ‘diálogo a mogollón’ a los que ponen las bombas, a los que planean
atentados, a los que pagan las facturas, y a los que intentan acabar con una
forma de entender la vida. Creo que habrá que responder para no dejarnos
avasallar. Pero sí que es bueno recordar que bajo la bandera
grandilocuente de Francia se esconden unos cuantos episodios vergonzantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario