miércoles, 10 de febrero de 2016

Moira, de Julien Green



 

    Es un gusto encontrarse de nuevo con Julien Green, este escritor americano que vivió casi todas su vida en Francia y escribió en francés, aunque nunca quiso renunciar a su patria de origen. Green perteneció a esa pléyade de escritores (Maritain, Mauriac, Bernanos) para los que la relación del ser humano con Dios era el núcleo de su atormentada o esperanzada escritura, una escritura desprovista, en todo caso, de beatería o de barata catequesis.
Leviatán, de este mismo autor, me fascinó. Julien Green tiene un lenguaje que, más que afirmar o evidenciar, insinúa y sugiere. Un palabra, un roce de la mano, una puerta que se cierra, la nieve que cae … tienen un valor muy importante en la trama, porque parece que todo está puesto a posta, como cada hilo de un tapiz.
Green tiene la escritura elegante y un estilete afilado para rasgar las entrañas y dar a conocer lo que allí sucede y, cómo el alma es, unas veces, torpe o desrazonada y, otras veces, sutil y armoniosa.
La novela que acabo de leer lleva por título Moira. Moira cuenta la historia de un jovencísimo metodista, Joseph Day, educado en el más severo rigor moral, que llega a la Universidad, y que encuentra un ambiente donde se blasfema, donde se acude al prostíbulo, donde se bebe, donde se burla... El joven Joseph Day vive obsesionado por su pureza, pero mucho más obsesionado por su posible condenación: “Seré uno de los elegidos”. Probablemente esta novela se lea con dificultad por las nuevas generaciones, donde 'Dios ha dejado de ser un problema'. Y sin embargo, actitudes como las del protagonista, como por ejemplo bajando los párpados ante esculturas clásicas desnudas o arrojando el ejemplar de Romeo y Julieta al leer un pasaje amoroso, son de bastante actualidad en nuestro mundo. En la Universidad traba amistad con un joven muy espiritual, David, que quiere ser pastor pero que tiene una idea más misericordiosa de Dios. Y allí encuentra a la joven Moira, que lo turba y lo perturba. El rigor religioso extremista crea sus propios demonios. Y cuando no se espera el perdón de Dios, la vida se vuelve difícil y el pecado aterra al pecador. El desenlace es lo que otro joven universitario, Praileau, había pronosticado: ‘llevas en tu alma un asesino’. Joseph se acuesta con Moira y, luego, el peso de una culpa atroz le arrastra a matarla y a enterrarla bajo la nieve. El problema de Dios está ahí. Se puede vivir la fe desde el rigor, desde la misericordia e incluso desde la blasfemia. Una frase de la primera carta de Juan parece resumir la idea que sobre Dios tiene Julien Green: “Si vuestro corazón os condena, Dios es más grande que vuestro corazón”.

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