Emilio Montes, cura de
Valdepeñas, en el sermón del pasado domingo defendió los derechos laborales de
los temporeros. La homilía en cuestión ha sido difundida hasta la saciedad.
Algunos hablan de sermón polémico. No conozco otras homilías de este sacerdote.
Pero esta homilía no debería parecernos polémica, sino sensata. Por decirlo con palabras de
la liturgia: Es justa y necesaria. Traducir el evangelio y llamar la atención a
aquellos empresarios que racanean el jornal a sus trabajadores es llanamente
acertado y propio. El cura de Valdepeñas ha venido a decir más o menos esto: Trabajar 12
horas y sólo cobrar 8, no es de recibo. Si se trabaja más de 8 horas, son horas
extras, y deben ser pagadas. Lo contrario es tener mucha jeta y ser un
sinvergüenza. No dar de alta en la seguridad a los empleados es un delito.
Permitir que los temporeros, sean de la nacionalidad que sean, malvivan en
viviendas insalubres, carentes de todo, es de malas personas.
En resumen: pagar las
horas extras, no hacer trabajar más de 8 horas, dar de alta en la seguridad
social. Y ofrecer una vivienda digna en la que yo mismo o mis hijos podríamos
vivir… es de pura justicia. Dios no olvida nunca los derechos escatimados al
pobre, porque es aprovecharte del más débil. Toda persona, rica o pobre tiene
su dignidad. Y nosotros debemos defenderla. Y si alguna vez, alguien para
hacerse el listo, comenta: “yo me ahorro la seguridad social, y no pago las
horas extras a mis obreros”, deberíamos decirle “¿cómo no se te cae la cara de
vergüenza?”.
Ya en el Levítico está
escrito: “No oprimirás a tu prójimo, ni le robarás. El salario de un jornalero no ha de quedar
contigo toda la noche hasta la mañana”.
Valdepeñas, conocida por
su producción vinícola, sabe mucho del mundo de los temporeros, en su mayoría extranjeros.
En esta ocasión, el cura del pueblo ha hablado en cristiano. Y también con la
sensatez de Sancho Panza y el sentido de justicia de don Quijote. Como no podía
ser menos en esa tierra bendita del ingenioso hidalgo.
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