domingo, 29 de diciembre de 2024

Lecturas de 2024

 

Los libros que nos hacen libres. O eso creemos. Y los libros que nos libran, un poco al menos, de la chabacanería y el garrulismo reinante de los medios de comunicación que se deben a su dueño o a su gobierno de turno. No hay nada nuevo bajo el sol. Pero siempre existe la oportunidad de escoger un libro, retirarte a tu cámara silenciosa, y que sean las páginas de una novela o un ensayo las que te abran una brecha en el compacto muro del pensamiento único reinante y aplastante. Buenas y hermosas lecturas en 2024. También inspiradoras. Además de los 10 libros elegidos (difícil resumir en diez), han estado Ismail Kadaré, Carson Mc Cullers, Alexandre Solzhenitsin, José Jiménez Lozano, Stefan Zweig, Manuel Jabois, Alice Munro, Colm Toibín, Orhan Pamuk, Fernando Aramburu, Paco Roca, Álvaro Pombo y algunos más… No parece mala cosecha. Muy al contrario…  

 Maestros de la felicidad, de Rafael Narbona

Desde hacía tiempo venía leyendo con fruición los artículos de Rafael Narbona, cargados de sensatez y compasión, también de melancólica evocación. Este año el antiguo profesor de filosofía en un instituto madrileño ha publicado “Maestros de la felicidad”. No es un manual de filosofía, sino un libro de hermosos perfiles sobre los grandes pensadores de la Historia que han observado el mundo, y han sacado inteligentes conclusiones.  Después, las han plasmado en sus escritos, que han marcado, aunque no lo sepamos, nuestra forma de pensar y de sentir.  Platón, Aristóteles, Marco Aurelio o Séneca, Jesús, Pablo de Tarso o Agustín de Hipona, Erasmo o Montaigne, Pascal o Spinoza, Albert Camus, Hanna Arendt o Viktor Frankl han abierto resquicios en nuestras mentes graníticas. El mérito de Narbona es la sencillez, el arte de un profesor experimentado en hacer clases amenas un lunes por la mañana. Rafael Narbona nos asegura, y lo sabe por experiencia, que el pensamiento, la filosofía, los libros son medicina y terapia y que funcionan mucho mejor que los medicamentos antidepresivos.

 El misterio de Vega Sicilia, de Alfonso Armada y Luis Alas

El título es exacto, porque siempre el misterio ha acompañado a esta finca vinícola situada en el término municipal de un pequeño pueblo vallisoletano, Valbuena de Duero, y muy cerca del mío, y en cuyos viñedos han trabajado y trabajan gentes de mi pueblo. Un vino que ha alcanzado el rango de mítico, por su calidad secular, su escasez y su presencia en las más afamadas mesas, aquí y allende de nuestras fronteras. Una bodega de renombre internacional, una marca considerada como uno de los 10 mejores vinos del mundo… El pasado mes de febrero viví con mucho interés la visita a esta bodega y pude entender un poco la filosofía que hay por debajo de una excelencia reconocida: el amor a esa tierra bañada por el Duero y el control de todo el proceso vinícola: desde la poda, la vendimia, el laboratorio, el conocimiento de cada de cada metro del terruño, la tonelería y sus tostados, los corchos, el reposo de los vinos, la ausencia de prisas y una limpieza digna de un quirófano. Alfonso Armada recorrió los viñedos, conoció cada rincón de la bodega y entrevistó a los trabajadores. Luis Alas fotografió las manos agrícolas, los rostros surcados de los operarios, y cada etapa del proceso de producción. El resultado: un libro hermoso sobre la finca de Santa Cecilia (nombre original) que desde hace siglos ama el vino con pasión de otros tiempos.

El cero y el infinito, de Arthur Koestler

Es la novela más conocida del escritor húngaro. A lo largo de sus páginas, asistimos a los interrogatorios a Rubachof, por parte de sabuesos inquisidores, acusado de haber abandonado la línea ortodoxa del partido comunista y considerarlo un desviacionista. Tamaño crimen para el Partido era castigado con la cárcel, la tortura, la expulsión, el destierro y, en demasiadas ocasiones, la muerte. Primero, Rubachof era un ortodoxo y era él quien hacía las preguntas a los ‘desviados’. Ahora, está en el otro lado de la mesa. No es una novela que abunda en episodios morbosos y truculentos, sino que nos dice cómo se construye el pensamiento único de una dictadura que no admite ninguna desviación ni pensamiento individual. Las purgas estalinistas fueron muchas, con diversos matices en cada nación de la órbita soviética, pero todas ellas responden al mismo patrón: la línea del partido sólo puede mantenerse a sangre y fuego. Los ciudadanos son así sujetos que no se pertenecen a sí mismos; pertenecen al Estado, señor de vidas y haciendas. Desasosegante novela que no ha perdido su actualidad.

 

El siglo de la soledad, Norena Hertz

Durante varios jueves, tuve la suerte de hablar y debatir sobre este libro de Norena Hertz,  Con contertulios que aportaban variados y ricos puntos de vista al problema de la soledad. El pensamiento de la escritora americana habla de una sociedad cada vez más conectada a través de las nuevas tecnologías y las redes sociales, pero con un creciente y dramático sentido de soledad. Las personas se sienten cada vez menos acompañadas y más solas. Y en la raíz de esta soledad está la creciente incapacidad para crear vínculos fuertes y serenos con la familia, los amigos y los compañeros de trabajo. En el mundo occidental (con mucha mayor incidencia en el ámbito anglosajón), millones de personas viven y se sienten solas, a veces únicamente acompañadas por una mascota o por un robot que les habla o pregunta algo. El hecho de que un buen porcentaje de jóvenes en Japón, por ejemplo, rechace el contacto físico y viva su sexualidad virtualmente, o el hecho de que muchas personas mueren solas sin que nadie se entere y nadie pregunte por ellas, son simplemente dos metáforas de una sociedad que vive la soledad no deseada como una enfermedad verdaderamente letal.

 El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes, de Tatiana Tibuleac

Una tarde curioseando en la biblioteca, me encontré con este libro y con su primera línea, casi como una bofetada: "Aquella mañana en que la odiaba más que nunca, mi madre cumplió treinta y nueve años. Era bajita y gorda, tonta y fea. Era la madre más inútil que haya existido jamás. Yo la miraba desde la ventana mientras ella esperaba junto a la puerta de la escuela como una pordiosera. La habría matado con medio pensamiento".  El resto de la novela de esta prometedora autora rumana resume los tres últimos meses que vivieron madre e hijo juntos de vacaciones en un pueblo francés. Muchos años después, el pintor Aleksey, el hijo de la mujer de ojos verdes, evoca ese periodo de rencor y odio, del doloroso recuerdo de la hermana desaparecida y de la madre que culpa y rechaza al hijo. Y de la enfermedad mortal de la madre, ese tiempo que nos pone contra las cuerdas y nos impone el entendimiento y la concordia, el reencuentro y el perdón, porque todos, en fin, caminamos dando tumbos con nuestras propias heridas.  

 Ante todo no hagas daño, de Henry Mash

Mi amiga Lucía, lúcida lectora, me lo aconsejó. Se trata de las memorias profesionales de brillante neurocirujano inglés Henry Mash. Lo vemos en su época de estudiante y luego ya en el quirófano del hospital. Cada mañana tiene que abrir el cerebro de dos o tres pacientes y enfrentarse a lo desconocido en esa zona del cuerpo humano tan inexplorada y misteriosa aún. Con prodigiosa memoria evoca a los pacientes que pasaron por la mesa de operaciones y nos habla de los tumores que albergaba su cerebro. Y lo hace con una claridad tan inequívoca que cualquier lector pagano puede hacerse una idea de la enfermedad que padecen. Henry Mash se enfrenta a muchos dilemas morales cada mañana, a muchas decisiones que tiene que tomar en cuestión de segundos y a muchos contratiempos que le ponen al borde del abismo. Admite, cosa bastante poco habitual, algunos errores garrafales que dejaron secuelas en los pacientes. Pero Henry Mash perteneció a la vieja escuela de médicos humanistas para los cuales salvar vidas era un imperativo que no era posible dejar de cumplir. Mash nos habla de la necesidad de compasión y de empatía, tan importantes como la destreza en el manejo del bisturí. Leí el libro con avidez y extraje enseñanzas: un médico sin valores éticos no debería pasar consulta. Al acabar la lectura, se lo aconsejé vivamente a mi sobrina, María, una joven estudiante de medicina.

Koba el terrible, Martin Amis

    Iosif Stalin se hacía llamar Koba, nombre de un montañés legendario de Georgia. Y este libro recorre la vida del zar ruso y responsable de la muerte de más de veinte millones de ciudadanos soviéticos. Al leerlo uno se siente abrumado por un espectáculo de horror: hambrunas programadas, exterminio de los propietarios de tierras, purgas, delaciones, campos de concentración, personas desaparecidas, esclavismo... en fin el experimento humano para crear “un hombre nuevo y asaltar los cielos”, máxima aspiración del politburó comunista. La pretendida dictadura del proletariado se convirtió en la más despiadada dictadura contra los proletarios. Pero lo que más llama la atención en el libro no es el horror ni el salvajismo contra la misma idea de humanidad (al fin y al cabo lo mismo se hizo en dictaduras de signo contrario), Martin Amis subraya un hecho vergonzoso que llega hasta nuestros días: los intelectuales progresistas europeos coquetearon, justificaron, alabaron el régimen comunista, cuando ya había información suficiente para denunciar la barbarie contra la población civil que se estaba llevando a cabo, una verdadera carnicería. Lo mejor del libro: la denuncia de la gran élite progresista europea que miró para otro lado porque, así lo justificaban, "la dictadura del proletariado" bien valía la pena, aunque rodasen unas cuantas cabezas... ¡veinte millones!

Sin miedo. Sin esperanza, Gabriel Albiac

Desde hace cien años, las terceras de ABC son las páginas literarias por excelencia del periodismo español y también las que guardan memoria de todos los debates culturales, sociales y políticos de ese territorio que aún llamamos España. Gabriel Albiac, que fue ardiente defensor del comunismo y después abjuró y renegó de él, ha recopilado en este libro algunas de las mejores ‘terceras’ publicadas desde 2009. Muy pocos escritores tan lúcidos, tan francotiradores y enemigos acérrimos de lo políticamente correcto como Gabriel Albiac. Iluminadoras resultan, por citar algunas: por citar algunas: Jerusalén, y su defensa de la gran cultura judía; La Tour en el Prado, sobre la exposición del pintor francés; Las Ramblas, a lo lejos, acerca de los atentados de Barcelona; El hombre que siempre miente, demoledor perfil del presidente Sánchez, Muerte de un maestro, evocación del filósofo Gustavo Bueno; Europa o el ocaso, sobre la decadencia espiritual del Viejo Continente. Los artículos de Albiac son una llamada a la inteligencia y a la razón, y por lo tanto muy necesarios en un momento de mamporreros y buenistas.

Septología, de Jon Fosse

El premio Nobel de 2023 nos hizo descubrir a muchos la obra del noruego Jon Fosse. Desde el primer libro supe que iba a ser uno de los míos. En este año he leído su Septología, compuesta por varios volúmenes que llevan por título El otro nombre, Un nuevo nombre y Yo soy otro (pueden leerse como un todo, o por separado) nos cuenta la historia simple y rutinaria de un pintor ya mayor. Un largo monólogo de Asle, lleno de evocaciones y recuerdos, de lo acontecido y lo soñado. El lector tiene que situarse como en una playa a la que va llegando el oleaje del mar. Una canción eterna de sonido y de belleza. La vida del Asle pintor tiene mucho de la vida del Fosse escritor, sobre todo el alcoholismo superado y la conversión al catolicismo. El libro está escrito en un tono melancólico y poético, como una concatenación de días y noches, como las pinceladas sueltas de una pintura. Y también en un tono de repetición como la salmodia de un rosario: Ave María gratia plena Dominus tecum… De hecho cada uno de los libros acaba siempre con las palabras del avemaría en latín.

 Valentino, de Natalia Ginzburg

Hay autores de los que te gusta todo “hasta la lista de la compra”. A mí me pasa con Natalia Ginzburg, una escritora italiana que me ha dado horas dulces de lectura. Me seduce la aparente sencillez de sus relatos, la capacidad para dejar caer pequeños detalles que, al final nos darán el puzzle completo. Valentino es el protagonista, el varón de una humilde familia en el que ha puesto expectativas muy altas que poco a poco serán defraudadas. Es un vividor y tiene madera de parásito. Se casa con una mujer mayor que él, escasa de atractivo físico, pero de posibles económicos. Quien nos relata la historia familiar es la hermana de Valentino que nos va ofreciendo pormenores de cada uno de los miembros de la familia. Se defraudan unos a otros, porque todos tenemos expectativas muy altas frente a los demás, sin contar con que lo que vemos de cualquier ser humano es su fachada de cartón piedra que, cuando cae, produce frustración y rabia. Todos tenemos, en fin, secretos inconfesables y mezquindades para dar y tomar.



viernes, 27 de diciembre de 2024

La matanza de los inocentes, de Guido Reni

 


En medio de los relatos risueños o maravillosos de la infancia de Jesús, el evangelista Mateo narra en dos líneas el episodio de la matanza de los niños menores de dos años, por orden del rey Herodes: “Al darse cuenta Herodes de que aquellos sabios lo habían engañado, se llenó de ira y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo que vivían en Belén y sus alrededores, de acuerdo con el tiempo que le habían dicho los sabios”. Un pasaje que conocemos como la Matanza de los inocentes, y cuya festividad se celebra el 28 de diciembre. El hecho de que en la lengua castellana una de las acepciones del término ‘inocente’ sea, según la RAE, “cándido, sin malicia, fácil de engañar”, ha llevado a hacer del 28 de diciembre un día de bromas que sólo los crédulos y los inocentones se creen: las famosas “inocentadas”. Tal vez por ello, el mensaje dramático del 28 de diciembre pasa un tanto desapercibido.

Y sin embargo es una enseñanza perdurable: La historia, como se preguntaba a menudo José Jiménez Lozano, “¿girará siempre sobre los goznes de la bruticie?”. Y Simone Weil, con especial lucidez, recordaba que sólo la gracia puede evitar golpear con saña al prójimo.

Muchos pintores se inspiraron en el episodio narrado por Mateo para reflejar la violencia contra los inocentes. Una de las obras maestras del pintor boloñés Guido Reni (1575-1642) se titula precisamente La strage degli innocenti. En 2023, el Prado organizó una gran exposición sobre este artista y logró traer hasta Madrid esta obra que, excepcionalmente, abandonó el Museo Nacional de Bolonia.

En la mitad superior del cuadro, vemos dos escenas. Al lado izquierdo, dos ángeles, entristecidos, sostienen en sus brazuelos las palmas del martirio, listas para ser entregadas a los niños masacrados. En el lado derecho, vemos edificios del escenario donde se llevó a cabo la matanza, Belén, aunque este monumental palacio renacentista poco tenga que ver con las construcciones de la ciudad de Belén, “la más pequeña entre las ciudades de Judá”. El pintor quiso pintar el Palacio del Rey Herodes. En una de las balconadas podemos ver varios personajes observando la escena. Indiferentes al dolor y a la sangre, el Rey Herodes y su corte asisten impertérritos a la matanza, como si quisieran asegurarse de que la orden dictada ha sido cumplida, dudosos también ellos de que los soldados obedecieran y ejecutasen tamaño crimen.

La escena en primer plano corresponde propiamente a la masacre: seis madres, dos soldados y unos infantes degollados o a punto de serlo. Y en el centro del centro está el puñal asesino. Refulge como un rayo. Justo un segundo después de que tus ojos hayan contemplado esta escena, el puñal habrá descendido y habrá penetrado la carne inocente de una criatura. El puñal no sólo está. El puñal es. Una presencia incuestionable y trágica que llena toda la escena. ¿Prevalecerá siempre el puñal sobre las manos protectoras de una madre? ¿Prevalecerá siempre la violencia sobre la dulzura de una nana? El mundo enmudece. El movimiento se congela. Las bocas de las madres se abren para prorrumpir un grito sin sonido alguno. Un grito silencioso.

Gritos mudos de las madres. Cuerpos de niños apretados a sus pechos. Súplicas piadosas que no encuentran oídos. Pies que intentan salir volando para salvar tesoros de vida. Rostros desencajados, más bien máscaras, que no entienden lo que está sucediendo, algo inaudito y nunca visto: degollar niños en tiempos de paz, sin razón y sin motivo. Cuerpecillos desnudos que ruedan por el suelo. La mañana de Belén en este día cualquiera estaba destinada a la rutina de encender el hogar, hornear el pan y comprar en el mercado. Pero cuando la violencia llega como un viento huracanado, arrasa con todo y deja los caminos sembrados de odio y preguntas lacerantes en el viento. Ni los antiguos dioses ciegos ni las justicias sordas del mundo responderán nunca.

Es en los rostros de las seis madres donde encontramos, dentro del sufrimiento, un despliegue de sentimientos, según la descripción de Giuseppe Nifosi: “horror en el rostro de la mujer a la izquierda, miedo en el de la derecha, consternación en el de la joven arrodillada, dolor congelado en el de la muchacha agazapada que retuerce las manos en el regazo y levanta los ojos al cielo…”. 

Y sin embargo Guido Reni no se recrea en el horror de la escena ni en la sangre. Los niños parecen dormidos y solamente muy de cerca podemos observar un rastro sanguinolento en torno a sus cuellos. A pesar de la tragedia narrada, no hay caos ni un gusto por lo macabro, sino un decoro en el pathos heroico de las madres. Y hasta lo soldados no reflejan en sus rostros ese salvajismo que se supone a los verdugos, ni esos rasgos de la maldad y del vicio, típicos por ejemplo de los sayones en los pasos de Semana Santa. También ellos son padres. En sus rostros prima la obediencia ciega de quien cumple órdenes más que la saña del carnicero.

La maestría de Guido Reni es capaz de encajar el relato de Mateo en un marco de increíble construcción geométrica, de potentes volúmenes que se equilibran como en una balanza, de ropajes de colores hermosos, y de una luz exquisita que subraya todos los detalles. Tanta es la perfección artística y la belleza estética que muy bien podrían apartarnos del dramatismo narrado. Las  figuras tienen un aire de esculturas clásicas. Parece ser que Guido Reni conocía bien las colecciones grecorromanas que los papas y algunas familias aristócratas mostraban en sus palacios (la mujer que huye está inspirada en la Niobe Chiaramonti de los Museos Vaticanos). ¡Es el misterio del arte y de la belleza! Delante de este cuadro y delante de tantísimas obras de arte experimentamos lo que el poeta Giovan Battista Marino había escrito con impecable oxímoron: “el horror va unido al deleite·”.

¿Y por qué irrumpió la violencia desalmada una mañana cualquiera en la aldea de Belén? Simplemente porque los susurros y los rumores, las profecías y los escritos daban a entender que en Belén nacería el rey de Israel. Y el rey Herodes vio peligrar su trono. A los palacios de los señores no les gustan las bromas ni los malos augurios. Quien tiene el poder no quiere soltarlo y hará cualquier cosa para aferrarse a su trono y a su cátedra. El poder no admite ni siquiera un chiste o risa. Herodes teme por su trono y está dispuesto a todo: hasta matar a sus propios súbditos más pequeños. La mitad del sufrimiento del mundo ha sido provocado por hombres que se aferraban al poder. Las bellaquerías, la sevicia, las injusticias, las violencias, todas las mezquindades han sido cometidas por hombres a punto de perder el poder. Lo vemos ahora mismo, cerca y lejos. La indignidad, la traición, las zancadillas y los aplastamientos a los adversarios se cometen por seguir gobernando un poco más sobre un territorio del que se creen dueños y señores. Si miramos a nuestro alrededor, aquende y allende fronteras, comprobaremos que el bienestar y la prosperidad de los ciudadanos importan bien poco.  

Los niños degollados de Belén, los niños a punto de serlo, los que escaparán a duras penas para vivir lejos de su aldea también nos hablan de nuestro mundo, nos hablan a nosotros. Conocemos el destino trágico de tantos niños palestinos, sursudaneses, ucranianos, en tiempos de guerra. Conocemos el drama de niños convertidos en soldados en África y armados con un kalashnikov y con balas de odios incrustadas en su cabeza. Conocemos el futuro negro de los niños para los cuales su escuela es rebuscar en los basureros de las grandes urbes de Latinoamérica. Conocemos los niños que, la espalda encorvada, se adentran por los túneles de una mina en el Congo en busca de coltán. Sabemos de los niños que mueren de hambre o que crecen en un estado de permanente malnutrición. Y conocemos el mañana sin mañana de los no-nacidos a los que ni siquiera se ha dado la oportunidad de ver la luz, aunque cuando se piense en vidas rotas de niños ya no se piense en estos últimos. A ese punto de ‘banalidad del mal y supuestos derechos’ hemos llegado en nuestra sociedad.

Las hermosas pinturas, como los hermosos libros, hablan a los hombres y mujeres de hoy, para decirles que no olviden: cualquier lugar del mundo se despierta una mañana con los puñales en alto. Y a veces nuestro corazón se despierta una mañana cualquiera y nos dice que no importa el sufrimiento del otro, con tal de seguir un día más encastillados en nuestro propio yo y en nuestras razones. Cuando el yo prevalece sobre el nosotros, la Navidad se interrumpe y el infierno hace acto de presencia con su violencia y su muerte. Este podría ser el mensaje de esta hermosa pintura de Guido Reni.






























viernes, 29 de noviembre de 2024

Doce amigos y un maestro bonachón

 

        En esta tierra de clima extremo que produce seres adustos y secos, difícilmente somos pródigos en palabras de afecto y en abrazos excesivos. A veces esperamos la hora del adiós definitivo, para decir una palabra tierna. Sin embargo, los que estamos sentados en esta mesa, doce discípulos alrededor de un maestro bonachón, no tenemos que forzar demasiado nuestra naturaleza austera castellana para abrazar y regalar palabras de agradecimiento, tan calurosas como sinceras, a nuestro compañero y amigo Vicente, que hoy se jubila de forma oficial, porque alegre y jubiloso lo recordamos desde siempre.

Gracias, Vicente, por muchas cosas. La primera de ellas por aguantar con estoicismo y benevolencia las gansadas de los regalos, bienhumorados y socarrones, que hoy mismo has recibido. Dicen que las personas que nos caen bien las vemos más guapas de lo que son y más esbeltas. Este es el motivo por el que el regalo ‘serio’ de esta tarde sea un surtido de alimentos. Ya dice el Quijote que “sin el buen gobierno de las tripas, no se pueden gobernar los estados”.

Algunos de los que estamos aquí recordamos perfectamente el momento en que llegaste a la OTT. Pillaste en seguida todos los temas, y denodadamente te pusiste a trabajar para sacar adelante expedientes recientes y algunos viejunos que dormían empolvados. Supimos muy pronto que eras un buen tipo, sanote, un trabajador concienzudo, muy avispado en informática. Solamente veíamos un defecto en ti: no salías a desayunar. Rechazabas nuestro ofrecimiento de cafetear con un “es que tengo mucho que hacer; salid vosotros”. Llegamos a pensar que no te gustaba la vida social o no te gustaba el café, o estabas pasando un periodo de desintoxicación por adicción a la cafeína. En fin, no hacíamos vida de ti.

Luego, un buen día, te uniste al grupo, al café de los viernes en Reyes Católicos o en otros chiringuitos. En ese momento ya fuiste el compañero ‘10’.

Los que estamos aquí sabemos por experiencia que lo que hace que un trabajo sea bueno o sea malo depende en gran parte de la calidad humana de los compañeros. Los expedientes se acaban por aprender o resolver. Pero las relaciones personales a veces son un quebradero de cabeza. El hecho de ir a gusto al trabajo, de mostrarse espontáneo y natural, de compartir sabores y sinsabores de la vida, depende de los oídos y de los ojos que encuentras en tus compañeros.

La buena sintonía de la OTT, esa camaradería cálida y confiada, te debe mucho, querido Vicente. Gracias por tanta ayuda. Por no importarte que te pasásemos el teléfono ante preguntas complicadas de subcontratación, aperturas, amiantos, sanciones o ertes. Gracias porque no te importaba remangarte y hacer expedientes propios de “auxiliares”, por dejarnos las cosas bien mascadas cuando te ibas de vacaciones, por defender a tu equipo de trabajo, con sinceridad y valentía delante de los jefes.

Cuando llegan los momentos duros es cuando de verdad se nota la cohesión de un equipo de trabajo. Llegó el Covid (marzo de 2020). Y todo nuestro sistema de trabajo rutinario se rompió en mil pedazos. No dijeron de nosotros que éramos trabajadores ‘esenciales’, pero actuamos como tales porque sabíamos que el retraso en el expediente de un ERTE significaba el retraso en el pago a una familia que lo necesitaba. Fue un momento duro, en el que trabajamos codo con codo, ayudando los más espabilados a los menos en esa nueva modalidad ‘sin papel y cartapacios’, con horarios bien largos, manejando 20 compañeros un mismo Excel, con sus bloqueos y sus paradas. En ese momento, sentimos más que nunca tu presencia discreta pero eficaz. A cualquier hora del día o de la noche, estabas ahí frente al ordenador, resolviendo una duda, enviando un correo, corrigiendo un error o una duplicación. En aquel momento los de la OTT supimos que teníamos que ser servidores públicos, con humildad y con esfuerzo.

Gracias, Vicente, por tantas cosas, por tu buen carácter, por tu bonhomía, tu simpatía de Papá Noel, tu sentido del humor, que lo mismo te llevaba a ponerte una peluca rubia en una fiesta ‘otetera’ o una camisa africana delante del nacimiento étnico. Gracias por tu risa franca, por tu carcajada ante un chiste verde o una ‘maldad’, por tu sensatez en las conversaciones serias, por tu generosidad.

Pilar, Juanma, Noelia, Elena pucelana, Elena mirobrigense, Santi, Iván, María José, Sara, María, Susana y yo mismo nos quedaremos con muchas cosas de ti, con muchos recuerdos, muchas fiestas de Navidad, muchos cafés de viernes, muchas risas al empezar el día en el despacho, muchas cervezas, e incluso alguna caminata compartida a Renedo.

Estamos orgullosos de ti y estoy seguro que tú lo estás también de nosotros. Te deseamos de corazón que sigas viajando, viendo crecer a tu hija, María, compartiendo muchos momentos con tu familia, especialmente con Chari, acercándote los viernes a la Molienda, disfrutando de los buenos conciertos por Valladolid, de los libros, de las viandas de la buena mesa.

Después de millones de ERES, después de miles de aperturas de trabajo por todo Valladolid, después de miles de libros de subcontratación, de muchas estadísticas de trabajadores extranjeros que trabajaban en Valladolid, de muchísimos expedientes sancionadores, de los cientos de amiantos, de los cientos de permisos para niños artistas… y de un larguísimo etcétera… Después de tantas idas y venidas a la Calle Santuario, nº 6, de Valladolid, queda la amistad. Y ya se sabe que "la amistad es otro de los nombres del amor".

Por todo ello, amigos, os invito a brindar por Vicente, para que tenga una jubilosa jubilación, llena de salud e infinitos amigos.


OTT, Valladolid, 28 de noviembre de 20024





























 



jueves, 17 de octubre de 2024

Héctor & Friends: 50 vueltas al sol

 

    Una mañana te levantas de la cama y empiezas a recordar las cosas que hiciste para que alguien se sintiera mejor, pudiera vivir mejor o incluso fuera un poco más feliz gracias a ti.

    Ese día me llegó a mí no hace mucho…

    Tengo grabado lo que me decían mis padres o lo que recuerdo de las viejas historias que me contaron en mi infancia: “la manera de conseguir la felicidad es hacer felices a los demás”, un secreto a voces, tan sencillo como auténtico.

    Ahora que ya voy conociendo lo que es la madurez gracias a mi medio siglo de vida, tengo la certeza de que eso es lo más importante en mi existencia en este momento.

    Colaborar con Puentes desde sus orígenes no ha sido difícil porque es una ONG que conozco bien y a sus integrantes también.

    Este año es importante para mí por hacer 50 vueltas al sol y eso me hacía también repensar en cómo quiero que sean las siguientes, por eso se me ocurrió la idea de organizar un concierto con artistas locales con un fin solidario.

    La respuesta ha sido espectacular: Carmen Sánxez, Golpe Maestro, Mike Terry, Ezequiel, Feli Paita, María Sotelo, Los Flekis, David, Dani Vaeda, Elías Foc, Caballero y las Sonrisas, Julio Zé y María y Zachy se han unido a la fiesta. Lucy Carrera, Javi Frankelo, Cacia y Gonzalo a Secas no han podido por diferentes motivos.

    La solidaridad, el buen rollo y las ganas de hacer música y regalar momentos únicos hacen de este concierto algo mágico.

    Agradecer de corazón a la gente que lo va a hacer posible: al Salón en Llamas por cedernos su local, a los artistas invitados por su arte y a los que asistan porque seguro que gracias a todos podremos generar un impacto positivo en algún alma humana y seremos más felices por ello.

    Por último, dar la gracias a Puentes por su gran trabajo durante estos 25 años de dedicación hacia los más necesitados.

     Héctor Pariente Martínez


    Hace muchas vueltas al sol, coincidía cada domingo con Héctor y Esther, en un voluntariado en la residencia de ancianos Cardenal Marcelo. Ellos eran jovencísimos entonces, pero recuerdo su constancia cada mañana de domingo, su capacidad para poner música a los encuentros con los viejecitos y su talento humano para añadir un poco de dicha a las personas mayores que, en general, tenían muchos motivos para sentirse tristes. Así que esta convocatoria de Héctor para reunir a sus 'friends' y al mismo tiempo hablarles del Territorio Puentes y de las personas que lo habitan es para mí una gran alegría y un motivo de agradecimiento: 

    También cada noche, una ambulancia da vueltas y vueltas por las calles de Kinshasa (Congo), deteniéndose en los lugares donde menores de la calle necesitan un paracetamol, unos antibióticos, unas vendas. O un oído que escuche y unos brazos que abracen. Es precisamente a este proyecto donde irá la solidaridad de este encuentro de Héctor & Friends.  

   Juan Bautista Aguado - Puentes







viernes, 4 de octubre de 2024

Proyecto Caramelos 2024: "campamentos en Amozoc"

 


Juan Vaccari (Sanguinetto, 1913 - Aguilar de Campoo, 1971) fue un religioso guaneliano al que recuerdan entrañablemente los que le conocieron por tierras italianas y españolas, y otros muchos que han podido 'conocerle' a través de sus escritos y de los libros y artículos publicados sobre su figura. 

En Puentes honramos la memoria del hermano Juan con dos iniciativas.

     Premio Hermano Juan: Cada 9 de octubre (fecha de su muerte) Puentes da a conocer el Premio Hermano Juan. Dotado con una pequeña cantidad, exactamente el 1% de los donativos que la Ongd haya recibido el año anterior. Es una cantidad simbólica, pero también expresa la voluntad de compartir algo, aunque sea poco, con otras asociaciones que en nuestro propio entorno luchan de forma desinteresada por los demás.

Proyecto caramelos. Puentes, también cada 9 de octubre, invita a colaborar con un proyecto solidario. En esta ocasión el proyecto elegido es “Campamentos de verano para niños y adolescentes de la parroquia San Luis Guanella, en Amozoc-México”, que los religiosos guanelianos organizan como parte de su misión caritativa en medio de la infancia y juventud necesitadas. Este “Proyecto caramelos” está especialmente dirigido a los antiguos alumnos que estudiaron en Aguilar de Campoo y Palencia y a todas las personas que sienten una especial devoción por la figura del hermano Juan.

Para los antiguos los alumnos esta es una forma de devolver un poco de lo mucho que recibieron en su infancia y adolescencia en Aguilar de Campoo y en Palencia. Los que tuvimos la suerte de convivir con el hermano Juan recordamos su continuo deseo de hacernos la vida más fácil en el internado, mediante juegos, concursos, caminatas por los alrededores, fiestas y pequeñas excursiones. Y así, entre juegos y diversiones, nos inculcó el sentido del esfuerzo y de la superación, e igualmente la belleza de la fe en un Dios Bueno y Providente.

Para los devotos de Juan Vaccari es una forma de imitar y honrar su vida. En los últimos años la figura del hermano Juan se ha difundido mucho. La publicación de sus diarios y los diversos estudios sobre su personalidad han llegado a muchas personas que se han sentido conmovidas por la fe recia y dulce de este buen hombre. Por otro lado, el proceso abierto para su beatificación ha superado la fase diocesana (concluida en Palencia en noviembre de 2022) y ya se encuentra en la Santa Sede.

A unos y a otros, su vida es una enseñanza que puede ayudar a ser mejores cada día, mediante la humildad, la oración continua, la servicialidad hacia todos y la alegría de ser creyentes. No haremos cosas extraordinarias, pero sí podremos hacer bien y en conciencia las pequeñas acciones de cada día.

Por todo ello, desde hace muchos años cada 9 de octubre se recuerda que en su testamento el hermano Juan Vaccari había pedido que "si el día de mi muerte se encontrase algo de dinero en mis bolsillos, deseo que se compren caramelos para los chicos con alguna discapacidad”, que es como decir: deseo que en mi nombre los niños desfavorecidos tengan un poco de alegría y de contento. Este es el motivo por el que a este proyecto solidario (en este año 2024, para los niños y niñas de Amozoc en México) le llamamos “Proyecto Caramelos”.

IBAN: ES46  0030 6018 1700 0105 1272 (B. Santander): “Proyecto Caramelos”

BIZUM: 10009 "Proyecto Caramelos


Imagen del Campamento en Amozoc - verano 2024


Cartel para el Día de los Caramelos en India


Barza d'Ispra: sepulcro del Hermano Juan


Imagen del Campamento 2024




Número especial de Servir 


Caramelos para los "buonifigli"


Niños y adolescentes participantes en el Campamento



Aunque borrosa, la imagen capta el momento en el que el Hno. Juan tira caramelos 
a sus alumnos de Aguilar de Campoo 


Bizum para colaborar con Proyecto Caramelos














A destacar

El café de Qúshtumar, de Naguib Mahfuz

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