¿En verdad es tan grande el amor a los animales,
especialmente a los perros, que se está produciendo en nuestra sociedad? Puede
que sí. ¿O es la compensación, el síntoma, de ese odium por todo lo humano que
se está dando también, especialmente en nuestra vieja Europa? Dentro de no
mucho, las personas valdrán menos que un animal de compañía. Los perros nos
ganarán en derechos. Los animalistas y sus potentes asociaciones no sé si están
luchando por la protección de los animales o simplemente están gritando que el
ser humano vale bien poca cosa, especialmente si este ser humano tiene criterio
propio. Y, sobre todo, si este ser humano está indefenso y desprotegido, por
ejemplo un niño, o un anciano, o un enfermo.
Ves a jóvenes que se
arrodillan para recoger las cacas de los perros a una edad en la que deberían
arrodillarse para limpiar las cacas de sus propios hijos. Las parejas jóvenes
piensan inmediatamente en ‘animales de compañía’, antes que en formar una familia,
tener hijos, sacrificarse por ellos. Los perros se han convertido en el objeto
de nuestro amor, de nuestras atenciones, de nuestros recursos. Por ellos
sacrificamos la siesta y la película, con tal de que se den su paseo diario.
Sacrificamos el hotel o el restaurante que nos gustaba porque no admiten a
perros. El llanto y la desnutrición de un niño africano nos dejan indiferentes,
pero no así el aullido lastimero de un perro abandonado o con una espina en la
pata. Ya hay más jóvenes parejas paseando perros que paseando niños. Y
tristemente, ninguna pareja pasea a ancianos, es decir, a sus propios padres o
a sus propios abuelos. Nos cuesta ir una vez a la semana a la residencia donde
tenemos a nuestro padre, pero no nos cuesta nada salir todas las tardes, haga
frío o calor, llueva o nieve, con el perro, para que haga sus necesidades, se
pegue cuatro carreras y vuelva contento a dormir a nuestro lado. No permitimos
que la vieja vecina bese a nuestro niño, pero sí permitimos y jaleamos que
los perros laman las caras de nuestros bebés. El perro de compañía aparece más veces en el perfil de whatsapp que nuestra madre anciana o nuestra abuela.
Que los animales deben ser tratados con respeto, nadie
debería dudarlo y todos deberían practicarlo, pero cuando los perros y los
animales de compañía reciben mejor trato que las personas, más cuidados, más
tiempo y más afectos… es el síntoma inequívoco de que nuestra sociedad ha
empezado a enfermar.
Qué bien lo has razonado! Totalmente de acuerdo! Un síntoma también de soledad
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