miércoles, 27 de junio de 2018

Dulce limón, de Miguel Ángel San Juan



Era un jovencísimo muchacho de 18 años aquel Miguel Ángel que yo conocí en 2006 en Lisboa. Era joven, y sin embargo, maduro, reflexivo y buen conversador. Alguien que no rehuía las conversaciones y los temas con quienes casi le triplicábamos en edad. Era fácil hablar con él de literatura, política, arte o actualidad. Un joven a punto de iniciar la carrera de periodismo, con una ilusión y unas ganas muy  alejadas del pasotismo y la indiferencia por los estudios que caracterizaba a la mayoría de sus coetáneos. Después lo perdí de vista, aunque de vez en cuando me llegaban noticias de sus inquietudes literarias y de su vocación de comunicador. Era joven y probablemente era ya un letraherido.
Hace tres años llegó a mis manos su primera novela Una mariposa en la chistera. Y hoy mismo acabo de terminar su segundo libro Dulce limón que, según confesión del propio autor, nace de “una imperiosa necesidad de gritarle al mundo con susurros muy bajitos, pero muy profundos, que cuantas barreras pongan por delante serán derribadas con nuestra ilusión, nuestra lucha, nuestras ganas y nuestro esfuerzo”.


Relatos de amor, poemas existenciales, cuentos morales y de superación, compendio de sabidurías y moralejas, historias de gentes de andar por casa que desprenden una luz que ilumina al lector…. Y de nuevo uno sale de la lectura, como mínimo, sorprendido por la variedad de registros.

Destaco algunos: Las cerezas de la marquesa, en la que dibuja un cuadro realista de la España de posguerra cuando las chicas de servir tenían que batallar con el señoritismo de la alta burguesía. En El estropajo da vida a los sentimientos y querencias de un objeto tan cotidiano del fregadero de cada casa. La impaciencia y el querer revivir a toda costa el pasado están muy bien reflejados en Por un pasado muerto. Pacifismo, ternura, amor, y el deseo imperioso de alcanzar la libertad juntos es lo que subyace en Soldado y marinero. Doña Úrsula y don Rogelio son los protagonistas de un sorprendente cuento, Un puñado de avellanas, en el que se mezclan una historia de amor y deseo escondida tras un mostrador y los ritos que día a día cumplimos para engañar al tiempo y seguir vivos un día más. En Son los malos, una niña, muchos años después, sigue preguntándose ¿por qué? Y recordando una infancia de buenos y malos, de visitas al hospital donde yace la madre enferma y de una pieza de fruta que se guarda para el otro, como un símbolo de entrega y abnegación. Una niña, con miedo irracional a las tormentas, es la protagonista del cuento El paraguas de papel. Una niña y un anciano que le ofrece algo inservible contra la lluvia, pero muy útil contra el miedo.

Descubriremos la razón de unos céntimos en las manos de una bailarina y la razón para que un mendigo espere cada día la llegada, no sólo de unos céntimos, sino también de una sonrisa, en La bailarina y el mendigo. Hacer de nuestras debilidades fortalezas podría ser la moraleja de La mosca andante. En La feliz familia, un descuido, un olvido, en una comilona familiar es un lacerante grito contra de la invisibilidad en la que transcurren nuestros ancianos sus últimos años. Una invisibilidad causada en parte por nuestra radical ceguera.
En una hermosa parábola sobre lo que el amor puede hacer por los seres que más amamos, que deben ser siempre los más desprotegidos, se mezclan ratones, pianos, músicas, anticuarios, personas ciegas y personas que simplemente aman y hacen la vida más fácil.
La sensibilidad y la cercanía del autor hacia las personas más desvalidas no está sólo en su actual trabajo (responsable de comunicación en la Fundación Juan XXIII para personas con discapacidad intelectual) ni tampoco en el hecho de que las ganancias por la venta del libro vayan destinadas a dicha Fundación, sino, y sobre todo, por haber permitido que está edición haya sido ilustrada por los propios usuarios de la Fundación, que con sus sencillos pero inspiradores dibujos subrayan los relatos del libro. Todo un acierto que hace que este libro sea una ‘rareza’ en el actual panorama editorial español. Asimismo, muchos relatos delatan la preocupación del autor por la justicia y su cercanía a los que el mundo torna invisibles por su, aparente, escaso valor material.
Habrá que seguir leyendo a este joven escritor.

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