viernes, 19 de septiembre de 2025

Nigeria: la persecución silenciada de cristianos


En 2015, el grupo radical yihadista, Boko Haram, saltó a los titulares de prensa de medio mundo cuando secuestró a 276 niñas en una escuela de Nigeria. Desde entonces, este grupo terrorista y algunos otros traen en jaque a los cristianos de este inmenso país africano de más de 200 millones de habitantes.

Ya desde el periodo colonial, el Norte de Nigeria contaba con una población básicamente musulmana. Sin embargo, muy pronto el cristianismo prosperó en esas regiones. Durante muchas décadas hubo paz y convivencia entre musulmanes y cristianos, como recuerda el obispo Habila Daboh, originario de la región: “Nosotros crecimos junto con las diferentes grupos étnicos. La vida transcurría con normalidad. Compartíamos la comida de Navidad con los musulmanes y durante sus celebraciones ellos compartían su comida con nosotros. Comíamos juntos, jugábamos al fútbol, acudíamos a los mismos mercados y nos bañábamos en los mismos ríos. Entonces, llegaron los extremistas (en los primeros años del siglo XXI) afirmando que si no eres musulmán no deberías estar vivo, y allí es donde la vida se volvió terrible para los cristianos. Los extremistas creen que no deberíamos estar en esta región, y como ven que estamos creciendo, nos consideran una amenaza para la comunidad musulmana”.

            Aunque los cristianos representan el 45% de la población nigeriana (porcentaje muy similar al de musulmanes), sim embargo el poder político y social lo ostentan cada vez más los musulmanes, empezando por el presidente de la República Federal. La mayoría de los estados del Norte de Nigeria han introducido la Sharía, es decir la aplicación del islam más restrictivo a las leyes civiles, lo que se traduce en la discriminación sin ambages de los cristianos y una amenaza continua para sus tierras, sus bienes, la práctica de su fe y sus propias existencias. Con razón se dice que Nigeria es el país más peligroso del mundo para practicar el cristianismo.

            Los atentados terroristas contra cristianos difícilmente llegan a ser noticia en Occidente. Y sin embargo rara es la semana en que no se produce un atentado en una iglesia cristiana, o un secuestro en un colegio o en un seminario. En los últimos años ha habido un continuo goteo de muertos, heridos, mujeres violadas y niños secuestrados. La persecución contra los cristianos arroja cifras escalofriantes. Según la Ong Interiocity, que opera en la zona y que se ha convertido en portavoz de esta persecución silenciada, entre enero y agosto de 2025, alrededor de 7 500 cristianos han sido masacrados por motivos religiosos en Nigeria, lo que da una media de 32 cristianos asesinados cada día. Otros tantos han sido secuestrados en el mismo periodo. Mientras, en los últimos años, las iglesias que han sufrido algún tipo de ataque arrastra una media de cien al mes. Y se habla asimismo de que 2 000 escuelas cristianas han sido destruidas. Varias ongds hablan de seis millones de desplazados por los continuos ataques a la población, a sus casas y cultivos.

            Ante estas cifras y ante esta persecución que dura ya casi dos décadas, son muchos los que denuncian un plan sistemático para expulsar a los cristianos del Norte de Nigeria. Según el padre Chimaobi Clément Emefu, se trata de un “proyecto de islamización que dura desde hace tiempo, y que es sistemático. Dicho de otra forma, los cristianos nigerianos sufren un genocidio ante la indiferencia del mundo occidental”.

            El número de asesinatos y secuestros se ha cebado en los últimos años en los líderes cristianos de la región, sacerdotes, religiosos, laicos consagrados, catequistas, maestros y seminaristas. Como recordaba el obispo Matthew Kukah en el funeral del seminarista asesinado, Michael Nnamdi: “El Norte de Nigeria es un gran cementerio, un valle de huesos secos, la parte más desagradable y brutal de Nigeria”.

            Y sin embargo, por imposible que parezca, los cristianos del Norte de Nigeria no se rinden. Muchos seminaristas han sido masacrados, pero muchos más han decidido defender con sus vidas, si fuese necesario, la voz compasiva y misericordiosa de Jesús en el Norte de Nigeria.

            Como ya sucedió en 2023, cuando Azerbayán invadió las zonas habitadas por los cristianos armenios, la mayor parte de los poderes políticos y de los medios de comunicación occidentales eluden hablar de esta persecución sistemática de cristianos en Nigeria, y, mucho menos, calificarlo de genocidio. 

            El sacerdote Patrick Akpabio, nigeriano, en una reciente conferencia en España decía que En Nigeria se mezclan la sangre con el vino de alegría, las balas con el pan y el dolor con la esperanza. Los seguidores de Cristo pagan un alto precio por su fe, sufriendo torturas físicas y psicológicas, aislamiento, violación, esclavitud, robos, cosechas destrozadas, discriminación en mucho aspectos legales, tráfico de órganos… todo con el fin de desanimar a la gente a vivir en sus poblados y evitar que puedan servir a Dios”.

            Pero en medio de esta persecución sistemática, los nigerianos no abandonan su fe. Si renunciasen a ella, renunciarían también a su dignidad de seres humanos, a su alma y a su libertad: “Donde las iglesias han sido quemadas, la gente se reúne bajo los árboles de mango para celebrar la misa”.

            Europa, mientras tanto, calla. ¿Un silencio culpable? ¿Un difuso odio a Cristo?



















No hay comentarios:

Publicar un comentario

A destacar

Arthur Rimbaud: el salvaje en su fragilidad

                En 1891, al puerto de Marsella llega un hombre joven, aunque acabado. La infección de su pierna avanza inexorablemente. El c...

Lo más visto: