lunes, 15 de mayo de 2023

Más tinieblas en el corazón del Congo

En el vídeo: enfrentamientos del pasado viernes muy cerca de la misión Bateke

A eso de las dos de la madrugada (15 de marzo) me entró un whatsapp para comunicarme que la misión guaneliana del Plateau de Bateke, en la RD del Congo, se había visto forzada a cerrar dada la creciente violencia en la zona. Este proyecto forma parte de los proyectos de Puentes. En la granja de Bateke vivían y trabajaban, en un programa de reinserción social, jóvenes de la calle y chicos con discapacidad mental. 

“La situación difícil –me comunican- que persiste en la Meseta del Congo nos ha obligado a dejar nuestra casa, el ganado, los cultivos, por miedo a los rebeldes que entran en las aldeas y matan indiscriminadamente  a los que encuentran a su paso y arrasan con todo.

Desde hace tiempo, a nosotros y a todas las misiones nos presionaban, por todas partes, para que abandonásemos y dejásemos todo. Durante un tiempo nos hemos resistido, pero ayer, ante la situación de extrema violencia y para que ninguna de las vidas de los jóvenes de la calle y de las personas con discapacidad que cuidamos corran riesgo alguno, hemos decidido abandonarlo todo y salir.

Las personas con discapacidad han sido acogidas en nuestra misión de Kinshasa. Con gran dificultad y muchas penalidades hemos podido recorrer la distancia entre Bateke y Kinshasa, en medio de un caos y de una confusión enormes, en medio de la desesperación de los que huían. Dadas las prisas, nuestros muchachos ni siquiera han podido llevarse consigo su propia ropa o su calzado.

Atrás hemos dejado todo en la granja, las 70 vacas, las cabras, los cerdos, los cultivos de mandioca y de piñas tropicales y todo lo demás. Unos trabajadores seguirán cuidando los animales y unos guardianes continuarán protegiendo la granja, pero sabemos que poco a poco todo irá desapareciendo. Ya en los últimos tiempos, y para que respetasen la granja, teníamos que hacer entrega de animales y alimentos.

La semana pasada los rebeldes masacraron a machetazos a 20 policías. Ahora, con gran dolor, sabemos que también el ejército y la policía usan mano dura y utilizan las armas con parecida insensatez. Teníamos paz en nuestra casa de Bateke, pero ahora todo ha cambiado bruscamente”. Hasta aquí ese primer testimonio.

A lo largo de la mañana otros mensajes también dramáticos confirmaban el primer whatsapp. Desde hace meses, desde hace años, podríamos decir la República del Congo es un polvorín en las regiones fronterizas. Ahora se repite la misma historia cerca de la capital, Kinshasa. Rebeldes y soldados se tienden emboscadas en cada bosque y en cada aldea. Los testimonios cercanos hablan de centenares de muertos en las últimas semanas, de aldeas quemadas, atrocidades con la población civil, cultivos arrasados y las gentes huyendo por todos los senderos para salvar la vida, con un niño a la espalda y una bolsa de maíz en la mano. Eso es todo.

Evidentemente las grandes agencias de información nada dicen de esto. Es una ‘guerra’ que no interesa. A lo máximo nos recuerdan que en África unas tribus se matan a otras. Y ya está. ¿Pero quién arma a los rebeldes, quién paga la guerra de guerrillas? ¿Y quién arma a las tribus que se enfrentan? La ONU, con muchísimos efectivos en la zona, asiste impotente a este continuo goteo de muertes y ha llegado a reconocer que “los rebeldes cuentan con mejores armas que los cascos azules”.  ¿Pero lo que está pasando en el Congo es únicamente una guerra fratricida? No lo creo. Lo que sucede es que la República Democrática del Congo es un país increíblemente rico en minerales, diamantes, oro y sobre todo coltán. Ese mineral necesario para que tú y yo dispongamos de un móvil y de un ordenador, sin los cuales nuestra vida sería muy diferente. Necesitamos el coltán como necesitamos el pan de cada día. Probablemente más.

En el Congo no mandan los congoleños, sino intereses bastardos y extranjeros. Multinacionales bendecidas por gobiernos de diferentes países, ‘pacíficos’ y democráticos, civilizados e impolutos, arman a los rebeldes para que defiendan las minas y sus riquezas. El cardenal Ambongo dijo hace no mucho que: “Tenemos la clara convicción de que hay fuerzas externas que realmente quieren dividir nuestro país en pequeños estados”. Es lo que se viene llamando la balcanización del Congo. Y los misioneros que viven y sufren en la zona hace mucho que denuncian la debilidad del Estado: El Congo es un país fallido. Y alguien tiene mucho interés en que continúe siéndolo.

¿Nunca habrá paz para los congoleños? Hace más de 100 años, Joseph Conrad se asomó a las orillas que bordean el río Congo para escribir su novela El corazón de las tinieblas. Marlow va en busca de Kurtz, un traficante de marfil que ha enloquecido en la selva. Pero en la travesía Marlow es testigo de la brutalidad a la que son sometidos los nativos. Y la novela nos deja un sabor amargo, porque ambos, Marlow y Kurtz, han visto con sus propios ojos el horror, todo el horror. Cien años después, las tinieblas aún perduran en este hermoso y rico país del corazón de África. 

                     

                         En el vídeo: enfrentamientos entre ejército y rebeldes



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