A mediados del mes de noviembre de 1998 se celebró una
exposición en Palencia. Una muestra realizada con diversos materiales
(fotografías, artesanía local, batiks (pinturas), esculturas ashanti, telas y
abalorios tradicionales, instrumentos musicales, libros) que el primer
misionero de Ghana, P. Fernando de la
Torre, y los primeros voluntarios africanos (Santi María, Bautista Aguado y
Julio Martín) habían recogido durante su estancia en la misión guaneliana de Abor (Ghana).
Pero la exposición no pretendía ser
una actividad cultural más. Fue el pretexto perfecto para hablar de una
realidad: el Centro de Formación Profesional
de Abor donde enseñaban diversos oficios (electrónica, calzado, tejido
tradicional, corte y confección), a unos ochenta jóvenes, de ambos sexos, con
minusvalías físicas (generalmente víctimas de la polio). Y una excusa para
comenzar a recaudar fondos que permitiesen realizar algunas operaciones
quirúrgicas, sencillas pero necesarias, en las extremidades inferiores de adolescentes
afectados por la poliomielitis.
Por primera vez, en aquel fin de
semana de noviembre de 1998, un grupo de amigos, formados en la espiritualidad
guaneliana, vio la necesidad de organizarse y apoyar con afecto, actividades de
sensibilización y donativos a los misioneros guanelianos en ese concreto rincón
del continente africano. Nos propusimos algo muy sencillo: recaudar antes de
navidad unas 100.000 pesetas (600 euros) para costear una intervención
quirúrgica que necesitaba una joven ghanesa, de nombre Helen.
Nos pusimos manos a la obra.
Difundimos la noticia entre los familiares y los amigos más cercanos. Hicimos
postales navideñas y repartimos huchas. En navidad hicimos cuentas. Habíamos conseguido 550.000 pesetas (3.300€).
Fue
entonces, cuando pensamos que este impulso solidario no podía acabar en la
Navidad de 1998. Era el inicio de una corriente solidaria que, al principio, se
llamó Ghana Solidaridad; luego, Misiones Guanelianas, y que todos terminaríamos
por llamar Puentes Ongd.
Ahora que se
cumplen los XXV años de estos
comienzos, quiero recordar algunas impresiones, algunos fogonazos de humanidad,
solidaridad y cultura que dejaron en mi retina los distintos proyectos en
África o Hispanoamérica en los que Puentes se ha movido en este cuarto de
siglo. Son las cosas, los rostros, los nombres y las historias que uno se trae
a casa en el viaje de vuelta. Y que quedan ahí en el archivo del corazón para
siempre. En los próximos meses, iré compartiendo con los lectore estas “cosas que me traje en la mochila”.
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