Cuando en la reunión de la Junta Directiva
del pasado mes de agosto se pensó en un cartel conmemorativo para celebrar los
25 años de Puentes, rápidamente nos pusimos de acuerdo en que la persona
indicada para realizarlo era José Manuel
García, ‘Josete’. Le llamé por teléfono y, aunque se encontraba en
Estados Unidos, aceptó el encargo a la primera.
Arandino de nacimiento, muy pronto el
gusanillo del dibujo y del diseño fue ganando espacio en sus aficiones y en su
formación académica. Diseñador gráfico & ilustrador, o Freelance Graphic
Designer, por entendernos en inglés, ha colaborado en multitud de proyectos muy
bien acogidos. Y es también escritor y autor de varios cuentos, como La costurera de corazones, El hijo del
hombre del saco o el Circo de Igor.
Ha pasado largas temporadas en Nueva
York, aunque actualmente reside en Madrid, donde se desarrolla
profesionalmente. En 2007, Puentes convocó
un concurso para elegir el logo corporativo y fue precisamente ‘Josete’ quien
lo ganó. Desde entonces, cualquier colaboración que le hemos solicitado la ha
realizado con espíritu solidario y “por
amor al arte”. La revista Servir (padres guanelianos) contó durante
muchos años con sus ilustraciones. Me gusta recordar que hace algunos años donó
a Puentes varias cajas de camisetas con diseños suyos que se vendieron pronto y
bien..
Y aquí tenemos el cartel de ‘Josete’:
Sobre un fondo suave, un blanquiazul desvaído, podemos apreciar tres franjas. En la franja superior, aparecen dos
leyendas. En lo más alto “1998 – Puentes Ongd – 2023”, fecha de la
fundación, nombre de la asociación y fecha actual. Y una segunda leyenda: “25 Años de una
corriente solidaria”. Aunque el nombre ‘Puentes’
llegó en 2007, la corriente solidaria, esa voluntad de hacer algo por los
demás, había aparecido antes, ya en 1998, primero con el nombre ‘Ghana
Solidaridad’ y luego bajo la denominación de ‘Misiones Guanelianas’.
El segundo elemento ocupa la franja central y es una representación
del Mundo. Curiosamente, Josete acudió a la inteligencia artificial para
crearlo. La Bola del Mundo aparece
agitada por el caos: una masa informe de agua, donde las corrientes del bien y
del mal chocan entre sí enfurecidas. Y los continentes y las islas parecen “tierras
a la deriva”. Y sin embargo, este mundo caótico tiene su contrapunto de alegría
y esperanza en los tres árboles que crecen frondosos como bellos frutos de la
Tierra.
Y bien podríamos decir que este Mundo
es un desafío y un planeta fértil para quien busca el bien, pero también una
desolación y una tristeza, porque por mucho que nos empeñemos en cambiar el
Mundo, la Historia sigue con sus avances, retrocesos, empujones y parones, en
un vaivén inquietante y misterioso. “Nosotros
– lo decimos mucho en Puentes- no vamos a cambiar el Mundo, con mayúscula, pero
sí el mundo, con minúscula, de personas concretas, con su nombre, su rostro y
su historia”. Y estas tres cosas (nombre, rostro e historia) están
representadas en los tres árboles. “Cambiar el mundo de una persona concreta”
es el objetivo y la razón de la lucha de la Ongd. El diseñador ha querido
coronar este Mundo con el logo de Puentes, en color plateado, para simbolizar
las bodas de plata que hoy conmemoramos.
Y llegamos a la tercera parte del cartel. Frente a los colores tenues, pálidos de toda la parte superior y central, en esta franja inferior encontramos una explosión de vida y diversidad. Son los rostros de los que en un momento u otro del cuarto de siglo de Puentes, han sido sostenidos por la generosidad de nuestros donantes. Ellos y ellas han sido y son la razón de ser de Puentes. Niños de la calle, jóvenes con discapacidad, mujeres adultas, madres solteras, enfermos, africanos y latinos, niños, jóvenes, adultos y mayores. Se llaman Kwame, Kwasi, Jean de Dieu, Chibiken, Keke, María, Guadalupe, Flor, Francisco, Belinda o Iliana. Y tienen a sus espaldas una historia de desdicha, pero también de superación y esperanza. Han comenzado a leer y a escribir, han llegado a estudios superiores, han encontrado un hogar cálido para su discapacidad, han aprendido un oficio, han hallado medicinas y curas en el ambulatorio, han trabajado en la cooperativa cafetera, en el vivero o en el gallinero. Se han formado en dignidad y derechos humanos, han sido comprendidos en su pobreza y animados en su trabajo, en su igualdad de mujeres. Han mejorado su vivienda, su calzado ortopédico, o han podido llevar gafas y pasar por el dentista. Y sobre todo se han sentido valorados, apreciados, reconocidos en su dignidad de seres humanos, a pesar de los pesares.
Este cartel representa todo esto. Y mucho más que no se ve, “porque lo esencial, como nos enseñó El Principito, siempre es invisible a los ojos”.
En este lado del puente, contemplando
el cartel, voluntarios y donantes solo podemos sentirnos agradecidos por haber
tenido la oportunidad de construir un puente, apenas un puentecillo, apenas una
corriente de solidaridad. Una vez más, comprobamos que, al dar algo, nos
mejoramos y ganamos en estatura moral. Y, al entregar nuestro tiempo o nuestro
talento por los demás, nos enriquecemos, de manera misteriosa, pero cierta.
Feliz Aniversario. Gracias, amigos y constructores de puentes, por estos 25 Años.
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