viernes, 12 de abril de 2019

El Papa se arrodilla para suplicar la paz en Sudán del Sur




Sudán del Sur alcanzó su independencia en 2011, después de un referéndum en el que el 98% expresó su voluntad de ser independientes. Al entusiasmo inicial por la recién ganada independencia, le sucedió la violencia y las luchas étnicas que generan el ejército y los distintos grupos armados. Más de la mitad de la población viven en unas condiciones miserables, y hay cerca de tres millones de desplazados que han huido de la violencia generalizada de unos y de otros.
Surdán del Sur es uno de esos estados falidos (en África hay varios). Y sin embargo, sursudaneses de buena voluntad, liderados en primer lugar por las iglesias cristianas creen firmemente en que esta escalada de violencia puede ser detenida y que los grupos armados y el gobierno deben ceder y ponerse de acuerdo en unos mínimos para que la paz alcance el país y, con la paz, un poco de prosperidad y de bienestar.
Hace unos días, noticia eso sí silenciada por las grandes agencias informativas, los diferentes líderes aceptaron encontrarse en el Vaticano para un ‘retiro espiritual’, o lo que es lo mismo para dejarse interpelar por el grito de los sursudaneses que los que verdaderamente es vivir en paz, sembrar sus campos, llevar a sus hijos a la escuela y vivir tranquilos en sus casas.

Ayer, con la presencia del propio Papa y de los Jefes de la Iglesia Anglicana y de la Iglesia de Escocia, tuvo lugar la ceremonia de clausura de este encuentro. El Papa leyó su discurso: un llamamiento a buscar la paz, a defender lo que une y a no encarcelarse en lo que separa. Y al final este discurso fue ratificado por un gesto inaudito: el papa se arrodilló y besó los pies de los líderes sursudaneses allí reunidos. Un Papa, cargado de años y torpe, se arrodilla y besa los pies de los que hasta ese momento han sido enemigos declarados. Un gesto de humildad, una súplica hermosa, una oración en toda regla, para que los políticos sean promotores de paz, buscadores de paz, y hacedores de puentes.
Estoy seguro que millones de sursudaneses se habrán sentido conmocionados ante el hecho de que un hombre desarmado, vestido de blanco, se arrodille delante de ‘unos guerrilleros’ y les pida que la búsqueda de la paz es la verdadera victoria, la única ganancia posible.


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