¡Miradlo! Se llama Mahmoud
Ajjour. Tiene nueve años. Es un niño de Gaza. La instantánea la firma el fotógrafo
palestino Abu Elou y ha sido elegida como la mejor fotografía del año según el World Press Photo, el más prestigioso
galardón en este campo.
El pequeño Mahmoud mientras andaba por una calle en ruinas de Gaza se giró para instar a su familia a
seguir caminando, pero una explosión le voló los brazos. Pudo abandonar la
franja de Gaza y recibir asistencia médica en Qatar. Ahora aprende a jugar con
el teléfono y a abrir las puertas con los pies.
“Esta es una fotografía
silenciosa que habla poderosamente: cuenta la historia de un solo niño, pero
también de una guerra más grande, cuyas consecuencias resonarán durante
generaciones”, comenta la
directora de World Press Photo.
Gaza ostenta, en este momento, un triste record: el de más niños
amputados por kilómetro cuadrado. Muchos terroristas de Hamás han huido de Gaza
o lo harán más adelante. Los gobernantes criminales de Israel seguirán viviendo
bien con sus sueldos abultados. Pero los mutilados recordarán siempre que hubo una guerra y que
esta guerra dejó bien jodidos a niños inocentes, como Mahmoud, a civiles
inocentes a los que la guerra les llovió del cielo, sin buscarlo y sin
proponérselo. E incluso a soldados forzados a defender en el campo de batalla
una idea de patria que los políticos idearon en sus Consejos de Gobierno, en
salones con aire acondicionado y agua mineral al alcance. Al final, son y serán
los mutilados los que paguen la amarga factura de la guerra.
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