martes, 5 de septiembre de 2017

Aquel sermón de Bossuet



    Ya se sabe que libro que no lleva a otro libro no es buen libro. En esto días leo a Pablo d’Ors y su Olvido de sí. Y éste me ha llevado a Bossuet cuya lectura, especialmente de Las elevaciones sobre los Misterios, fue el comienzo de la llamativa conversión de Charles de Foucault. Bossuet (1627-1704) fue una de las figuras más importantes del episcopado francés de su época. Famoso por su elocuencia y por sus escritos, fue nombrado Preceptor del hijo y heredero de Luis XIV. En varios funerales regios y de grandes personalidades de Francia le correspondió pronunciar la oración fúnebre, que aún hoy son consideradas obras maestras. Está enterrado en la catedral de Metz.

    Pero me he detenido en sus llamamientos a la caridad, con motivo de la hambruna que en el momento más brillante y triunfante del reinado de Luis XIV estalló en Francia. Un vasto movimiento de caridad fue impulsado por Vicente de Paúl, y Bossuet se adhirió a él. Bossuet combate esa falsa creencia de pensar que todo marcha bien en el mundo cuando los que gobiernan están contentos con su gobernación. El orador sagrado más importante de Francia se dirige a los ricos, incluso al propio rey y a la misma corte: “Mueren de hambre, sí, señores. Mueren de hambre en vuestras tierras, en vuestros castillos, en vuestras ciudades, en los campos, en la puerta y en los alrededores de vuestros palacios. Nadie se acerca a socorrerlos. Y eso que sólo os piden lo superfluo de vuestras vidas, unas migas de vuestras mesas. Los reyes tienen que reaccionar. Puede que ellos no puedan hacer todo lo que les gustaría, pero rendirán cuentas a Dios de lo que pudieron haber hecho. Ricos, llevad el peso del pobre, aliviad su necesidad, ayudadle a sostener las aflicciones bajo cuyo peso gime”. ¡Caramba con Bossuet¡

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