lunes, 19 de febrero de 2018

Los nuevos dogmas de la economía.


Ya sé que las cifras son mareantes y cuando se habla de cantidades colosales, los mortales de a pie no nos podemos hacer una idea exacta del problema. Según se recoge en el Informe del Banco de España el rescate a la banca española alcanza la cifra de 77.000 millones de euros. Los economistas entendidos y otros nobeles de las finanzas dicen que es más barato rescatar un banco que dejarlo hundir, como sucedió con el Lehman Brothers americano, que en su caída arrastró a muchos provocando una auténtica debacle. Y hasta aquí lo puedo entender.
Lo que ya no comprendo – y además me resulta totalmente inaceptable e inmoral- es que este rescate bancario lo tengamos que pagar entre todos. Ya sabíamos que la crisis la estábamos pagando a partes iguales los que habían vivido por encima de sus posibilidades y los que habíamos vivido incluso por debajo. Pero el rescate bancario que se nos había repetido por activa y por pasiva que ‘no costaría un duro a los contribuyentes’ también lo vamos a pagar todos.
Hemos visto como la banca ha saneado sus cuentas y como empieza a tener sonoros beneficios. Y por lo tanto nadie en su sano juicio entiende que ganes y dinero y no pagues las deudas. Según este mismo informe del Banco de España, hasta la fecha sólo se ha recuperado el 5% del dinero concedido a los bancos, y se espera que, como mucho, se recupere otro 10% (en el que queda incluido lo que se pueda sacar de la venta de Bankia). Resumiendo, y en el mejor de los casos, debemos pensar que de cada 5 euros, sólo las arcas del Estado (que somos todos los ciudadanos que vivimos en este país) recuperarán 1 euro.
Los bancos han sido vendidos (incluida Banca Catalana que, junto a Bankia fue la que más recibió) y, por lo tanto, las nuevas entidades propietarias no devolverán un duro.
¿Se entiende esto? Sinceramente, no. Parece una ofensa a todos los españoles a los que la crisis zarandeó hasta arrastrar a la pobreza a muchos que tuvieron que hacer cola permanente ante Cáritas y el Banco de Alimentos, con todos los dramas personales y familiares que el empobrecimiento supuso –y aún supone- en esta pobre país nuestro.
Si se exigiese la devolución total del rescate bancario, España podría disminuir su deuda monstruosa o volver a llenar la hucha de las pensiones, amenazadas en este momento de paro cardiaco y de colapso total.
Pero se ve que las leyes económicas mundiales siguen otros derroteros y otras razones que los ciudadanos de a pie no entendemos. ¡Misterios más profundos y más intricados que los de la fe tiene la economía mundial! Nos dirán que todo es por nuestro bien. Y nos lo dicen y dirán desde la izquierda y desde la derecha. Y a nosotros parece que únicamente nos queda decir ‘amén’, lo mismo que ante el misterio de la Santísima Trinidad.

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