lunes, 21 de abril de 2025

Un Panettone de Oro para Leo Bigelli

 


(Artículo escrito el 5 de abril de 2013) 

        En estos tiempos de indignación y de rabia. En estos tiempos en que salen a la luz tantos trapos sucios, tantas canalladas y tanta rapiña. En estos tiempos en que es más fácil señalar el lado más tenebroso de los otros, yo quiero descubrir un trozo de bondad, mostrarla y seguirla. 
        Lo he sabido ahora, aunque la noticia es de las navidades pasadas. El Ayuntamiento de Milán concedió su ‘Panettone de oro’ solidario a Leo Bigelli, por su incansable trabajo en favor de los sin techo de la metrópoli italiana, a través de la Casa Gastone.
        Hace ya muchos años, cuando Leo Bigelli era el responsable de un colegio en Milán, solía visitar junto a un grupillo de jóvenes a los vagabundos y sin techo de la estación de trenes de Milán. Hablaban con ellos y les ofrecían un café y un dulce.
        En la estación de trenes Leo conoció a todo un personaje, Gastone, con su alma, con su historia trágica, con su sabiduría.
        Leo pudo conocer así otro Milán, más allá de los grandes industriales, las pasarelas de moda, los jugadores del equipo de fútbol y los abonados a la temporada de ópera en la Scala. Eran los ciudadanos a los que la pobreza había dejado al margen de la sociedad y, sin techo ni hogar, vagaban de estación en estación.
        Años después, Leo Bigelli puede hacer realidad un viejo sueño: abrir una casa para los sin techo y crear una familia para los que, por tantas razones, no la tenían. La casa en cuestión –y por primera vez en la historia de la Congregación- no lleva el nombre de un santo, sino el nombre de aquel hombre sin techo de nombre Gastone.
        Visité a Leo en 2011 en la Casa Gastone. Era el Leo de siempre. Aquel Leo entusiasta y juglar, original y profundo, abierto y creativo que había conocido en 1973 cuando llegó al Colegio de Aguilar recién ordenado sacerdote.
        Casa Gastone no era un almacén de ‘sin techo,’ sino una familia donde un grupo de personas era recuperado para el trabajo, el afecto, la convivencia y la dicha. Compartí cena con ellos, y también turrón español y helado italiano. Luego, Leo se puso a llenar las fiambreras con pasta y filete empanado para los que, al día siguiente, tenían que ir a trabajar. Tarteras amorosamente preparadas como sólo un padre y una madre saben hacer.
        Leo me acompañó a la estación. Me fue contando historias dramáticas e historias de superación, historias de fracasos e historias de dignidad de muchos de sus ‘hermanos’ de Casa Gastone. Y como suelen hacer los pobres, al final de mi visita compartió algo de lo poco que tenía y me entregó un donativo para los niños pobres de África a los que PUENTES cuida.
    Ahora, el Ayuntamiento de Milán reconoce la magnífica labor que ha llevado a cabo este buen sacerdote guaneliano en favor de los pobres más pobres, tal y como aconsejaba Luis Guanella.
        Probablemente nunca un premio ha caído en tan buenas manos. Leo Bigelli, que ha alegrado las navidades de tantos sin techo con un trozo de panettone ha recibido este Panettone de oro. Enhorabuena, no por el premio, sino por tu trabajo.



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