La única parroquia católica de Gaza ha sido
bombardeada. El ataque ha causado tres muertos y nueve heridos, entre estos
últimos el párroco Romanelli, con quien el Papa Francisco hablaba casi a diario
para sostenerlo en el calvario de la guerra.
La parroquia de la Sagrada Familia se había convertido
en una verdadera Arca de Noé en estos largos meses de diluvio universal de
bombas y hambres. En la parroquia habían encontrado refugio unas seiscientas
personas y, entra ellas, un grupo de chicos con discapacidad. Sin diferencia de
credo, cristianos y musulmanes, se sentían seguros en este espacio sagrado.
Pero si la vida de las personas no es sagrada en
ninguna guerra, ¿podemos esperar que lo sean los templos, que lo sean las
piedras? La parroquia católica de la Sagrada Familia, también en este aspecto,
ha compartido idéntica suerte e idéntico destino al de toda la Franja de Gaza.
Un destino de bombas y de escombros, de ruina, de heridas y de muertes.
La bomba que ha derruido varios puntos de la iglesia,
ha dejado intacta la pequeña cruz de piedra. Acaso una imagen poética: la cruz
permanece firme en los territorios del dolor, como único estandarte de
esperanza. “O crux, spes única”. Oh, Cruz, única esperanza.
Ante las numerosas protestas internacionales por este
bombardeo a la parroquia, el señor Netanyahu, ha dicho que “ha sido un
error”. Nos hubiera gustado más que hubiera dicho: “Toda la violencia
desatada contra la población ha sido un error”.
Mi pecho no puede ya con más rabia, coraje ansias de venganza y no es bueno ni para mí ni para mí espíritu! Palentina Libre! Solo me queda la ilusa esperanza de que Dios castigue a su pueblo elegido con una Diáspora eterna, que queden dispersos por el mundo como lama que lleva el diablo.
ResponderEliminar