lunes, 8 de septiembre de 2025

Danos un poco de Don Quijote cada día...

    


 

    Han pasado apenas dos horas desde que he abandonado el Palacio Butrón, mi lugar de trabajo de los últimos tres años. Mi jubilación acaba de empezar. La alarma de las 06:20 h ha sido desactivada. Uno de los pocos propósitos: dedicar un poco de tiempo a la relectura de los libros que más me han gustado, impresionado o marcado. Empecemos por el principio y empecemos bien. Y claro, debería elegir la Biblia. Pero la Biblia es un libro para tener siempre debajo de la almohada, siempre a mano, como el cuerpo de la persona amada. Siempre cerca para sentirse querido, acariciado, interrogado, cuestionado e incluso herido, juzgado o avergonzado. La Biblia no es un libro. Es el Otro. Y el Otro no es un alguien para releer, sino para convivir, confrontarse y medirse. Por lo tanto, descartada la Biblia como relectura, elijo el Quijote. No podría ser otro. ¿No es acaso El Quijote otro evangelio? Podría serlo. O debería serlo. 

    Todos los libros empiezan en un lugar de la Mancha, al menos desde que Cervantes escribiera 'vale' al final del último capítulo. Siempre habrá molinos de viento. Siempre habrá gigantes, cueros de vino, ejércitos de ovejas y carneros. Siempre habrá Marcelas y Grisóstomos. Siempre habrá duques que usen a los quijotes como pasatiempo. Siempre habrá galeotes que susciten compasión. Siempre tendremos días para hacer quijotadas y días para hacer sanchopanzadas. Siempre habrá ínsulas baratarias y corregidores tan sabios como Salomón. Siempre habrá Dulcineas que se truequen en aldeanas y aldeanas en Dulcineas. Todo está en El Quijote. Y todos los hombres y mujeres de buena voluntad pueden reconocerse en sus páginas. Reír y llorar con ellas. Y hacerse preguntas. Como la Biblia, es un libro que casi está en todas las casas, aunque muy pocos lo hayan leído. Poco importa. ¿O sí? ¿Seríamos de otra manera en esta Mancha nuestra, más altruistas, más compasivos, más locosensatos si hubiéramos leído y masticado El Quijote? Puede que sí. 

    Siempre habrá quijotes que lean y relean El Quijote. Tampoco esto importa mucho, bien es verdad. Porque el ingenioso hidalgo Don Quijote y su leal escudero Sancho Panza son más reales que cuantos encumbrados hombres hayan existido en este solar patrio a lo largo de toda su Historia. Más reales y verdaderos que los monarcas, los escritores, los conquistadores, los generales, los cardenales, los pintores de España. Es suficiente darse un garbeo por plazas, tabernas, museos, bibliotecas y paisajes... para comprender que Don Quijote y Sancho Panza son más de carne y hueso que todos nosotros, más incluso que su propio padre, creador y criador, don Miguel de Cervantes. 

    Danos, Señor, un poco de don Quijote cada día...

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