jueves, 11 de septiembre de 2025

La Vuelta de España y Gaza

     


    ¿Son los ciclistas israelíes los culpables del asedio y hambruna de Gaza? Las convocatorias de estas manifas durante la Vuelta dicen que el objetivo es que el equipo israelí de ciclismo sea expulsado de la carrera ciclista. Una de las proclamas y eslóganes de las manifestaciones que tienen lugar a lo largo de la Vuelta Ciclista a España dice así: "Hamás no es Palestina". Y con toda razón. Y así lo he dejado escrito en este blog en varias ocasiones. No se puede identificar al grupo terrorista con los ciudadanos del pueblo palestino. Pero a renglón seguido habría que decir que el Gobierno de Netanyahu tampoco es Israel. Porque, de lo contrario, no estamos buscando la verdad, sino otro tipo de intereses, no sé si oscuros o no. 

    No creo que los corredores ciclistas con nacionalidad israelí sean los responsables de la intolerable situación que se está viviendo en Gaza. Los boicots deportivos en el fondo no son un castigo a los países, sino a los profesionales del deporte que se han pasado años de duro entrenamiento y largos sacrificios para competir en unos Juegos Olímpicos o en una carrera ciclista de primer rango. Y esto es así desde Berlín, Moscú o Los Ángeles. 

    Creo que castigar a los profesionales del deporte o a los profesionales de la música, la danza o el arte no es la mejor forma de solucionar las cosas. Los deportistas o artistas, independientemente de su nacionalidad o de sus ideas, tienen derecho a expresar su talento y su valía. Pero esta cultura de cancelación reinante lo mismo suprime un concierto de un director de orquesta ruso que una compañía de danza israelí. Es decir, en lugar de castigar a los gobiernos, castigamos a los ciudadanos. 

    No creo mucho en las manifestaciones espontáneas de la gente y menos en este país donde ni siquiera los trabajadores se manifiestan por la subida de los salarios o los precios desorbitados de las viviendas. Cuando las manifestaciones coinciden en el tiempo con las decisiones y posturas de un gobierno, como mínimo hay que sospechar de la sinceridad de las mismas. Ya sabemos que el poder busca siempre los aplausos  del pueblo a sus leyes y decretos. Confundir los intereses del Gobierno con los intereses de la nación es algo habitual en las dictaduras, pero últimamente vemos que también en las democracias. Las relaciones diplomáticas sirven para que los ciudadanos de un país que viven en otro puedan sentirse seguros, protegidos y puedan desarrollar sus actividades libremente. Las embajadas de Israel y de España dan protección a los ciudadanos de uno y otro país. Tristemente, observamos que el síndrome de Luis XIV -aquel que dijo "El Estado soy yo"- sigue vivo y de actualidad también en estos palacetes de ministros y ministras. 

    Lo que sí sabemos es que la Vuelta está saliendo la mar de cara al erario público (algo que pagamos entre todos), por las medidas excepcionales de seguridad que se están necesitando en cada ciudad y pueblo por donde la carrera pasa. Y también es verdad que las caídas provocadas a los ciclistas por algunos de los manifestantes no debería ser un asunto menor. Y, si no, que se lo pregunten al ciclista Javier Romo que se ha visto obligado a abandonar la Vuelta, como consecuencia de la caída producida por un manifestante.

    La desgarradora crisis humanitaria sufrida por el pueblo palestino es Gaza no puede obviar algunas preguntas: ¿Quién está detrás de estas manifestaciones? ¿Por qué se dan ahora justo en este momento en el que el Gobierno de España tensa las relaciones con el Gobierno de Israel? ¿Es justo condenar a los ciudadanos de un país por las decisiones de su gobierno? ¿Cómo se justifica ese odio a unos ciclistas que nada tienen que ver con el genocidio, simplemente por la nacionalidad de su pasaporte?

    Desde el primer momento de la guerra, Cáritas abrió una cuenta a favor de la Franja de Gaza. Y desde el primer momento la iglesia de Gaza acogió a cristianos y musulmanes, sin hacer ninguna distinción, ofreciéndoles comida, consuelo, albergue y un espacio seguro. Por eso la parroquia de Gaza fue bombardeada, precisamente por se un lugar de fraternidad y acogida universal. Pero el bombardeo y los muertos que provocó no logró cerrar este espacio de acogida, un espacio sostenido económicamente por Cáritas. Es de esperar que, además de manifestaciones ruidosas -a veces con la presencia de radicales- los simpatizantes de Gaza también aporten, no sólo sus voces y sus banderas durante la Vuelta, sino también su ayuda concreta al pueblo gazatí.

    








    

    

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