Zygmun Bauman ha pasado por
Burgos para un encuentro de pensamiento. Desde hace algún tiempo, sus análisis
son certeros. Algunos le tachan de pesimista, pero es quizás ese rechazo del
hombre actual a sentirse incómodo con lo que no quiere oír.
Habla, por ejemplo, de la crisis de las instituciones
democráticas por el solo hecho de que los problemas son globales y los
gobiernos son locales: “Lo que está pasando ahora, lo que
podemos llamar la crisis de la democracia, es el colapso de la confianza. La creencia
de que los líderes no solo son corruptos o estúpidos, sino que son incapaces.
Para actuar se necesita poder: ser capaz de hacer cosas; y se necesita
política: la habilidad de decidir qué cosas tienen que hacerse. La cuestión es
que ese matrimonio entre poder y política en manos del Estado-nación se ha
terminado. El poder se ha globalizado pero las políticas son tan locales como
antes. La política tiene las manos cortadas. La gente ya no cree en el sistema
democrático porque no cumple sus promesas. Es lo que está poniendo de
manifiesto, por ejemplo, la crisis de la migración. El fenómeno es global, pero
actuamos en términos parroquianos. Las instituciones democráticas no fueron
diseñadas para manejar situaciones de interdependencia. La crisis contemporánea
de la democracia es una crisis de las instituciones democráticas”.
El autor también ha hablado de la crisis
que se ha suscitado en Occidente por la lucha entre libertad y seguridad, que
es un debate muy actual, exasperado a raíz de los últimos atentados yihadistas
en suelo europeo.
Bauman se muestra muy crítico con las redes
sociales que nos dan una sensación de protección y amistad, pero que en el
fondo son una trampa. En las redes sociales, podemos poner y quitar amigos con
facilidad sorprendente; en cambio en la vida real, tenemos frente a nosotros un
interlocutor que nos interpela, que nos exige definición, que nos critica, con
el que tenemos que llegar a pactos o compromisos. Las redes sociales se están
convirtiendo en ghettos, en grupúscolos donde nos sentimos cómodos porque todos
nuestros amigos opinan lo mismo que nosotros.
En este mismo orden de cosas, acabo de
leer esto de Richard Rorty “Tenemos
ahora una clase superior que toma todas las grandes decisiones económicas y lo
hace con independencia de los Parlamentos y, con mayor motivo, de la voluntad
de los votantes de cualquier país dado. Esas élites son las que inician el
alejamiento de la democracia y consiguen la separación del poder y la política,
que es una de las razones que explican la incapacidad de los Estados para tomar
las decisiones apropiadas. Así surge la indignación”.
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