jueves, 18 de febrero de 2016

La mirada de Wróblewski sobre el horror




A veces conviene ir a lo desconocido, por el placer de ver algo que nunca habíamos visto antes. Me sucedió hace unos días en una visita a Madrid, me acerqué al Palacio de Velázquez para ver la obra del polaco Andreij Wróblewski, un artista del que yo nunca había oído hablar.
Toda su obra se reduce a un periodo de 10 años, desde 1948 a 1957, fecha en la que encontraría la muerte mientras hacía una excursión en solitario por los montes Tatras de su tierra natal.  ¿Recordaría entonces aquel día en que los soldados alemanes entraron en su casa y brutalmente la saquearon, lo que provocó que su padre muriera pocas horas después, de la impresión y de la humillación?
En Polonia, Wróblewski es considerado uno de los grandes artistas de después de la Guerra. Murió a los 29 años y dejó atrás 150 pinturas y cientos de dibujos, además de muchos artículos sobre arte.

Wróblewski se inició en la pintura abstracta, para después compaginar ésta con la pintura figurativa, fuertemente auspiciada por la Unión Soviética a través de su ‘realismo social’. Muchas de sus escenas reflejan la persecución de los polacos por parte de los nazis, una experiencia que marcaría a fuego el alma polaca: las escenas de ejecuciones en las calles se grabarían para siempre en su memoria. En sus pinturas, la muerte está muy presente, a la que representa siempre con el color azul. Muchos de sus cuadros están pintados por ambas caras, de ahí el título de esta exposición madrileña ‘Verso-Reverso”.
Me llama la atención el cuadro Madre con hijo muerto y también La colada o La sala de espera. Inquietante pintura la de Wróblewski, y sin embargo fascinante. Hay denuncia en sus obras, pero también esperanza, una resignada esperanza, como nos muestra ese cuadro suyo titulado Los amantes.

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