domingo, 28 de febrero de 2021

Un café, un whatsapp y un libro.


LA OPCIÓN GUANELIANA - Prólogo


 

Era una mañana heladora de diciembre de 2020. Nada más entrar, sentí la calidez acogedora de la cafetería, al lado de mi oficina. La taza entre las manos duplicó esa sensación placentera. En la pantalla, el videoclip ‘Si hubieras querido’, de Pablo Alborán. Me entró un whatsapp. Un amigo, con el que intercambio a menudo noticias de lecturas, me mandaba una foto de la portada del libro del escritor norteamericano Rod Dreyer, La opción benedictina, que lleva como subtítulo “Una estrategia para los cristianos en una sociedad post-cristiana”. Me preguntaba si lo había leído. Le contesté que no había tenido el gusto. Conocía de oídas el libro ya que en Estados Unidos lo habían saludado como el libro religioso más importante de la última década. Pero como no soy muy dado a las novedades  ni a los best sellers, lo había dejado pasar. La tesis de Dreyer es que en estos tiempos post-cristianos hay que retomar el espíritu de Benito de Nursia. Los benedictinos, con sus monasterios, con su equilibrio entre oración, descanso y trabajo, con su centralidad en la oración y la liturgia, con su transmisión de la cultura y con su hospitalidad, fueron creando una civilización cristiana en un momento en que la romanidad se había desmoronado y había perdido su fuerza creativa.

Los whatsapps continuaron. Mi amigo me comentó que tenía entendido que alguna otra congregación, a partir de la publicación del libro de Dreyer, estaba redactando su propia opción. Le contesté: “Como cada congregación religiosa publique un libro con su opción, vamos a tener lectura para toda la jubilación”. Y su último watsapp: “Te sugiero que escribas tu opción guaneliana”. Por mi parte, un emoji con los tres monosabios acabó la conversación.

Pero esa misma tarde, cuando andaba por la Senda de la Esgueva, mi cabeza no dejaba de rumiar cómo sería vivir la fe en este siglo XXI desde la “opción guaneliana”. Caminaba a buen paso, y mi mente seguía elaborando titulares a mayor velocidad. Esa tarde apenas presté atención al río, a los árboles, a las tierras recién aradas, al cielo despejado, ni siquiera a los caminantes, corredores o ciclistas con los que me cruzaba.

Al llegar a casa, encendí el ordenador y empecé a escribir este artículo. Y decidí, para no dejarme influenciar, no leer, de momento, el libro de Rod Dreyer.

Las lecturas sobre la espiritualidad de Luis Guanella pueden ser múltiples. Cada seguidor, lector o estudioso, podría escribir su ‘opción’ para estos años que nos ha tocado vivir. Entre tantas posibles ‘opciones’, esta es la que yo propongo. Y por supuesto, abierta a correcciones, enmiendas y sugerencias.

En los próximos domingos, iré publicando los distintos capítulos que conforman esta particular y personal ‘opción guaneliana’ para un creyente de inicios del siglo XXI.





 


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