miércoles, 30 de junio de 2021

'Exquisita' equidistancia de los obispos




Ni en sus mejores delirios de grandeza (y ha tenido muchos) el Sr. Sánchez, Presidente del Gobierno, hubiera imaginado el ‘regalazo’ que le han hecho los obispos catalanes, posteriormente ratificado por la Conferencia Episcopal Española, en el asunto de los indultos a los presos por el independentismo catalán.

Los obispos catalanes han mostrado su acuerdo a las medidas de gracia concedidas por el Gobierno a los políticos catalanes presos. En un acto de magnánima misericordia cristiana, abogan por el diálogo, el perdón, las medidas de gracia, el amor… es decir, cristianismo puro.

Y luego los obispos españoles han visto con benevolencia las “aportaciones positivas” del comunicado de los obispos catalanes. Me imagino que, con fax directo, el cardenal de Barcelona, Mons. Omella, Presidente de la Conferencia Episcopal Española, habrá explicado con pelos y señales al portavoz de los obispos españoles, las aportaciones positivas de dicho documento.

Se vuelve a repetir, salvando las distancias, la ‘exquisita’ equidistancia que en años precedentes mantenían los obispos vascos respecto al terrorismo de Eta. Ahora los de la Tarraconense también mantienen esa admirable equidistancia entre unos y otros y abogan por el diálogo y los abrazos Es decir, los obispos ponen al mismo nivel a los que respetan el ordenamiento jurídico y los que no lo hacen. Al mismo nivel los que adoctrinan, desde las escuelas y la TV3, y los que son marginados por no decir amén a la ideología indepe. Al mismo nivel los que han causado la fractura social y los que la han sufrido. Es decir, una vela a Dios y otra al diablo.

Los obispos catalanes hacen continúan con su salmodia de diálogo, entendimiento, amor y demás buenismos. Nada que objetar. Pero, ¿hablaron también cuando en los colegios de Cataluña –incluidos también los colegios concertados de la Iglesia católica- vejaban y humillaban a los hijos de guardias civiles o policías, algo que fue denunciado ante Unicef, y que debería haber avergonzado a toda una sociedad?

Los obispos catalanes, ¿hablaron también cuando desde las iglesias se sermoneaba sobre el derecho de autodeterminación, cuando se escondían las urnas o directamente se ponían las urnas el 1-O durante las misas, cuando las banderas esteladas ondeaban en los campanarios, cuando se impedía e impide cualquier ascenso administrativo a los funcionarios no “indepes”, cuando se utilizaban a niños –bebés incluso- para cortar las carreteras y llevar el caos por doquier, cuando los paniaguados del independentismo se enfrentaban violentamente a las fuerzas de seguridad y arramblaban con comercios y mobiliario urbano?

Los obispos catalanes, ¿hablan también cuando el independentismo violento discrimina y condena a la invisibilidad social a todo el que no piensa como ellos, cuando, decreto tras decreto y manipulación tras manipulación de la Historia, conseguía fracturar a la sociedad catalana, enfrentar a padres, hermanos y familiares por una ideología sectaria y de tintes totalitarios?

Los obispos catalanes, ¿hablaron acaso cuando el ordenamiento jurídico era pisoteado, sesión tras sesión, por el parlamento catalán? ¿Hablaban cuando el obispo Xavier Nonell llamaba a la desobediencia y alentaba la celebración del referéndum del 1-O? ¿Hablaban cuando el muy honorable monasterio de Montserrat daba batalla política a favor del independentismo en lugar de preocuparse, por ejemplo, por los abusos a menores que se habían dado en su propio seno? ¿Hablaban cuando los fieles católicos que se resistían a un discurso independentista desde los púlpitos eran despedidos con cajas destempladas por los párrocos de “barretina y estelada”: “si no os gusta esta parroquia, marchaos a otra”?

¿Los obispos catalanes han defendido alguna vez a la mitad de los catalanes convertidos en ‘traidores’ por el discurso de odio del independentismo? ¿Han defendido alguna vez a la mitad de los cristianos catalanes que no piensan como piensa cierto clero “estelado”? No me extraña que muchos cristianos estén hartos de una iglesia sectaria en el territorio catalán. De hecho, Cataluña es la región más descristianizada de España, la que menos seminaristas tiene (¿qué joven se sentiría atraído por un discurso evangélico de “pantumaca”, en lugar de un evangelio universal?). Cataluña es también la región donde cada año son menos los contribuyentes que marcan la X a favor de la Iglesia Católica en la Declaración de la Renta. Me temo que, con esta “exquisita equidistancia” o con este apoyo de los obispos catalanes a las tesis indepes, otro buen número de cristianos catalanes no marcará la casilla en su próxima declaración, algo que, a la postre, perjudicará a los más pobres, principales beneficiarios de la buena labor social de la Iglesia.

De todos es sabido que, en la Iglesia, cuando no se hace Evangelio, se hace política. Es lo que acaban de hacer los obispos. Una Conferencia Episcopal Española, liderada por el arzobispo de Barcelona, ha preferido hacer política.

¿Piensa alguien que es la compasión y el perdón lo que ha llevado al Gobierno del Sr. Sánchez a los indultos, o más bien el peaje –grave y gravoso- que hay que pagar a los socios de su Gobierno para seguir en Moncloa? No es un indulto de concordia. Es una transacción económica: el cumplimiento de la letra pequeña de un acuerdo. ¿En qué país cabe que se conceda un indulto a gente que no se ha arrepentido y que proclama a los cuatro vientos que lo volvería a hacer? ¿Se concedería el indulto a un maltratador que se jactase de que va a volver a las andadas?

El plante al Rey en el Mobile por parte de las autoridades catalanas y la inamovilidad del discurso del Sr Aragonés en la Moncloa han sido los primeros frutos de esta ‘concordia a lo Sánchez y a lo episcopal”. Quien esperaba algún gesto por parte del independentismo, ya lo ha tenido.

De momento, el Sr. Sánchez en Moncloa se frota las manos por este inesperado "regalazo" de los obispos. Un regalo caído del cielo, nunca mejor dicho.










2 comentarios:

  1. Eso es poner el dardo en la palabra, aunque aún pienso que te has quedado corto. Brillante

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    1. Me imagino que todo lo corto que se puede quedar alguien que vive a muchos kilómetros, pero al que, sin embargo, le duele esta "equidistancia", cuando no el apoyo indisimulado a las tesis de los que han logrado una fractura que tardará décadas en soldar.

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