El Secretario General de Naciones Unidas, Sr. Guterres, en una entrevista en L’Osservatore Romano, exponía algunos de los desafíos a los que se enfrenta la ONU: el cambio climático, el peligro nuclear, la violencia ejercida contra las mujeres, las desigualdades sociales. Decía, asimismo, que la crisis de la pandemia había venido a complicar aún mucho más las cosas: el próximo año 500 millones más de pobres en todo el mundo podrían engrosar las cifras ya alarmantes. Un incremento tan escandaloso no se había visto desde hace 30 años.
domingo, 28 de septiembre de 2025
Todos somos aporófobos
domingo, 21 de septiembre de 2025
Arthur Rimbaud: el salvaje en su fragilidad
En 1891, al puerto de Marsella llega un hombre joven, aunque acabado. La infección de su pierna avanza inexorablemente. El cáncer de hueso le roe. En el hospital marsellés, los cirujanos deciden amputarle la pierna. Estamos hablando de Arthur Rimbaud. Niño prodigio de las letras francesas. Enfant terrible de la poesía, cuyos versos dejaron sin palabras a toda la intelectualidad francesa. Bebedor incansable de absenta en los cafés parisinos. Rubio provocador de ojos azules y mirada lánguida de los salones literarios. Joven que se puso el mundo por montera liándose con el afamado poeta casado, Paul Verlaine. Y con el que huyó a Bruselas, provocando un escándalo monumental en la mojigata sociedad francesa de la época.
Arthur Rimbaud que no ha vuelto a escribir un solo verso desde los 19 años, está enfermo, herido de muerte. Un hombre delira por la fiebre y los dolores atroces de la amputación y aquí empieza la novela Los días frágiles el escritor francés Philippe Besson.
El hijo pródigo de la literatura francesa vuelve a casa, ni arrepentido ni humilde, sino altivo y provocador, fiel a su genio y a su talante. Y en su tierra natal, Las Árdenas, oscura de nieblas y aguas, no le espera ningún padre con los brazos abiertos que le prepare una fiesta de bienvenida, como sucede al hijo pródigo del Evangelio. Una fría y hermética madre le abre la casa familiar, pero no le abre el corazón. El hijo que ha sumido a la familia en una ignominiosa vergüenza, ¿se merece acaso otra cosa? En su orgullo, madre e hijo son iguales. Pero Rimbaud es ahora un guiñapo, un enfermo digno de compasión
Y aquí empieza la otra protagonista de la novela: Isabelle Rimbaud, la hermana obediente, sumisa, religiosa. La joven también escribe un diario, tal vez para matar el tiempo, para que la vida de la rigidez conventual a la que le obliga la madre, sea más llevadera, para intentar explicarse a sí misma quién es este desconocido que ha vuelto a casa, y del que nunca se ha hablado en casa, tan ignominiosa vida ha llevado por esos mundos de Dios, bestia negra de la familia.
Isabelle le cambia los vendajes, llenos de sangre y pus, le peina sus sudados cabellos, le limpia su carne macilenta y apagada que un día hizo exaltar a Verlaine con pasión desconocida.
Rimbaud le cuenta pedazos de su vida, como poeta, como soldado, como traficante de armas, como aventurero por tierras ignotas de África. Rimbaud le cuenta sus sueños irrefrenable de volver a África, lleno de salud, en busca de aventuras y de libertad.
Pasan los días. Los silencios de la madre se hacen insoportables. La cama del poeta conoce el sufrimiento en cada centímetro cuadrado. La hermana consuela, protege, reconforta, ayuda, cuida. La hermana que no ha conocido jamás una caricia, acaricia con sus cuidados al hermano brillante, al hermano degenerado, simplemente al hermano. Ella ha sido educada para obedecer y servir. Y esas tareas le son naturales.
Pero Arthur Rimbaud no soporta la lluvia gris de cada hora, el silencio feroz de la madre, una casa donde nada sucede y en la que nadie entra. Y suplica a su hermana que le lleve a Marsella, que le lleve al puerto, que le suba a un barco que le deje en una playa africana.
Y ella obedece. Pero Marsella es la última estación de estos 'días frágiles de Rimbaud'. Así lo ha decretado el destino. Llega a la ciudad portuaria en un estado calamitoso. Ingresa en el hospital. Unos días después, entre los brazos amorosos de Isabelle, el poeta más célebre de Francia muere. Los dolores atroces han cesado. Rimbaud entra por la puerta grande en la historia maldita de la literatura. Era el 10 de noviembre de 1891. Tenía apenas 37 años.
Dalai Lama: compasión y alegría
El Dalai Lama envejece, al mismo tiempo que envejece la causa del Tíbet. Una noche de 1937 el monje tibetano Yamphel Yeshe Gyaltse tuvo un sueño: un monasterio, una carretera, una casa con tejado azul, un perro y un pórtico con un niño sentado bajo él. Algún tiempo después, unos monjes, disfrazados de mercaderes, fueron enviados para localizar este enclave. En el poblado de Taktser encontraron todas las señales. Y el niño reconoció a los monjes disfrazados y dijo sus nombres. A continuación, los monjes le sometieron a una serie de pruebas, entre ellas el reconocimiento de objetos pertenecientes al anterior Dalai Lama: rosarios, libros, tazas de té. El candidato debe elegir las que pertenecieron al anterior Lama, porque, según sus creencias, se trata de una reencarnación (tulku) y, por lo tanto, el niño debía conservar la memoria de su anterior vida.
Tenzin Gyatso, a la edad de cuatro años, fue ordenado monje budista y entronizado como XIV Dalai Lama. A los 16 años, asumió todo el poder temporal sobre el Tíbet, una teocracia feudal con capital en Lhasa y con sede administrativa en el Palacio de Potala. Era el año 1950 y China ya estaba pensando y soñando en la anexión de este territorio.
viernes, 19 de septiembre de 2025
Nigeria: la persecución silenciada de cristianos
En 2015, el grupo radical yihadista, Boko Haram,
saltó a los titulares de prensa de medio mundo cuando secuestró a 276 niñas en
una escuela de Nigeria. Desde entonces, este grupo terrorista y algunos otros traen
en jaque a los cristianos de este inmenso país africano de más de 200 millones
de habitantes.
Ya desde el periodo colonial, el Norte de Nigeria
contaba con una población básicamente musulmana. Sin embargo, muy pronto el
cristianismo prosperó en esas regiones. Durante muchas décadas hubo paz y
convivencia entre musulmanes y cristianos, como recuerda el obispo Habila Daboh,
originario de la región: “Nosotros
crecimos junto con las diferentes grupos étnicos. La vida transcurría con
normalidad. Compartíamos la comida de Navidad con los musulmanes y durante sus
celebraciones ellos compartían su comida con nosotros. Comíamos juntos,
jugábamos al fútbol, acudíamos a los mismos mercados y nos bañábamos en los
mismos ríos. Entonces, llegaron los extremistas (en los primeros años del siglo
XXI) afirmando que si no eres musulmán no deberías estar vivo, y allí es donde la
vida se volvió terrible para los cristianos. Los extremistas creen que no
deberíamos estar en esta región, y como ven que estamos creciendo, nos
consideran una amenaza para la comunidad musulmana”.
Aunque los cristianos representan el
45% de la población nigeriana (porcentaje muy similar al de musulmanes), sim
embargo el poder político y social lo ostentan cada vez más los musulmanes,
empezando por el presidente de la República Federal. La mayoría de los estados
del Norte de Nigeria han introducido la Sharía, es decir la aplicación del
islam más restrictivo a las leyes civiles, lo que se traduce en la
discriminación sin ambages de los cristianos y una amenaza continua para sus
tierras, sus bienes, la práctica de su fe y sus propias existencias. Con razón se
dice que Nigeria es el país más peligroso del mundo para practicar el
cristianismo.
Los atentados terroristas contra cristianos difícilmente llegan a
ser noticia en Occidente. Y sin embargo rara es la semana en que no se produce
un atentado en una iglesia cristiana, o un secuestro en un colegio o en un
seminario. En los últimos años ha habido un continuo goteo de muertos, heridos,
mujeres violadas y niños secuestrados. La persecución contra los cristianos
arroja cifras escalofriantes. Según la Ong Interiocity, que opera en la zona y
que se ha convertido en portavoz de esta persecución silenciada, entre enero y
agosto de 2025, alrededor de 7 500 cristianos han sido masacrados por motivos
religiosos en Nigeria, lo que da una media de 32 cristianos asesinados cada
día. Otros tantos han sido secuestrados en el mismo periodo. Mientras, en los
últimos años, las iglesias que han sufrido algún tipo de ataque arrastra una
media de cien al mes. Y se habla asimismo de que 2 000 escuelas cristianas han
sido destruidas. Varias ongds hablan de seis millones de desplazados por los
continuos ataques a la población, a sus casas y cultivos.
Ante estas cifras y
ante esta persecución que dura ya casi dos décadas, son muchos los que
denuncian un plan sistemático para expulsar a los cristianos del Norte de
Nigeria. Según el padre Chimaobi Clément Emefu, se trata de un “proyecto de islamización que dura desde hace tiempo, y que es sistemático.
Dicho de otra forma, los cristianos nigerianos sufren un genocidio ante la
indiferencia del mundo occidental”.
El número
de asesinatos y secuestros se ha cebado en los últimos años en los líderes cristianos
de la región, sacerdotes, religiosos, laicos consagrados, catequistas, maestros
y seminaristas. Como recordaba el obispo Matthew Kukah en el funeral del
seminarista asesinado, Michael Nnamdi: “El
Norte de Nigeria es un gran cementerio, un valle de huesos secos, la parte más
desagradable y brutal de Nigeria”.
Y sin
embargo, por imposible que parezca, los cristianos del Norte de Nigeria no se
rinden. Muchos seminaristas han sido masacrados, pero muchos más han decidido
defender con sus vidas, si fuese necesario, la voz compasiva y misericordiosa
de Jesús en el Norte de Nigeria.
Como
ya sucedió en 2023, cuando Azerbayán invadió las zonas habitadas por los
cristianos armenios, la mayor parte de los poderes políticos y de los medios de
comunicación occidentales eluden hablar de esta persecución sistemática de
cristianos en Nigeria, y, mucho menos, calificarlo de genocidio.
El
sacerdote Patrick Akpabio, nigeriano, en una reciente conferencia en España
decía que “En Nigeria se mezclan la sangre con el vino de alegría, las balas con el
pan y el dolor con la esperanza. Los seguidores de Cristo pagan un alto precio
por su fe, sufriendo torturas físicas y psicológicas, aislamiento, violación,
esclavitud, robos, cosechas destrozadas, discriminación en mucho aspectos
legales, tráfico de órganos… todo con el fin de desanimar a la gente a vivir en
sus poblados y evitar que puedan servir a Dios”.
Pero en medio de esta persecución sistemática, los
nigerianos no abandonan su fe. Si renunciasen a ella, renunciarían también a su
dignidad de seres humanos, a su alma y a su libertad: “Donde las iglesias han sido quemadas, la gente se reúne bajo los
árboles de mango para celebrar la misa”.
Europa, mientras tanto, calla. ¿Un silencio culpable? ¿Un
difuso odio a Cristo?
miércoles, 17 de septiembre de 2025
Los niños gazatíes en el altar de los sacrificios
Una Comisión de la ONU, creada hace unos meses, con el encargo de redactar un informe sobre las acciones de Israel en la guerra de la Franja de Gaza ha sido contundente y acusa a Israel de cometer crímenes contra civiles a los que tenía la obligación de proteger y de imponer "condiciones inhumanas que causan la muerte de palestinos, incluyendo la privación de alimentos, agua y medicinas".
El Informe detalla las acciones reprobables llevadas a cabo por Israel, tanto dentro de la Franja de Gaza como en las diferentes cárceles de Israel, y le acusa de no respetar el derecho internacional para los casos de guerra.
Por lo tanto nada que añadir. Sólo cabe condenar una política de guerra que no busca la legítima defensa, sino la eliminación del adversario, por motivos raciales, étnicos, religiosos, etc.
En estas campañas de solidaridad hacia los gazatíes que hemos visto en España con motivo de la Vuelta Ciclista y que han sido clamorosas, ruidosas y, en varios casos, violentas (el ministro las calificó de pacíficas, aunque tuvo que admitir que había 22 agentes heridos), es preciso matizar porque, de lo contrario, podemos caer en el eslogan fácil y en la pancarta simplona, en el megáfono que canturrea consignas. Y en la masa que sigue al abanderado, sin saber a quien sigue.
Lo primero que hay que decir, en honor a la verdad, es que los dos millones de habitantes de la Franja de Gaza ya eran rehenes de los terroristas de Hamás, mucho antes de que el ejército israelí lanzara su ofensiva destructora, por cierto después de atentado llevado a cabo por palestinos de Hamás contra Israel y en el que murieron casi mil cuatrocientas personas y otras 252 fueron secuestradas.
Sí, los dos millones de gazatíes que vivían en la Franja de Gaza ya eran prisioneros de los terroristas y lo eran desde que nacían. Y los niños, en la escuela, en la calle y en el campo de fútbol eran adoctrinados en el odio y la venganza. Y esos dos millones de palestinos malvivían en una situación de economía precaria. No vivían así los dirigentes de Hamás, ni mucho menos, que utilizaban muchos dineros procedentes de donaciones, no para aliviar la vida cotidiana de los palestinos, sino en beneficio personal y en la adquisición y contrabando de armas, porque Hamás tenía y tiene conexiones con los terroristas de medio mundo.
El territorio de Palestina está dividido entra la Franja de Gaza (las regiones bíblicas de Judea y Samaria), controlada por Hamás, y Cisjordania, esta última región está políticamente en manos de Fatah, que a su vez controla a la Autoridad Nacional de Palestina, partidaria del diálogo con Israel y la que goza de un mayor reconocimiento internacional, por su enfoque moderado y su renuncia a las violencia. En 2007 ambas facciones políticas dirimieron sus diferencias a tiros y a sangre. Israel se benefició de estas disensiones internas. En este momento Fatah y Hamás son dos formas de ver y pensar Palestina prácticamente irreconciliables.
Hamás es terrorismo duro y puro. Y ha creado en la Franja de Gaza un sistema de vida en el que se mezcla la precariedad económica con la ignorancia y el adoctrinamiento sin pausa en el odio. Y por supuesto, la venta al exterior de un "relato de víctimas de Israel" que funciona muy bien entre ciertos partidos europeos, especialmente en España, que aún arrastran una idea romántica del terrorismo. Defender al pueblo gazatí ante los desmanes de Israel no es óbice para condenar las prácticas nada democráticas de Hamás en la Franja de Gaza, donde los derechos individuales son burlados con frecuencia, y las libertades, como la de opinión, prensa o asociación son inexistentes. Además, las mujeres son apenas unos "vientres de reproducción", y los niños y jóvenes son considerados como "materia prima para amasar futuros terroristas".
El atentado del 7 de octubre de 2023 contra Israel fue un golpe de efecto sin duda grande. Un atentado pensado y premeditado, aún a sabiendas de que la respuesta de Israel sería demoledora y desproporcionada. ¿Qué buscaba, entonces, Hamás? Buscaba niños muertos, civiles muertos, mujeres muertas, edificios arrasados, penurias y hambruna. ¿Y eso por qué? Para mostrar al mundo la "inocencia de los palestinos y el carácter asesino de los israelíes". ¿Lo ha conseguido? En parte sí, como lo demuestra la simpatía suscitada últimamente por la causa palestina. ¿Pero se puede entender como una victoria política el sacrificio de miles de personas?
Y podríamos hacernos más preguntas ¿Quién en su sano juicio comete un atentado que sabe que va provocar una terrible venganza por parte del Gobierno de Israel? ¿Qué padre arriesga la vida de sus hijos y de su mujer y de su madre en una guerra que de antemano sabe perdida? ¿Por qué los niños gazatíes no han sido protegidos en los casi quinientos kilómetros de túneles excavados en la Franja para uso y servicio de los terroristas de Hamás? Si de verdad a los terroristas de Hamás les importaban sus hijos, les importaban sus mujeres o les importaban sus ciudadanos, ¿les hubieran expuesto a una muerte segura al enfrentarse a un gigante militar como es Israel? ¿Por qué, para salvar a sus niños de Gaza, no entregan a Israel a los secuestrados que Hamás tiene todavía en su poder?
Palestina no es Hamás, por supuesto, pero habrá que reconocer que el propio pueblo de Palestina tiene un enemigo muy serio en los terroristas de Hamás. Palestina no es Hamás, claro está. Y eso nos obliga a condenar lo condenable, a sentir compasión por los gazatíes que han perdido la vida, la casa, la tierra y la paz. Tampoco el pueblo de Israel es Netanyahu. Aunque muchos, en esta ola que huele a antisemitismo, quieran eliminar la presencia de israelitas en los festivales de música, las competiciones deportivas, los escenarios y los foros internacionales. Si de alguno dependiese, arrojaría de nuevo a los israelíes al campo de concentración. A veces creo que esta simpatía y admiración de algunos partidos europeos (y sobre todo, españoles) por todo lo musulmán no es ni mucho menos verdadera, sino un disfraz para disimular su odio al cristianismo y, de paso, al judaísmo.
Los niños gazatíes no sólo son las víctimas inocentes de las fuerzas militares de Israel, son también las víctimas del terrorismo de Hamás. Unos terroristas a los que importa un bledo sacrificar una generación entera de niños y de jóvenes. Unos terroristas que han hecho del terror y de la violencia su oficio y su beneficio, su trabajo y su siniestra vocación. Un terrorismo, el de Hamás, que ha recibido a lo largo de los últimos años cuantiosas donaciones por parte de muchas organizaciones europeas. Todo hay que decirlo.
Los niños gazatíes se han llevado y se llevarán la peor parte de esta guerra. Sin compasión, han sido tratados por las fuerzas de Israel y su afán aniquilador. Y sin compasión han sido tratados por los propios palestinos, envenenados por los delirios terroristas de Hamás.
El genocidio contra los niños gazatíes no sólo lo está cometiendo el Gobierno de Israel, sino también los propios dirigentes de Hamás, dispuestos a sacrificarlos, como corderos degollados, en el altar de su ideología.
La ONU ha condenado claramente el genocidio llevado a cabo por el ejército de Israel sobre la Franja de Gaza, reducida ahora a pura ruina y pura miseria. Pero no nos olvidemos que la Franja de Gaza no era, ni mucho menos, un paraíso gobernado por los angelitos de Hamás.
En recuerdo de Pedro Casaldáliga
A un lugar del inmenso estado brasileño de Mato Grosso, en Brasil, llegó en 1968 Pedro Casaldáliga. Muy pronto fue nombrado obispo de la nueva diócesis de San Félix de Araguaia. Vestido con unas sandalias de campesino, con una rama de árbol por báculo, con un sombrero de paja por mitra y con el alma apasionada de un seguidor del Evangelio, muy pronto el nombre de Pedro atravesó fronteras y se convirtió en la imagen de la lucha por los indígenas, impotentes para hacer valer sus ancestrales pequeñas parcelas ante los terratenientes de la Amazonía que querían todo y más.
viernes, 12 de septiembre de 2025
Simone Weil: en el umbral de la Iglesia
Estuvo desde muy joven al lado de los crucificados. Pero solo más tarde supo que su amor por los aplastados de este mundo le venía directamente del Gran Crucificado. Simone Weil (París, 1909-Ashford, 1943) es una de las figuras femeninas más interesantes del siglo XX. Y también una de las más grandes místicas cristianas. Y sin embargo, durante toda su vida rehusó recibir el bautismo, como solidaridad con todos aquellos que no tenían cabida en la Iglesia. Fue una cristiana de verdad y de corazón. Una cristiana sin iglesia.
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