No sé cuántos españoles sabían algo de Charles James Kirk, hasta el momento en que una bala asesina acabó con su vida el pasado 10 de septiembre, mientras daba una conferencia en el campus universitario de Utah. La muerte a tiros de Kirk, activista conservador, cercano a Trump, ha sido una de esas muertes que mejor refleja el mundo polarizado en el que vivimos, así cómo la incapacidad para diferenciar el mundo de las ideas del mundo de las personas. En este mundo de polarización la primera víctima es siempre la verdad. La segunda, el valor sagrado de la vida. Tanto los políticos, como los medios de comunicación afines, los influencers como los activistas quieren a toda costa que pensemos como ellos, dividiendo el mundo entre los míos y los contrarios, entre mis amigos y mis enemigos. Y si a eso añadimos el escaso nivel de formación y los bajos niveles de autocrítica, el resultado es verdaderamente espeluznante.
Con solo 18 años, Charles Kirk, evangélico de religión, había fundado la asociación estudiantil conservadora Turning Point USA, que buscaba una mayor presencia del cristianismo en la vida pública y una vuelta a los valores tradicionales de la familia. Kirk estaba casado y era padre de dos hijos de corta edad: 3 años y 15 meses.
En los días siguientes a su asesinato, algunas cosas me han llamado poderosamente la atención
1.- El perdón de su viuda hacia el asesino. En el homenaje funeral celebrado en un estadio, Erika Kirk, refiriéndose al asesino de su marido, aseguró: "Perdono porque eso es lo que hizo Cristo. La respuesta al odio es no odiar". Subrayó, asimismo, que la misión de su marido había sido "salvar a hombres jóvenes, justo como el que le quitó la vida. La respuesta que sabemos del Evangelio es amor y más amor. Amor para nuestros enemigos. Amor para aquellos que nos persiguen". Las más de setenta y tres mil personas que abarrotaban el estadio rubricaron con su cerrado aplauso su decisión cristiana y valiente de perdonar.
2.- El discurso del presidente Trump. El discurso del presidente de Estados Unidos calificó a Charles Kirk de 'mártir', habló de sus virtudes cívicas y prometió honrar su memoria, pero en seguida desvió su discurso a su propia agenda política. Arremetió contra los críticos, "agitadores a sueldo" y afirmó que el Departamento de Justicia estaba investigando "a las redes de maníacos de izquierda radical que financian, organizan, alimentan y perpetran la violencia política", para terminar con una frase que, pronunciada en un homenaje a un cristiano, como poco helaba la sangre: "Odio a mi oponente y no quiero lo mejor para él". Antes el sentimiento de odio era algo que se ocultaba, porque se entendía que se rozaba una línea roja que nos separaba del civismo y de la simple humanidad. Ahora el odio se exhibe, se muestra sin tapujo, proponiéndose a sí mismo como modelo de 'odiador'.
3.- La reacción de odio en las redes. Me ha llamado mucho la atención los mensajes de odio dirigidos contra Charles Kirk. Mensajes de odio basados en sus ideas políticas conservadoras. Alguno llegó a escribir: "Te lo tenías bien merecido" ¿Se puede desear mal a un hombre joven de 31 años que acaba de ser asesinado? ¿No es valiosa la vida de los que piensan de forma diferente, de los que ven la política de otra manera, de los que creen en cosas distintas? Hoy en día, son tantos los que se sienten ofendidos y odiados por las opiniones ajenas, que va a llegar un momento en que no podamos abrir la boca. Estar en contra del aborto no es un discurso de odio. Estar en contra del matrimonio homosexual no es un discurso de odio. Estar a favor de los refugiados no es un discurso de odio. Estar en contra de cualquier genocidio no es un discurso de odio. Son opiniones, por lo menos tan respetables como las que se muestran en sentido contrario.
4. Despidos por comentarios ofensivos contra Kirk. En Estados Unidos se han producido los primeros despidos a trabajadores que habían mostrado en las redes mensajes ofensivos o hirientes contra Charles Kirk. Universidades públicas, alguna cadena de televisión y algún departamento ministerial han anunciado sanciones y despidos a trabajadores por sus comentarios incívicos e inhumanos contra Charles Kirk, "incompatibles con los valores constitucionales". Independientemente del mal gusto y la escasa sensibilidad de algunos comentarios, no parece nada sano para la libertad estas sanciones. Tocará a los jueces determinar si ha habido un delito o no, pero dejar en las manos de las empresas determinar qué es o no es delito de odio es el principio de nuevas aberraciones.
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¿Por qué hemos llegado a esto? Básicamente por el desprecio a la verdad. La verdad no depende de la opinión de la mayoría o del poder político en cada momento. Buscar la verdad no es tarea fácil, pero el hecho de desear encontrarla y ponerse en camino nos ayuda ciertamente a cometer menos errores. Quien busca la verdad difícilmente se deja manipular por el que más vocea o por el que ocupa el sillón más importante en la mesa presidencial.
La verdad nos hace libres. La mentira nos hace esclavos. Buscar la verdad requiere humildad, conocimiento, sabiduría del corazón y escucha del otro, opine lo que opine. Quien busca la verdad necesita de los demás, porque juntos todo es más fácil. Quien proclama la mentira, sólo necesita súbditos, subordinados, analfabetos gritones, paniaguados, aplaudidores profesionales.
Nos dicen que estamos es la época de postverdad. La postverdad no existe. Existe la mentira. El pensamiento único es una dictadura. Lo políticamente correcto es el nombre nuevo de la inquisición. Si dejamos que sean los políticos o los medios de comunicación o los grupos de presión los que determinen qué es lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, dónde está el bien y el mal, estaremos abriendo la caja de los truenos y transformando en demagogia la democracia y en moral de esclavos la grandeza de los hombres libres.
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