Pablo
Neruda fue uno de los poetas mayores del siglo XX. Poeta del amor y de la
sensibilidad hacia los más necesitados. Sus versos y su prosa le convirtieron
en abanderado de la justicia a los ojos de miles de seguidores. Ahora sale a la luz una novela de una
escritora holandesa, Hagar Peeters, en la que habla de la única hija de Neruda,
Malva, que fue rechazada y abandonada por Neruda a causa de su enfermedad. Maryca
o ‘Maruca’, como la llamaba Neruda, era el nombre de su esposa, de origen
javanés, y madre de la pequeña.
Malva
había nacido en Madrid en 1934 con hidrocefalia. Neruda sólo estuvo orgulloso
de su hija los primeros días, mientras no era aún consciente de la gravedad de
su enfermedad. Pero después, el rechazo pudo más y terminaría abandonándola a
su suerte. De ella llegó a decir que era un ‘ser perfectamente ridículo’, ‘una
vampiresa de tres kilos”, “una especie de punto y coma”. Nunca soportó tener
una hija enferma, para él era una especie de fracaso personal y de vergüenza
social.
Terminaría por abandonar definitivamente a madre e hija. Cuando empezó
la guerra civil, ambas tuvieron que dejar España, y tras un periplo, acabarían
en Gouda, una ciudad holandesa, donde, sin dinero, les tocó pasar muchas
penurias. Maryca encontró una guardería de una iglesia sostenida por un
matrimonio, los Julsing, donde dejó a Malva, aunque la visitaba con frecuencia.
Malva murió a los 8 años en esta ciudad y en el cementerio de Gouda está su
sepultura. Hasta el último día de su vida fue amada por los Julsing (el señor Julsing junto a la lápida sepulcral en el cementerio de Gouda) y por Maryca.
En las memorias de Neruda no hay ni una sola línea dedicada a su hija. Sus
amigos, sus editores y sus aduladores (incluido el Partido Comunista tan ligado
a Neruda) siempre silenciaron esta hija que tanto avergonzaba a Neruda, un
episodio poco honroso de uno de los grandes poetas del siglo XX.
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