miércoles, 28 de abril de 2021

Sobre la libertad religiosa




Cada dos años, personas independientes y universidades elaboraran el Informe sobre la Libertad Religiosa en el Mundo auspiciado por Ayuda a la Iglesia Necesitada Internacional. De acuerdo con el último Informe, de este mismo año 2021, podría decirse que la libertad religiosa está en caída libre en el mundo. El Artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos humanos, dice que “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad para cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o creencia individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”.

Y sin embargo, el Informe asegura que uno de cada tres países no respeta la libertad religiosa. El 67% de la población mundial, unos 5.200 millones de personas viven en países que claramente discriminan, impiden, amenazan o castigan a las personas por sus creencias religiosas. En 26 países, los creyentes sufren persecución grave y en otros 36 países se les discrimina a la hora de buscar trabajo, en la vida social o en la educación. “Un paulatino empeoramiento” podría ser el resumen de este Informe, que es el más serio y riguroso de cuantos se elaboran sobre las amenazas al derecho a la libertad religiosa.

África, Oriente Medio y Asia son las zonas más afectadas, pero persecución por razones de conciencia o de religión se da también en países como Venezuela, Nicaragua o Cuba. Países autoritarios –el caso de China es verdaderamente sangrante-, países donde campa a sus anchas el extremismo islamista y países donde el nacionalismo étnico-religioso es excluyente, forman parte de ese mapamundi de la vergüenza. En 30 países se han producido asesinatos por causa de la fe, lo cual es una noticia inquietante y que, desgraciadamente, escuchamos a menudo en las noticias. El Informe dice también que en 42 países el cambiar de religión acarrea graves consecuencias sociales y legales, incluso la muerte, mientras que muchos de los secuestros o violación de niñas y mujeres tiene que ver con las conversiones forzadas, algo que está aumentando significativamente en el ámbito islámico.

En muchos países, el Covid ha sido la excusa perfecta para poner cortapisas y aumentar las prohibiciones a los creyentes de cualquier religión para expresar su fe.  Marcela Szymanski es la responsable máxima de este Informe sobre libertad religiosa. De sus declaraciones en estos días, me han llamado la atención dos cosas:

 

1º.- El Informe denuncia el avance imparable del yihadismo radical en África. Las matanzas se suceden, los atentados se multiplican. Los violentos ya no se conforman con llegar a una aldea y arrasarla, sino que expulsan a sus moradores y, así, amplían su territorio, acaparan los recursos naturales y siembran el pánico en los alrededores. Miles de cristianos han tenido que abandonar sus ancestrales territorios y emprender el camino del destierro.

Europa y el mundo occidental parecen no tener sensibilidad alguna ante este terror indiscriminado por motivos de fe o conciencia. Tampoco parecen tomarse en serio lo que ya se ha dado en llamar el cibercalifato transcontinental. A través de las redes sociales, el yihadismo seduce cada vez más a un mayor número de jóvenes a los que les otorga una razón fuerte y desesperada para sus vidas, antes o después de lavarles el cerebro. En África este fenómeno es verdaderamente preocupante. Los jóvenes son arrastrados y seducidos y las mujeres son forzadas a la conversión a través de la violación o el matrimonio impuesto.

 

2º.- Pero hay otra novedad en el Informe 2021, lo que se ha denominado la ‘persecución educada’. Se está produciendo en el mundo occidental. La ridiculización del cristianismo o de la praxis de la fe, la obstaculización creciente a expresar públicamente la fe, la creación de supuestos ‘nuevos derechos’ que van en contra de la moral cristiana, y un creciente adoctrinamiento político en los medios de comunicación o en las escuelas públicas. En fin, una persecución larvada, pero eficaz. Los cristianos practicantes son señalados como ciudadanos carcas, viejunos o trasnochados. En fin, unas antiguallas”. Todo este proceder no es otra cosa que una discriminación en toda regla, por el hecho de creer en una determinada fe o de seguir la propia conciencia.

 Marcela Szymanski declara a la revista Vida Nueva que esta ‘persecución educada’ se está dando en España, y que “nuestro país está en el límite de la libertad religiosa”. Es más, dice que ha estado a punto de ser señalado en este Informe como país que no respeta la libertad religiosa. No hace falta ser un experto, para saber que esto es así: un laicismo agresivo, una ridiculización continua de la fe, una divulgación mediática amplia de los errores de la Iglesia, una minimización de la ingente labor social llevada a cabo por el clero, los religiosos y los laicos cristianos, la obstaculización progresiva de la escuela concertada, etc. Son, sin duda, noticias preocupantes, pero que no aparecerán en ningún telediario, porque cualquier noticia que suene a religiosa es ‘puro trasto viejo”, y  nada pinta en esta España  progresista y moderna.

Mientras escribía esta reflexión, dos noticias saltaban a la actualidad. Por un lado, dos periodistas españoles y un irlandés han fallecido en una emboscada, a manos de terroristas yihadistas, en Burkina Faso. Los periodistas españoles, David Beriain y Roberto Fraile, que habían trabajado con anterioridad en zonas de riesgo, estaban haciendo un reportaje sobre la caza furtiva, los intereses económicos y la violencia que genera. Pero el terrorismo musulmán, que cuenta en la zona con medios más potentes que el propio ejército nacional y que tiene infiltrados en las altas esferas,  conocía esta misión y solo tuvo que planear la emboscada. En un audio de la propia banda criminal se oye: “Hemos matado a tres blanco y nos hemos incautado de coches y armas”.

Por otro lado, en Sudán del Sur, en la diócesis de Rumbek, el joven obispo electo Christian Carlassare ha sido tiroteado en las piernas, como una clara advertencia y un acto de intimidación para que se largue. Tres balas y una gran pérdida de sangre han puesto en peligro su vida. Ahora se recupera en un hospital. Veo la foto. Sobre la camilla, el hombre de 43 años, mira a la cámara, aún asustado y aún débil. Alguien le ha entregado un vaso con flores blancas que él sostiene en su mano. La vida del ser humano es así de frágil como un vaso de cristal. Y las balas, en esta ocasión, llevan un mensaje de odio precisamente para los pocos que en este rincón del mundo tratan de poner un poco de cordura y de concordia en la locura de una violencia que no cesa.  De momento, recién salido de la operación, el P. Christian ha pedido a su familia y a sus hermanos combonianos: “Rezad, pero no por mí, sino por la gente de Rumbek, que sufre mucho más que yo”.

Marcela Szymanski, asegura que  el informe “muestra la impunidad que impera, porque nadie hace nada. Todos los autores que violan este derecho necesitan acabar con la diversidad de pensamiento, conciencia y religión”. Y sostiene que en el mundo presente “el hombre y la mujer que piensa, que busca la verdad y la transcendencia, es un obstáculo” a los ojos del mundo presente.






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