El autor, al inicio de su
libro, cita este verso de Jacques Prévert “Reconocí a la alegría por el
ruido que hizo al marcharse”. La peor parte lleva como subtítulo Memorias
de amor, y es un canto a su compañera de vida durante 35 años y a la que un
cáncer se llevó por delante. Su amor, a la que él y muchos llamaban Pelo
cohete, era Sara Torres Marrero.
Para el filósofo Fernando
Savater la “peor parte” de su vida empezó el día en que a su mujer, y la mujer
de su vida, le diagnosticaron el cáncer. Después vendrían 9 meses de sufrimiento
inenarrable y, finalmente, el apagón definitivo en 2015.
Como el escritor italiano
Cesare Pavese, Savater desea que ese dolor atroz de la desaparición de su amor
no pase nunca, que nunca se desvanezca el recuerdo de la amada sin cuya
presencia la vida es un tormento insoportable: “Éramos el destino del otro”. Esta
conciencia de ser el destino del otro es lo que permite a la pareja superar
diferencias, broncas conyugales, infidelidades espontáneas, cansancios, luchas
compartidas en la defensa de la dignidad de las víctimas de ETA (los dos fueron
unos verdaderos resistentes en medio de una sociedad, la vasca, enferma
moralmente.
El filósofo de compañía,
como él gusta llamarse, escribe un homenaje a la mujer que le acompañó, admiró
y amó durante décadas, consciente de que si él no lo hace, nadie lo hará. Nadie
hará justicia a Pelo cohete, la mujer fuerte que nunca perdió la alegría ni
siquiera en los años salvajes vascos cuando tuvo que hacer frente a un
nacionalismo excluyente que la quería silenciosa e invisible. No olvidemos que
fue apartada como profesora de la Universidad del País Vasco, donde los etarras
aprobaban con brillantes notas cualquier carrera y donde los brillantes
estudiantes no nacionalistas eran castigados contra la pared.
En varios momentos de
este escrito, emotivo y sincero, el autor repite el dictum de Goethe “Saberse
amado da más fuerza que saberse fuerte”. Fernando Savater sintió la fuerza
única que le proporcionaba el amor incondicional de Pelo cohete. Probablemente
quien tiene la fuerza del amor, no buscará otras fuerzas. “¿Qué otra cosa es
el amor sino lo que nos hace irreemplazables para el otro?”
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