Un minuto
después del ascenso a primera división de fútbol del Real Valladolid, los
perfiles y los estados de muchos de mis contactos se tornaron “blanquivioletas”.
No soy nada futbolero, aunque entiendo que estar en primera división es un
beneficio no pequeño para una ciudad mediana, como lo es la capital de
Pisuerga. Y entiendo que los seguidores del Pucela lo hayan celebrado con
entusiasmo y algarabía. No me ha costado en absoluto felicitar a mis amigos
seguidores del Real Valladolid.
Un cartel,
entre todos me ha llamado la atención: La fotografía de los futbolistas y un
breve texto: “Somos de Primera”. El cartel en cuestión significa, en
efecto, que el equipo del Real Valladolid ha ascendido a primera, y que, por
identificación emocional, muchos se “sienten también de primera”.
Dado mi ateísmo
futbolero, y puestos a soñar, me gustaría que mi ciudad fuese de primera por
alguna otra razón. No estaría mal proclamar:
“Somos de
primera”, en lo que se refiere a distribución de la riqueza. “Somos de primera”
en el respeto a la naturaleza y a los animales. “Somos de primera” en la falta
de prejuicios. “Somos de primera” en la atención a los más vulnerables”. “Somos
de primera” en el cuidado de nuestros abuelos. “Somos de primera” en el número
de libros leídos y museos visitados. “Somos de primera” en el respeto a las
mujeres. “Somos de primera” en el nivel educativo de nuestros alumnos. “Somos
de primera” en el voluntariado social y en el sostenimiento de las Ongd’s. “Somos
de primera” en la cortesía y en el buen trato a quien se cruza con nosotros.
Por el momento,
“somos de primera”, en lo tocante a fútbol. Puede que mañana seamos de primera
por alguna otra razón. Solo hay que esperar.
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