En una
entrevista reciente el obispo de Granada, Gil Tamayo, ha hablado sobre las
hermandades de Semana Santa y sobre algunos cambios o modificaciones que
deberían hacerse en su interior si quieren aún seguirse llamando hermandades cristianas.
El obispo pide más sensibilidad social, más cercanía a los pobres, más vida
interior. Las procesiones de Semana Santa no son desfiles cívicos o militares, cabalgatas
o paradas competitivas para ver quién impresiona más con la forma de llevar el
paso, las bandas musicales o las flores que adornan la imagen titular. Y una
frase resume todo este tirón de orejas a las hermandades: “no se puede
gastar más dinero en flores que en actos de caridad”. No voy a negar la
belleza de las tallas procesionales ni esa puesta en escena que sobrecoge, pues
la fe y la religiosidad también necesitan lo sensible y lo emocional. Pero se
echan en falta a las hermandades y sus miles y miles de cofrades en las obras de
caridad de cada ciudad, más allá del domingo de Resurrección,
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