miércoles, 18 de mayo de 2022

Fascismos de todos los colores

 


            Cuando una palabra, como fascismo, se usa y se abusa de ella, únicamente como un insulto grueso de moda y expresión de lo ‘políticamente correcto’ y como un intento de tapar la boca por la tremenda al otro, es que ya ha perdido todo su significado.

            Si tenemos en cuenta que Fernando Savater fue tachado de fascista por defender a las víctimas de ETA, o que Joan Manuel Serrat fue acusado de lo mismo por no apoyar el independentismo… O que, algunos tachan de fascista a Miguel de Unamuno por buscar la verdad y denunciar los desmanes de unos y otros… entonces cabe pensar que la palabra fascista se lanza contra el otro como una piedra cuando no comparte mis ideas, ya sean políticas, económicas, sociales o culturales. Cuando un adjetivo se devalúa tanto únicamente insulta al insultador.

            Ya Oriana Fallaci en su día dijo que había fascismos negros, rojos, verdes y blancos. Porque el fascismo es la actitud de la intolerancia ante todas las opiniones, excepto la mía. Y esta actitud, por desgracia, está muy de moda en todo el arco político y abunda y sobreabunda en redes sociales, e incluso en medios de comunicación. Oriana Fallaci, nada sospechosa de fascismo, fue tachada al final de su vida de fascista por quienes no compartían sus mensajes llenos de bastante sentido común y bastante cordura. Por ejemplo, su manifiesto La rabia y el orgullo.

            Algo que me ha enseñado la vida es que en todas las realidades humanas cabe el matiz. Las verdades absolutas no existen. Y además, son peligrosas. Matizar debería ser un verbo para conjugar todos los días.

            Cuando a la conculcación de las libertades individuales, a la merma de derechos humanos o al saltarse a la torera las normas vigentes de un país se llama progresismo… podemos afirmar lo que ya se viene afirmando desde el final de la Segunda Guerra Mundial: la perversión del lenguaje es simplemente el síntoma de la perversión de las conciencias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

A destacar

Una temporada en el infierno

            En una estación de París, desciende un joven de 16 años, cuerpo atlético, pelo alborotado y ojos azules. Se llama Arthur Rimbaud...

Lo más visto: