Que Cristina Cifuentes y Manuela Carmena, Presidenta de la
Comunidad y Alcaldesa del Ayuntamiento de Madrid, respectivamente, saliesen
juntas y del brazo de comer el menú del día,
ha sido una noticia nacional. La foto se ha hecho viral, como dicen ahora
los internautas. Lo de ir del brazo las mujeres era una cosa bastante habitual
en la generación pasada; era normal que dos mujeres bien avenidas caminasen del
brazo a la iglesia, a la tienda o al parque.
Cristina y Carmena militan en partidos antagónicos. Y en
esta España bronca y recia, en esta España de insulto fácil, descalificación
agria, y conversación a bocinazos, no me extraña que la imagen de estas dos
mujeres, adversarias en política, haya llamado la atención. Lo normal en una
democracia sería que los regidores con competencias comunes, como es el caso de
una comunidad autónoma y de un ayuntamiento, se sienten a comer, a dialogar e
incluso se den un paseo distendido. Se supone que ambas, Cifuentes y Carmena,
quieren lo mejor para Madrid y se supone también que ambas coinciden en muchos
de los problemas que la capital tiene. Puede que, a la hora de resolverlos, los
criterios y las prioridades sean diferentes, pero también tendrán
coincidencias, y lo normal es que, por el bien común, es bueno el diálogo, la
conversación, la cesión, la tertulia y el pacto.
Esta imagen no debería ser una rareza, sino algo habitual
entre adversarios políticos que, no por ello, tienen que ser enemigos
encarnizados.
En medio de ese cabreo que se ha instalado en España en los últimos años, esta imagen es,
como diría la otra, 'un relaxing cup of coffee'.
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