jueves, 10 de diciembre de 2015

Tolstoi o Dostoievski, de Steiner



    ¿Tolstói o Dostoievski? Según Steiner estamos obligados a elegir. Hay dos tipos de almas: las que se inclinan hacia el espíritu de Tolstói (segunda foto) y las que se inclinan hacia el espíritu de Dostoievski (primera foto).  Los dos titanes de la literatura rusa, los dos grandes novelistas del XIX encarnan una visión del mundo que ha suscitado numerosos seguidores. Guerra y paz y Ana Karenina de Tolstói contra Los hermanos Karamazov y El idiota de Dostoievski. El libro que acabo de leer de Steiner, sin duda uno de los hombres más cultos de Europa, confronta a ambos novelistas: La epopeya heroica de Tolstoi frente al drama de Dostoievski. Pero ambos habían 'caído en las manos del Dios vivo" y ambos iban a la 'búsqueda de la salvación de la humanidad', una inquietud que compartía el alma rusa, siempre 'obsesionada con el problema de Dios'.
    En cierto sentido los dos son hombres religiosos, pero su concepción de Dios es bastante distinta. Tolstói no podía amar a un profeta cuyo reino no era de este mundo, así que se rebelaba contra la mansedumbre y el pathos de Cristo. Para Dostoievski el hombre existe si existe Dios, porque la única solución al problema del hombre es Cristo. Dostoievski, al contrario que Tolstói, no creía que se pudiera convencer a los hombres a amarse unos a otros por medio de la razón y la cultura. Tolstói identificaba a Dios con el Bien y a éste con el amor fraterno. Dostoievski comprendió oscuramente que el pensamiento tolstoiano conduciría a ‘una cristiandad sin Cristo’.

    El protagonista de la obra Del caos, de Ilyá Ehrenburg tuvo que reconocer que Dostoievski había dicho toda la verdad sobre el pueblo. Pero es una verdad con la que no se puede vivir. "Puede ser dada a los moribundos como antes se les daban los santos sacramentos. Si uno tiene que sentarse a la mesa y comer, debe olvidarla. Si uno tiene que adular a un hijo, ante todo debe sacarlo de la casa... Si uno ha de construir un estado, debe prohibir hasta la mención de aquel nombre".
 

    Steiner resumen así: “Los dos novelistas se hayan en posición contraria. Tolstoi, el primer heredero de las tradiciones de la épica; Dostoievski, uno de los más importantes temperamentos dramáticos después de Shakespeare; Tolstói, la mente embriagada por la razón y de hechos; Dostoievski, el que despreciaba el racionalismo, en  gran amante de la paradoja; Tolstói, el poeta de la tierra, de la escena rural y del tono pastoril; Dostoievski, el archiciudadano, el maestro constructor de la moderna metrópoli en la provincia del lenguaje; Tolstói, sediento de verdad, en cuya excesiva búsqueda se destruía a si mismo y a los que le rodeaban; Dostoievski, que prefería estar contra la verdad que contra Cristo, receloso de la comprensión total y situado en el lado del misterio; Tolstói, que se mantenía en todo momento en el camino real de la vida; Dostoievski, que avanzaba por el laberinto de lo antinatural, por los subsuelos y las ciénagas del alma; Tolstoi, como un coloso a horcajadas sobre la tierra palpable, evocando lo real, lo tangible, la totalidad sensible de la experiencia concreta; Dostoievski, siempre al borde de lo alucinatorio, de lo espectral, siempre vulnerable a las intrusiones demoniacas; Tolstoi, la encarnación de la salud y la vitalidad olímpica; Dostoievski, la suma de las energías enfermizas y demoniacas; Tolstói, que vio los destinos de los hombres históricamente  y en el decurso del tiempo; Dostoievski, que los vio contemporáneamente y en el vibrante éxtasis del momento dramático. Tolstói, que fue llevado a la tumba en el primer entierro civil que tuvo lugar en Rusia; Dostoievski, enterrado en el cementerio del monasterio de Alesandr Nevski de San Petersburgo, entre los solemnes ritos de la Iglesia ortodoxa; Dostoievski, preeminente hombre de Dios; Tolstói, uno de Sus secretos adversarios”.

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