Desde que Chimua Achebe escribiera en su novela Things fall apart (Todo se desmorona, en la traducción al español), aquello de “Who he brings Kola, brings life” (quien
te ofrece la cola, te ofrece la vida) y desde que yo lo leyera, sabía que, tarde o temprano,
en la Tierra de los Igbos (Nigeria), conocería de cerca esa ceremonia tradicional que
consiste en dar la bienvenida a alguien, ofreciéndole el fruto de la cola o nuez de cola .
La cola se ha convertido en el santo
y seña de la hospitalidad tradicional del pueblo igbo. Cuando alguien llama a tu casa, antes de preguntarle qué
desea o a qué viene, has de ofrecerle la nuez de cola. La mujer o el hijo la buscarán
en la casa o en el mercado. El varón de la casa se la presentará al recién
llegado, la bendecirá (en lengua igbo, nunca en inglés) y le entregará dos
frutos. El homenajeado comerá uno y se guardará otro para que, de regreso a su
casa y a los suyos, pueda decir: "he sido bien acogido; me han ofrecido la cola".
La nuez de cola (cola acuminata es el nombre científico) es un fruto en gajos, de sabor ácido y amargo, muy rico en cafeína, lo que la convierte en un alimento refrescante, ideal para combatir la sed, pero también la sensación de hambre y fatiga, por su alto valor estimulante. Por
su amargura simboliza que los amigos deben reconocerse y ‘acogerse’ no sólo en
los momentos buenos, sino y sobre todo en los difíciles.
Ofrecer al recién llegado cola es
algo tan importante que, cuando uno no tiene a mano el fruto, está moralmente
obligado a ofrecer otro alimento u otra bebida, y poder decir de esta manera: "ésta es mi cola para ti".
En la Tierra de los Igbos, generación tras generación han comido la cola y la han ofrecido a sus visitantes como un símbolo poderoso de hospitalidad sagrada y amistad. Luego, en el siglo XIX, un farmacéutico americano hizo un jarabe con 'nuez de cola'. El resultado fue una bebida refrescante y estimulante. Esta historia es de sobra conocida. Alguien escribió que "La Tierra es un planeta donde se bebe Coca-cola". Como nunca he sido aficionado a esta bebida, me quedo con la 'cola' de los igbos.
Me ofrecieron cola los reyes de
Nwama y Ugbele, las comunidades parroquiales de Mbele y Orso Obodo; Pascal
Uche, la modista Dominique en su humilde casa, el Rev. Francis en su parroquia…
y puede que me olvide de alguien.
Unos gajos de esta nuez de cola, secos y
amojamados, están en mi casa, a la vista de todos. Cada vez que mis ojos se
posan sobre ellos, aún puedo decir: "yo fui un hombre al que los igbos
ofrecieron la nuez de cola".
Puentes: 25 Años de una corriente solidaria.
Nnebukwu-Nigeria, 2005.
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